A propósito del Día Internacional contra la Pobreza que tuvo lugar el pasado 17 de Octubre, resulta pertinente hacer algunas reflexiones sobre la situación que vive nuestro estado, particularmente por que se percibe un enorme divorcio entre lo que pareciera ser la percepción y la realidad. Es decir, las estadísticas nos marcan resultados en el combate a la pobreza relativamente alentadores, pero en los medios de comunicación, las redes sociales y otros foros de expresión, predomina la percepción de que Zacatecas sigue sumido en la más absoluta pobreza y que además es ésta una de las razones por las que aumenta de manera apresurada la inseguridad.
De acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en Zacatecas, de 2012 a 2014 se observó una disminución de la población considerada en pobreza y las de pobreza extrema, para las primeras, la reducción paso de 54.2% en 2012 a 52.3% del total de la población en 2014, es decir una reducción de 15,700 personas que dejaron esa condición para mejorar. En el caso de los pobres extremos la reducción alcanzó más de 22%, al pasar de 115,296 personas en esa condición a 89,432, es decir 25,800 personas que superaron esa lastimosa condición. Las estadísticas son muy positivas, pero nuevamente surge la inquietud del porqué la percepción negativa al respecto. Profundicemos un poco más en los datos duros: De las seis carencias que conforman la medición de la pobreza, de acuerdo con el Coneval, para el periodo en mención nuestro estado logró disminuir tres de ellos, a saber, la alimentación (que además fue la de mayor reducción), la de acceso a los servicios de salud, y la de calidad y espacios de la vivienda, donde cabe señalar se evalúa si los habitantes del hogar viven en hacinamiento y si cuentan con muros, techo y piso de materiales firmes y resistentes. Sin embargo, en tres carencias tuvimos resultados negativos, es decir, aumentaron las relacionadas con servicios básicos, la de acceso a la seguridad social y el rezago educativo, y las relacionadas con el ingreso.
A primera vista la respuesta inicial a nuestra interrogante puede ser que las personas no consideran que su vida mejora si no se refleja en sus bolsillos y que el hecho de que puedes tener acceso a mejor alimentación o a servicios de salud no se vuelven relevantes hasta que realmente los necesitas o no encuentran el pan para llevarse a la boca. Creo que esta pudiera ser parte de la respuesta pero no la totalidad, pues en las diversas giras de trabajo que me han tocado realizar a lo largo del país, verificando la construcción y entrega de los cuartos adicionales (cuartos rosas) para la atención del hacinamiento de las familias en pobreza y pobreza extrema, donde la condición es recurrente de casas de una sola habitación generalmente de cartón o lamina donde duermen más de 5 o 6 personas en el suelo, me he dado cuenta que los beneficiarios realmente tienen un cambio en su condición y además así lo perciben. Creo que el tema de fondo de la diferencia entre la percepción y la realidad tiene que ver más con malos arreglos institucionales y fallas de comunicación, es decir, si una persona es inscrita en el seguro popular pero la primera vez que acude a la atención médica no hay doctores ni medicinas seguramente será irrelevante para ella contar con su hoja de inscripción, si tiene acceso a una tienda Diconsa pero lo que recibe en su tarjeta no le alcanza para dar de comer a su familia desde luego que se considerará que sigue pobre. En suma no basta concentrarse en los datos, hay que dar seguimiento a la calidad de la atención y a la sustentabilidad de los mismos, se dice fácil pero es un gran reto para las políticas públicas.
Quiero aprovechar éste importante espacio para comentar algunos datos sobre la Cumbre Mundial Habitat III que se celebra ésta semana en Quito, Ecuador y que como cada 20 años reúne a expertos y funcionarios de primer nivel de varios países para analizar y desarrollar políticas públicas sobre los asentamientos humanos. Los resolutivos de esta Cumbre marcarán la tendencia de las ciudades y centros urbanos para los próximos 20 años, lo que para México es además doblemente relevante porque significa el reto de transformar la vida de 90 millones, de 8 de cada 10 mexicanas y mexicanos, que viven en las ciudades. Porque además, como lo ha señalado la Secretaria de la Sedatu, Rosario Robles Berlanga, se ha dado un desarrollo muy desigual de las ciudades por un proceso de organización muy acelerado, desigual y desordenado. La nueva agenda urbana que plantea nuestro país a través de la Comisión encabezada por el presidente Enrique Peña Nieto y la Secretaria Robles busca cambiar la realidad de nuestras ciudades y hacerlas incluyentes, seguras, resilientes, compactas y sustentables, y buscando la aplicación universal de los principios que rigen las discusiones del Foro, como son, el derecho a la ciudad, la vivienda para construir ciudades, el desarrollo regional para combatir la desigualdad, la gobernanza metropolitana, construcción de ciudades compactas y productivas, gestión eficiente del suelo, entre otras.
Estaremos en espera de los resolutivos finales para invitar a la reflexión y análisis a los diferentes actores, particularmente los de nuestro Estado, porque como lo señala otra de las intervenciones de la secretaria Robles: “Reconociendo que nuestras ciudades son fuentes de prosperidad pero que hay que hacer un esfuerzo mayor para que la riqueza sea mejor distribuida. Y esto implica empoderar a los gobiernos locales, a los gobiernos que están al frente de las ciudades, implica empoderar a la sociedad…”. ■
