En Zacatecas, México y el mundo, un universo de sucesos supera a las noticias de los mismos y los niveles del acaecer son varios, como sus consecuencias e igual las opciones disponibles para su difusión. Más difícil es observar su trama y estar pendientes de su encadenamiento, significado hasta hoy por una constante que aún preside todo eso: el neoliberalismo que día tras día y de múltiples formas permanece y continúa como trasfondo de circunstancias y sucesos, afectados o promovidos bajo su influencia, notable por el carácter de clase impreso a personas e instituciones, cuya vida afecta o beneficia con desigual sentido, en cuanto a las opciones y magras recompensas, dadas a la gran mayoría bajo distintas formas, contrastantes una enormidad cuantitativa y cualitativa, con aquellas enormes entregadas o drenadas de la riqueza pública, por una minoría que también controla la riqueza privada, así como las formas y medios para conservarla, agrandarla y reproducirla. Hoy parece que las luchas sociales y políticas se significan más por las urgencias inmediatas a atender que por las acciones y metas planeadas a más plazo para conseguir aumentarlas en medida significativa y sean cuando menos suficientes para disminuir las presiones institucionales o mercantiles que, para colmo, las disminuyen o anulan.
En esas magras condiciones de existencia, la lucha social y política se muestra tan efectiva como evanescente. A diario, la gente lucha y su lucha no parece resolver nada porque de nuevo, una y otra vez, hay que luchar por lo mismo. Los ejemplos sobre semejante interminabilidad social y política de lucha necesaria y permanente sobran: por el salario o por las prestaciones que atomizan alcanzar posibilidades estables de bienestar y hacerlas respetar y cumplir como derechos conquistados, etc. Porque el modelito neoliberal si algo instaura en la sociedad y su gente, es la incertidumbre. Y lo hace con base en el derecho, es decir, mediante la sanción institucional oficial que para muchos convierte al instante, en mayor incertidumbre y en otro o muchos otros instantes institucionales, hasta llegar al siguiente período de sesiones de las instancias responsables de decidir sobre los plazos a que deben marchar las instituciones de los mexicanos y hacer las definiciones de los recursos a recibir, generar o gastar. Por supuesto, el mundo tentativamente descrito es el de la gente de a pié, ordinaria, caracterizada por su falta de capital, a no ser que eventualmente cada uno condense las circunstancias como para ser considerado “capital humano”, mujer u hombre, niño, joven o anciano, libre de ser explotado, ¿humanamente? ¿Y qué tan humanamente, como en los desarrollos mineros, la maquila o en la tienda de “conveniencia”? Hoy, eso sucede hasta en grandes industrias con alta rentabilidad y ahorradoras de mano de obra por su alta densidad de capital y requeridas sólo de un jacalón de lámina y una infraestructura, muchas veces aportada por la institución estatal. El colmo: cuando se niegan a pagar hasta los ¿bajos? salarios de “sus” trabajadores o les faltan al respeto y los corren, si se organizan.
Lo anterior opera dentro del marco de las llamadas reformas estructurales, exigidas sobre todo por los dueños del capital como culminación institucional del actuar de México en el modelo neoliberal. Ésa es la inspiración y piedra de toque del sexenio peñista. Tiempo en que la misma institución presidencial – estatal y con ello el honorable Congreso de la Unión son presa de la voracidad del capital, actuante sin límites y con las mayores facilidades bajo la forma del Pacto por México. De ese maridaje surgió la privatización del petróleo, en lugar de idear opciones nuevas para hacer rentable a Pemex, como industria estratégica y multifactorial en el sentido productivo de infraestructura, servicios y mercancías; generadora, por tanto, de renta para disfrute de los mexicanos. ¿Hubiera sido un auxiliar viable para superar el “bache” económico, en que igual se debate el mundo? ¿Cuánto tiempo más estarán deprimidos los precios del petróleo y cuáles son las perspectivas de desarrollo a largo plazo, sin empeorar? Otro factor estratégico para que México disponga de recursos como Estado, es el FISCO y el crédito del exterior que incrementa recursos vía deuda. Por lo pronto, el capital será golondrino en tanto las tasas de fuera sean más atractivas que las internas. Por otra parte, el Plan de Infraestructura de Peña, no suena mal como opción económica, siempre y cuando se supere la tensión para asignar o la presión para “privatizar” licitaciones que deben de ser públicas. En fin, hay opciones para sostenerse como país, si se actúa con autenticidad el sentido de este mes, tildado como patrio, para que realmente lo sea. El día del “grito” fue contrastante: la elegancia, aunque sobria, al interior del Palacio Nacional y afuera, un acarreo que superaba la espontaneidad con que los capitalinos acostumbraban celebrar tal fecha en el Zócalo. ■
