11.8 C
Zacatecas
martes, 30 abril, 2024
spot_img

La Gualdra 277 / Editorial Gualdreño

Más Leídas

- Publicidad -

Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Hace apenas 6 años, durante el Festival de Cannes, la directora escocesa Lynne Ramsay estrenaba su película Tenemos que hablar de Kevin, una obra cinematográfica con un tema escalofriante: la historia de Kevin, el adolescente que un día cualquiera, sin ningún motivo aparente, llegó a su secundaria y mató a varios de sus compañeros con un arco. El filme está basado en la novela del mismo nombre escrita por Lionel Shriver; la crítica elogió esta obra a tal punto que incluso adjetivos como “deliciosa”, “maravillosa” fueron utilizados por la prensa para referirse a la adaptación de la historia y al resultado final.

- Publicidad -

Un día cualquiera también vi la película. Al finalizar quedé poco más que turbada, acongojada. Kevin fue un niño, de acuerdo a la película, que creció en un ambiente aparentemente sano y normal, cuyos padres tenían una relación buena, no tuvo carencias económicas ni falta de cariño, no vivió en un ambiente violento. Kevin era un niño normal, que sin embargo, terminó atentando contra varias personas. Igual que Federico, en Monterrey, de quien no daré más detalles porque el 18 de enero usted seguramente se enteró de lo mismo que nos enteramos todos, o lo que nos permitieron conocer a través de las noticias. Ahí está el hecho, ahí queda en la memoria.

Soy profesora. Mi relación profesional con los estudiantes ha sido una constante desde hace 21 años. He conocido muchos jóvenes y he visto a través del tiempo cómo su comportamiento ha cambiado, las formas que utilizan para comunicarse son distintas, pero siguen siendo finalmente seres humanos en la búsqueda constante de distintos tipos de conocimiento; por eso están en la escuela, son, en este país, hombres y mujeres afortunados porque tienen la oportunidad de estudiar. A muchos les he perdido la pista, sé también que muchos de ellos se han graduado, son profesionistas exitosos; algunos incluso se han involucrado de manera más directa en las cuestiones políticas y no dudo que en un futuro ellos estarán ocupando cargos públicos. Mientras eso sucede, me concentro ahora en los estudiantes que tengo en mis grupos de clase.

Hace poco vi el documental ¿Qué invadimos ahora?, de Michael Moore, en el que entrevista a los profesores de una escuela de Finlandia para preguntarles en qué consiste que su sistema educativo sea uno de los más exitosos del mundo; uno de ellos dice no comprender por qué los programas académicos de educación básica de los Estados Unidos han restado importancia a la enseñanza de las artes y afirma que el objetivo de los profesores en su país es brindar las herramientas necesarias para que los jóvenes sean felices. Él enseña matemáticas y está convencido de que ayudar a los jóvenes a que encuentren el camino de la felicidad es lo más importante para cada uno de los profesores finlandeses. ¿Cuál es nuestro objetivo en México?

¿Cuál si los profesores de educación básica están hoy por hoy más preocupados por pasar las evaluaciones implementadas por la reforma educativa para conservar su trabajo? ¿Cuál es el objetivo si todos estamos más preocupados por los recortes en los presupuestos para la educación y la cultura, por el gasolinazo, por el aumento de precios en la canasta básica? Me pregunto eso mientras planeo mi clase del martes. Llegaré a decirles a mis alumnos que se puede vivir en un lugar mejor, que el arte sí puede cambiar el mundo en el que vivimos…

Ellos hablarán de la obra de los artistas zacatecanos que vieron en San Agustín, describirán el entorno en el que la colección de arte se exhibe, todo como parte de un ejercicio que pretende ayudarlos a comunicarse mejor a través de la palabra. Yo espero solamente que cada uno de ellos tenga, para empezar, la certeza de que el arte puede ser una vía diferente para expresar ideas, emociones, inquietudes, desasosiegos, alegrías, esperanza. Más adelante también leerán poesía y hablarán ante sus compañeros de ella. Ojalá que cuando les toque tomar decisiones en su vida profesional recuerden que hay otras opciones para enfrentar la realidad. Que sea a través de la palabra, del arte, del amor a la vida, de la solidaridad, que ellos puedan expresar sus ideas y ser útiles para que esta sociedad cambie. No sé si con esto ellos encuentren la forma de hallar la felicidad, pero creo que debemos intentarlo, porque la violencia, definitivamente, no es el camino.

La Gualdra sigue. Que disfrute su lectura.

 

[email protected]

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-277

 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -