Nuevamente, una contrarreforma de la llamada 4T a las reformas hechas por los gobiernos de derecha, ha causado una polémica en los medios y en la sociedad. Después de 30 años de la reforma al sistema de jubilaciones de los trabajadores mexicanos, reforma que ha empobrecido la última etapa de vida de los trabajadores, el sistema cambia para disminuir un poco, los efectos negativos de esa reforma de 1997.
El objetivo que aquella reforma, era el hacer al trabajador, responsable del ahorro que le permitiría tener una jubilación digna, mediante unos instrumentos de inversión llamados Afores, que incrementarían año con año los ahorros del trabajador, posibilitando que al final de la vida laboral, el trabajador tuviera un retiro digno, sin necesidad de recursos públicos.
Dos grandes problemas se opusieron a que el objetivo de la reforma al sistema de pensiones se cumpliera y ambos son fruto de las políticas del periodo llamado neoliberal; la política salarial y la desregulación de las instituciones financieras.
Poco es desconocido, que una de las mayores apuestas de la políticas de las décadas pasadas, era, el posicionar al país como un lugar atractivo para la llegada de empresas extranjeras que instalarían sus factorías, para esto, la contención salarial era clave, ya que daría “competitividad” a México, al disminuir los costos de producción, a costa de disminuir en términos reales, el poder adquisitivo de los trabajadores, ya que durante este periodo, los incrementos al salario mínimo, fueron por debajo de la inflación, lo que se tradujo, en un menor poder económico para el trabajador.
Al disminuir los ingresos reales y con el encarecimiento de la vida en el país (alimentación, vivienda, energía, educación, salud, etc.) la capacidad de ahorro, fue disminuyendo también, lo que significaba, que los recursos que el trabajador podía destinar a un fondo de ahorro para el retiro, que permitiera una jubilación digna, disminuyeron con el paso del tiempo.
Sumado a la precarización del salario, el abuso de las instituciones financieras que deberían buscar incrementar los recursos para el retiro, mediante el cobro de comisiones, disminuían aún más los recursos disponibles, ocasionando que los fondos de retiro, estuvieran muy alejados de lo que aquella reforma había prometido, resultando en que los sacrificios para ahorrar durante la vida activa del trabajador, fueran insuficientes para tener un retiro digno.
La contrarreforma actual, es un intento de garantizar un piso mínimo de jubilación, el debate está, en el origen de los recursos del fondo solidario que el estado empleará, para que ningún trabajador, tenga una pensión inferior al salario promedio registrado en el IMSS, ya que muchos aseguran que será insuficiente a mediano-largo plazo y otros que el fondo se usará de forma poco transparente.
Después de 30 años de reformas en contra del interés de los trabajadores, parece ser que, en general, las fuerzas políticas están de acuerdo en que algo hay que hacer, pero no en el cómo. Mientras unos ven la reforma del presidente como expropiadora, otros, vemos con más claridad la necesidad de una reforma fiscal, que obligue a los grandes concentradores de la riqueza, a pagar más impuestos, para que este tipo de reformas, que son justas, tengan un sustento a largo plazo.
