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martes, 7 mayo, 2024
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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

El 20 de julio de 1969 dos hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, alunizaron. Como impactante evento de relaciones públicas y proeza ideológica de la guerra fría aparecía en el mismo momento que un invento crucial del siglo XX, de más largo alcance que los viajes espaciales, que estaba en funciones frente a miles de espectadores ese día: el desarrollo y operación de un sistema global de telecomunicaciones que podía realizar transmisiones en vivo y en directo simultáneamente en todo el mundo. Aunque ese mundo era más pequeño en 1969 porque el número de televisores en la república mexicana era de 4.5 millones, estando la mitad localizada en el DF. Y junto al alunizaje, compartido por la televisión, se colaba la ideología de la modernización tecnológica del país que era reafirmada por todo el sistema de noticiarios –por Miguel Alemán Velasco no menos que por Jacobo Zabludovsky- que estaba en vías de convertirse en un monopolio de la información. Los saldos son ahora visibles, porque los viajes espaciales no se masificaron, pero la incipiente red global de telecomunicaciones no dejo de crecer, diversificarse, abaratarse y masificarse, estando hoy en capacidad esa red global de transmitir y retransmitir ideología las veinticuatro horas del día, todos los días.

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Los límites que presentaba la red global en 1969 estaban determinados por la capacidad de compra de televisores, pero el proceso de abaratamiento  de los dispositivos receptores y decodificadores de las ondas permitió su crecimiento sin alterar las condiciones de su reproducción, siendo un pequeño grupo los beneficiarios de todo ese proceso. Por lo tanto parecía que la obtención de información, de hechos clave, y su distribución en la población, dependía cada vez más de un pequeño grupo de empresarios movidos por intereses de lucro. Esto es particularmente notorio en tiempo de guerra, como lo demuestra el esfuerzo de Charles Madge y Tom Harrisson en la Inglaterra de 1939 para crear un sistema de obtención de hechos mediante la técnica de la observación masiva, consistente en el uso de informantes voluntarios que proporcionan la opinión directa de la gente sobre lo que estaba aconteciendo en su país. Información que después era distribuida por casas editoras populares como Penguin y Pelican –hoy parte del corporativo multimedia Penguin-Random House-. Así se produjo el reporte “Britain by Mass Observation” conjunto de datos y opiniones populares sobre la crisis, el desempleo, la pobreza y las deplorables condiciones de vida antes de la segunda guerra mundial.

El problema de la obtención de información para vivir en la compleja sociedad moderna, así como su organización y distribución, continua sin solución, y podemos imaginar, a título especulativo, que el hiato entre la “opinión pública”, que es como se le nombra a la opinión de los grandes capitalistas, y la opinión de los individuos ha continuado ensanchándose desde 1969. Debido, sobre todo, a que las organizaciones espontaneas que aparecen aquí y allá durante los sucesos importantes –e.g. 1968- para obtener y distribuir información útil y objetiva, que permitan a la población acceder a datos y hechos que no han pasado por las decisiones de los grandes corporativos de comunicaciones, no tienen la capacidad de mantener su existencia independiente en un medio competitivo donde existen grandes empresas con abundantes recursos y apoyos gubernamentales.

En otras palabras, el imaginario espacio de la ideología parece ser un monolito inexpugnable, tanto por la inexistencia de fuentes independientes de información como por la irrelevancia que tienen en un medio que crece vertiginosamente. Lejos estamos ya de los proyectos liberales del siglo XIX que pretendían, como Ignacio Manuel Altamirano, educar a la población en los valores patrios mediante la generación de una literatura nacional expresada en novelas. En el número de julio de 2015 de “The Newstatesman” titulado “The Courage of Hopelessness”, Slavoj Zizek considera que debemos asumir que no existe una alternativa clara al estado actual de cosas. Su ejemplo es Grecia, en la que a pesar de una consulta que votó en contra de las medidas de austeridad impuestas por el Eurogrupo, Tsipras decidió al fin aceptarlas. La argumentación de Zizek es directa: no hay alternativa viable, excepto aceptar el acuerdo con los representantes de la Unión Europea, porque salir de la comunidad representa para Grecia una caída aún más honda en su nivel de vida, y la perspectiva de una dictadura militar. Si eso es lo que no quiere, si el mandato de la consulta fue no más austeridad, no más miseria y más democracia, entonces no queda sino permanecer en la zona euro y aceptar las condiciones.

El ejemplo de Zizek nos muestra que en los meandros de la interconectada sociedad en la que vivimos las soluciones más radicales pueden producir resultados conservadores. Es lo que debemos tener en cuenta en nuestras reflexiones sobre la generación y distribución de información en nuestra sociedad, ya que no es suprimiendo a los grandes corporativos como se logrará obtener los resultados deseados, porque, después de todo, un sistema global de comunicaciones plenamente funcional y de fácil acceso es ya un paso hacia el objetivo de lograr la masificación de la información objetiva que necesitamos.■

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