En las sociedades novohispanas eran famosas las llamadas ‘cajas de agua’ que capturaban agua de lluvia. Había captura de agua para espacios domésticos y de pueblos enteros. Estos últimos generaban estructuras de seguimiento de las corrientes en los escurrimientos que se hacían durante la precipitación. En el campo se usaban las ‘trampas de agua’, que hacían pozos cercanos a los cultivos para formar bolsas de aguas colgadas próximas a la tierra de siembra, aumentar la humedad y no dejar ir el líquido de la vida.
Cuando los saberes se pierden el desarrollo humano se cae. Saberes sobre construcción de techos de tierra y edificaciones de adobe, que son los materiales ideales para mantener la temperatura al interior de las viviendas, se sustituyó en el campo por casas de block y lámina metálica, los cuales enferman a las personas por su incapacidad de regular la temperatura. Las nuevas generaciones ya no saben cómo hacer eso. Lo mismo en la tecnología de captación de agua de lluvia: ni los hogares ni los gobiernos lo hacen. Pérdida de saberes locales.
Así como las empresas constructoras de vivienda de interés social ahora diseñan con calentadores solares, así mismo deberían diseñar con la tecnología de cosecha de agua. Cuando se hace con eficiencia, puede ahorrar hasta el 50 por ciento del agua potable. La captación y reúso de agua deberían ser parte de los modelos de construcción. De igual forma los centros de población, por ley, deberían contar con equipamiento urbano para aprovechar el agua de la lluvia. Si en el año en Zacatecas cae un promedio de 520 mm cúbicos de agua, los niveles de captación son importantes en las infraestructuras que mencionamos.
En Zacatecas hay un importante abatimiento de los acuíferos y no hay cuerpos de agua superficiales importantes. Así las cosas, se hace cada vez más importante tomarse en serio la cosecha de agua. En las ciudades de la zona metropolitana se han construido decenas de colonias irregulares que terminan impermeabilizando el piso y evitando que el agua llegue a los mantos subterráneos. Los municipios metropolitanos carecen del mínimo ordenamiento urbano de su territorio, con las funestas consecuencias hídricas que padecemos. En estos casos, con el daño ya hecho, una medida de ‘mal menor’ es justamente la captación y reúso de agua.
Lo que aquí comentamos permite reducir la presión sobre los acuíferos y permite que se recuperen de mejor manera, manteniendo esas aguas en buen estado, sin llegar a sacar las aguas con sales peligrosas. También permite que los ayuntamientos rieguen jardines con esas aguas y destinen las mejores aguas al consumo humano. Y en los hogares, si las aguas se llegan a contaminar un poco, usarlas para los desagües de los baños. Todas las variantes permiten cuidar el agua de la cual dependemos: el subsuelo.
