¿Qué tan importante es la lectura y el estudio personal de los jóvenes? ¿Hay cosas más importantes que otras, en la asignación de los presupuestos? ¿Cómo se decide la diferencia de importancia entre los rubros presupuestales? La cosa es que un elemento tan importante como las bibliotecas públicas están en abandono presupuestal. Eso significa que quien decide los montos de financiamiento de las bibliotecas no cree que sean importantes. Contra esa creencia está la evidencia que dice que los centros de lectura no son sólo para hacer trabajos escolares, sino para incentivar a los niños y jóvenes en el gusto por la lectura libre y formadora. La lectura es como el amor: sólo ocurre si es por propio interés. Así como no hay posibilidad de un amor obligado, igualmente ocurre con la lectura. Por ello, el gusto por la misma deberá ser promovido por un acto de seducción, no de imposición. A partir de estas nobles verdades, sabemos que en las bibliotecas se organizan muchas de las actividades que no son obligatorias para los chicos, sino voluntarias.
A principio de los 90’s se impulsó un sistema de bibliotecas públicas, entre las que se encontró la biblioteca Mauricio Magdaleno en el centro de la ciudad. Ahí se programaban tertulias, visitas guiadas, ajedrez, y un astillero bibliográfico que resultó jugoso para los jóvenes (de aquel momento). En ese lugar se juntaban moceríos, discutían de temas de lo más diverso y se proponían más lecturas motivados por esas esgrimas dialécticas. Es decir, una biblioteca siempre tiene una dimensión lúdica: se combina el cine, el juego y la lectura recreativa. Muchos estudiosos afirman que una buena biblioteca tiene mejores efectos que la escuela para formar el gusto por la literatura, las ciencias o las artes. Esto es así porque la escuela aparece como espacio de obligaciones que muchos alumnos terminan rechazando. En suma, una biblioteca bien organizada es más que una bodega de libros, es un verdadero centro de vida comunitaria y recreación.
Así, como están las cosas con los jóvenes, (que incluso la Cepal acaba de publicar un estudio donde recomienda que se dé prioridad a este sector de la población en todas las políticas públicas) es vital que se apoyen los proyectos de las bibliotecas públicas, sobre todo de barrio y comunidad. Son nidos de esperanza. ¿Cómo explicar que se les otorguen presupuestos ridículos? Y más: que los diputados que deciden su propio ingreso tengan la desfachatez de otorgarse para sí ingresos obscenos, mientras abandonan este rubro esencial de la educación. Algunos diputados no les vendría mal meterse de vez en cuando a una biblioteca, porque es un milagro que no rebuznen. En fin, como decíamos al inicio, ¿cuáles son los criterios de las prioridades presupuestales que no incluyen a las bibliotecas públicas? Es incomprensible y escandaloso que los nidos de la esperanza estén fuera de la prioridad del Estado.
