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domingo, 5 mayo, 2024
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¿Para quién se hace periodismo?

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL • Admin •

Comentamos en este espacio, la semana pasada, que el gobierno de Enrique Peña Nieto pensaba estarse anotando el golazo de su sexenio cuando logró la recaptura de Joaquín Guzmán Loera; sin embargo, obtuvo como respuesta las burlas, memes y escepticismo de la población mexicana que veía en ello un distractor.

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A ello se sumó, con el paso de los días, el olfato comercial de los tepiteños que empezaron a comercializar gorras, camisetas y demás artículos con las frases “God save El Chapo”, “Chapo, the King”, y demás artículos elogiosos al hombre que hasta hace un par de semanas era el más buscado del planeta.

Por si eso fuera poco, un gringuito revoltoso terminó de aguar la fiesta con la publicación en la revista Rolling Stones, la misma que publicaba a Hunter Thompson, de un artículo en el que narraba su encuentro con El Chapo Guzmán, mucho antes de ser detenido, y gracias a la mediación de la actriz Kate del Castillo.

El artículo del actor y activista Sean Penn irritó como era previsible, a los políticos e instituciones de seguridad, que quedaron evidenciadas por su incapacidad de localizar al capo, mientras un estadounidense sin más arma que su nombre (el cual parece desconocido para El Chapo), logró no sólo encontrarse con él, sino además conseguir una fotografía y un vídeo.

El artículo también molestó a muchos periodistas que con argumentos que iban de la envidia al infantilismo, trataron de desprestigiar lo que ninguno de ellos había logrado hasta ahora, obtener una entrevista, (buena o mala) con él.

Algunos asumiéndose venerables electores para decidir quién es periodista y quién no, descartaban que el actor pudiera ser su colega, y otros más, se daban baños de pureza argumentando reglas éticas que dudosamente cumplen la mayoría de las veces, como el hecho de que Penn no tuviera control de las preguntas (por razones de logística y seguridad), o que hubiera sometido su artículo a la revisión de Guzmán Loera. Ambas cosas, tristemente comunes entre quienes hacen periodismo, incluso de espectáculos.

La diferencia quizá, es que Penn tuvo la decencia de advertir ambas cosas, y además, de admitir que lo suyo, más que una entrevista, era un artículo en el que se podía retratar varias cosas de la situación mexicana con respecto al narcotráfico:

La primera de ellas, es la relativa facilidad con la que puede localizarse a alguien que no quiere ser localizado, pues si bien, el mismo Penn argumenta que El Chapo quiso ser encontrado, y por ello permitió que Kate del Castillo hiciera el enlace, lo cierto es que los servicios de inteligencia podría haber hecho algo similar hace ya mucho tiempo.

Segundo, los niveles de corrupción como los militares que al ver la cara del hijo de El Chapo Guzmán dejan paso libre a quienes van a su encuentro.

Tercero, la personalidad de El Chapo mismo, a quien por primera vez le fue arrancada la admisión pública de que se dedica al tráfico de estupefacientes, y no, como siempre dijo frente a las cámaras en su lejana primera aprehensión, a ser un humilde campesino.

Cuarto, en el diálogo mismo con el narcotraficante queda de manifiesto lo que cualquiera sabría, aunque algunos, desde la comodidad de sus lujosos escritorios y con el título comprado en cualquier escuela privada que “papi” pagó no pueden entender, que a ese mundo se inicia porque es para muchos, el único camino para salir de la pobreza; al menos, el único camino que pueden vislumbrar quienes viven en ella en las serranías donde sólo la Coca Cola se acuerda de ellos.

Quinto, que tal como lo dijo Guzmán Loera, y lo había dicho ya El Mayo Zambada en la entrevista con Julio Scherer, el narcotráfico no disminuiría ni un ápice aún si se exterminara a todos los grandes capos de hoy; pues siempre, mientras haya quien demande estupefacientes y esté dispuesto a pagar por ellos, habrá quien los ofrezca, ¿No es esa la regla básica del neoliberalismo que defienden a ultranza?

Mientras escribo estas líneas sale a la luz una entrevista que el actor Sean Penn concedió a la CBS en la que afirma que el gobierno mexicano, quizá buscando limpiar la humillación, intenta ligar la captura de Guzmán Loera con el encuentro que tuvieron, poniendo con ello en riesgo su vida. Lo cual, no parece preocuparle demasiado, pues sabe bien que la gente del cártel de Sinaloa no compra ciegamente la propaganda gubernamental.

Penn también admite que su artículo falló, pues su propósito no era ni la exaltación de la persona, pero tampoco, como el periodismo amarillo quizá hubiera hecho, satanizar al mayor capo de la época actual, sino al contrario, aportar al debate de las drogas admitiendo por principio que del otro lado hay seres humanos dedicados a ello.

Es verdad, Sean Penn falló, porque lejos de poner en cuestión y a debate la política prohibicionista contra las drogas, y su estigmatización como la causa de todos los males, se fortaleció la idea maniquea de buenos y malos, y sobre todo se creó una novela más protagonizada por un antihéroe de vestimenta norteña y habla golpeada, galán con las mujeres, y que gusta de los corridos en los que se habla de sus hazañas y villanías.

Lo cierto es que mientras se discutía la ética periodística de Sean Penn, y si su trabajo constituyó un acto en esa materia, o si más bien fue de propaganda, el experto en montajes, Carlos Loret de Mola hacía gala de su influencia con la Marina presentándonos en exclusiva el vídeo del operativo Cine Negro (Julió Hernández Lópex dixit) que concluyó con la captura de Guzmán Loera ¿Eso no es propaganda?

Por otro lado, se supo de la detención en España de un personaje a quienes los zacatecanos vimos asiduamente en nuestra entidad al principio del actual sexenio: Humberto Moreira, acusado de blanqueo de dinero.

Y finalmente también tenemos noticias reiteradamente de Manlio Fabio Beltrones, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, no ya porque se hable de la acusación de tener  nexos con el narcotráfico que han hecho -basado en investigaciones (esas sí) periodísticas- Craig Pyes y Sam Dillon (New York Times), ambos ganadores del premio Pulitzer, sino porque se habló de su determinación para elegir al candidato a gobernador de Zacatecas por su partido.

De esos dos últimos temas el periodismo local y nacional poco dicen al respecto, hasta que no queda de otra justo porque de ello ya se ha hablado en otro lado. No lo hacen, es verdad, quizá no por falta de voluntad, sino porque los protegidos/protectores de esos dos personajes no facilitan que se haga.

No obstante olvidan que el periodismo no se hace para ellos, tampoco para El Chapo Guzmán, sino pensando en lo que puede ser de interés público, ¿y quién puede negar que lo que hizo Sean Penn cumple con ello?■

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