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domingo, 16 junio, 2024
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Defender la soberanía combatiendo la corrupción

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

El debate respecto a la soberanía nacional ha venido intensificándose conforme avanzó el proceso de globalización, no solo en México, sino en general, en todo el mundo y particularmente en países con una fuerte tradición nacionalista, como es el caso de nuestro país. La soberanía, cuya conceptualización y forma de entendimiento se transformó radicalmente una vez caído el Muro de Berlín y dada la integración de nuestra economía a la de Estados Unidos y en menor grado a la de Canadá, ha sido tema de debate desde la izquierda en reclamo franco a la política identificada como neoliberal.

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Lo cierto es que el proceso de globalización, más allá de lo económico (irrevertible), avanzó también por vías culturales, de tecnología y recientemente se catapultó con las redes sociales. Además, México, siendo un país con regiones que podemos identificar prácticamente como binacionales, sin exagerar, por el porcentaje de su población natal y de ascendencia que habita ya en los Estados Unidos, no podía evitar la influencia de dicho fenómeno.

En esta descripción, hay que agregar que en el fortalecimiento de vínculos y procesos transnacionales no se consideró la construcción de instituciones con la solidez y eficacia que se requería para regular los asuntos que, al superar las fronteras, también superaban la capacidad de los Estados nacionales para su debido tratamiento y gestión. 

En este sentido hay autores, como Luigi Ferrajoli, que incluso han sugerido una Constitución de la Tierra, justificando la necesidad de este instrumento ante problemas que sobrepasan las capacidades nacionales, tales como el cambio climático, las desigualdades sociales, las migraciones, las violaciones a los derechos humanos y los conflictos bélicos, de retorno en Europa y medio oriente, en magnitudes no vistas en décadas. 

Es pertinente agregar que no debe obviarse la importancia que tiene en todo ello el combate a la corrupción, dado que el fenómeno, tal como ocurrió con los procesos económicos, sociales, culturales y demás, también mutó a una dimensión que supera fronteras y amenaza la soberanía de las naciones, sin la capacidad suficiente de las instituciones locales para hacer frente a redes que se han articulado sin mediar distancias, ni nacionalidades, sino solo intereses y estrategias que minan las políticas de desarrollo, así como la democracia misma. 

Sucesos como los conocidos Papeles de Panamá, dieron cuenta de estas redes, sus estrategias y modus operandi, mismos que vulneran las intenciones de todo gobierno y sus instituciones para consolidar su Estado de Derecho.

Importante es agregar que no solo se trata de intereses particulares, sino también de intereses políticos; no solo se trata de gobernantes corruptos con intención de enriquecerse, también se trata, cada vez más, de gobiernos con estrategias de incidencia o de imposición de una agenda política en beneficio de su proyecto político que ya trasciende fronteras, como se presume son los casos de Rusia y China (Estados Unidos tendrá también sus casos).

Por ello es importante explorar la idea de la Constitución de la Tierra, pero también, al paso, pensar en la formación de instituciones globales que combatan la corrupción en todas sus presentaciones, en las que se puedan ver involucradas las Cortes Internacionales, tanto penal como las de derechos humanos e instituciones de carácter financiero, en clave de seguir el dinero, los recursos, su fuente, su destino, su uso, ejercicio, fines y objetivos. 

Hoy defender la soberanía, también significa, combatir la corrupción global.

@CarlosETorres_

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