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martes, 30 abril, 2024
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Renegociación del TLCAN, mutismo del gobierno mexicano e imposición de los grandes capitales

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Por: JORGE A. VÁZQUEZ VALDEZ •

PERSPECTIVA CRÍTICA

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México inició con el pie izquierdo la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y dos son las cosas que ya perfilan el diálogo entre México, Canadá y Estados Unidos como un refuerzo de la inequidad, los privilegios y el dominio del norte sobre el sur: la presencia y determinación de los grandes capitales internacionales, y el silencio del gobierno mexicano sobre temas sustanciales para el ámbito económico, pero también para el desarrollo nacional de las próximas décadas.

Uno de los temas que actualmente está sobre la mesa de negociación tripartita es el de los salarios, el cual resulta de vital importancia para un México que en los últimos años ha presentado tendencia al incremento en los rubros de la condición de pobreza que afecta a 55 millones de personas, de acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval); en la informalidad que alcanza a casi 30 millones de individuos (seis de cada 10 personas), según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), o la tasa de desempleo, que el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé llegue hasta 4.4 por ciento a final de este año.

Pese a esta realidad, el Gobierno Mexicano se mantuvo durante los meses que antecedieron a la negociación del TLCAN con una actitud pasiva; no “acondicionó” el escenario con una postura firme sobre la necesidad de mejorar el ingreso para los trabajadores mexicanos, a pesar de que desde mediados de la década de los 90, y hasta la fecha, el ingreso salarial en el país ha sido raquítico, y ha terminado por mellar decisivamente el bienestar familiar.

El servilismo del que Enrique Peña Nieto dio muestra con la reincorporación de Luis Videgaray a la cancillería (para que aprendiera), fue el primer anuncio tácito de que la subordinación de México a Estados Unidos tendrá un nuevo capítulo, y su actitud en este inicio de la renegociación del TLCAN cierra la pinza para continuar el esquema neoliberal-salinista de malbaratar las materias primas, saquear la riqueza natural, y sobreexplotar la mano de obra o el trabajo intelectual mexicanos, elementos estos que ya tienen como grandes rieles para su avance las reformas estructurales peñanietistas.

Ahora bien, el tema de los bajos salarios en México sí ha surgido en el diálogo entre dichos países, pero resulta irónico que se haya hecho notar no por el Gobierno Mexicano en un afán por mejorar las condiciones de vida, sino por Canadá y Estados Unidos. El primero considera que México estaría teniendo mayores ventajas al ofrecer ínfimos salarios, pues ello lo posiciona mejor para atraer inversión y competir, y el segundo –vía Donlad Trump-, buscaría mejorar los pagos en México con la intención de que más empresas se mantengan en Estados Unidos y no se desplacen al sur para beneficiarse de la mano de obra barata.

Resulta tragicómico que no hayamos tocado fondo en México bajo la modalidad de la sobreexplotación laboral en la industria maquiladora, con el proceso de descampesinización y con el usufructo del trabajo en múltiples ramas productivas, y que ahora se nos diga que ser un país con salarios de hambre nos brinda ventajas que incomodan a nuestros vecinos del norte.

Lo que refleja esta primera etapa de la renegociación del TLCAN es que las premisas para los grandes acuerdos que se hagan no parten de los derechos humanos, el respeto irrestricto al desarrollo humano integral y la soberanía territorial, sino que los acentos están en viabilizar los intereses de los grandes capitales internacionales en comparsa con el gobierno mexicano.

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