¿Es lo mismo decidir o acordar antes que después de consumado un suceso? Supongamos que vamos a buscar un tesoro, y alguien propone que se decida cómo se repartirá dicha fortuna antes de ser encontrada; si así ocurre, como nadie sabe quién lo encontrará, hay altas probabilidades de que se decida que el reparto será por partes iguales (con alguna bonificación a quién le tocó la suerte de hallarlo). Sin embargo, si se pretende decidir cómo se reparte, después de encontrado, la persona que dio con el tesoro propondrá que él tiene el derecho de repartirlo de acuerdo con su criterio. Como se puede observar, la conducta de las personas es muy distinta si se trata de acordar algo o decidir dilemas antes o después de consumado el evento. No por nada Rawls propone el ejercicio llamado Velo de la Ignorancia para fundamentar su criterio de justicia. Por tanto, es de enorme importancia que se emitan decisiones públicas ex-ante, y no ex -post. Y por lo visto, el hecho de que se hagan antes, asegura mejor la virtud en las decisiones que constituyen acuerdos colectivos o sociales.
En un programa de gobierno, es posible que si se presentara antes, muy probablemente sería planteado con rasgos de mayor justicia que si se realiza posteriormente a tomar el cargo. Cuando se toma el poder, la mirada cambia y los intereses también. El tema minero ante la mirada de un electorado que no ha votado y que se pretende convencer para que dé su consentimiento, no es lo mismo que en la soledad de la oficina de un poder en ejercicio y con los dueños de las minas frente al gobernante. Y así de la misma manera en una buena parte de los temas a decidir, especialmente los hacendarios. Por ello es importante que en los requisitos de elegibilidad de un gobernante se contara con la propuesta de su plan de desarrollo estatal, y si es elegido, contar con mecanismos para hacerlo cumplir. Con ello, tendríamos la posibilidad de que se votara más por un determinado proyecto de desarrollo que por un individuo y sus supuestas virtudes morales.
De igual modo es el equipo o gabinete con quienes se gobernará. Lo mejor sería que se votara por toda un planilla al gobierno, y no sólo por un individuo que a la postre tendrá un poder arbitrario y cuasi-ilimitado. Es como elegir un virrey. ¿Será lo mismo si se deciden los miembros del gabinete antes que después de efectuada la elección? Como ya quedó establecido: evidentemente no. Si se hace antes, se cuidarán los perfiles porque estos se convierten en argumento esencial en el criterio de elección en los votantes. Una vez consumado el resultado, los perfiles no son importantes, sino el pago de facturas políticas y otros infames vicios de la Presidencia Imperial. Por ello, observamos a mapaches electorales como secretarios de Desarrollo Social, o empresarios con enormes conflictos de intereses en la Secretaría de Economía, o legos en arte como responsables de la cultura. En suma, requerimos un gigantesco perfeccionamiento de las leyes electorales en Zacatecas.
