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sábado, 15 junio, 2024
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Morir… o tal vez soñar

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Por: ÁLVARO LUIS LÓPEZ LIMÓN* •

La Gualdra 561 / Arte

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A propósito de la presencia de la muerte en la historia del arte, hoy nos situamos frente a tres obras: Hamlet, de William Shakespeare, específicamente la muerte de Ofelia; el poema “Ofelia”, de Arthur Rimbaud; y la pintura Ofelia, de John Everett Millais.

 

I

La primera vez que aparece en escena el personaje de Ofelia, acto I, escena 3. “Laertes… le dice a su hermana que no haga caso al amor de Hamlet… no se trata de un amor verdadero”. Acto seguido aparece su padre Polonio explicando que Hamlet solo quiere aprovecharse de ella y le ordena que deje de verle, a lo que la muchacha accede. Hamlet, a su vez, dice a Ofelia: “Mira, vete a un convento… Yo soy muy soberbio, vengativo, ambicioso; con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos”.

Ya a solas, Ofelia exclama; “¡Oh!… Y yo, la más desconsolada e infeliz de las mujeres… ¡Oh! ¡Cuánta, cuánta es mi desdicha, de haber visto lo que vi, para ver ahora lo que veo!”, melancólica camina sin rumbo y nos canta: “Aquí traigo romero, que es bueno para la memoria. Tomad, amigo, para que os acordéis…”, “trinitarias, que son para los pensamientos […] hinojo para vos, y palomillas y ruda para ti […], para vos también, y este poquito es para mí”. Al respecto, la reina Gertrudis dice: “… no podía esto prolongarse mucho… los vestidos cargados con el peso… arrastraron pronto a la infeliz a una muerte… en medio de sus dulces cantos… [de] antiguas estrofas”.

 

II

John Everett Millais, seducido por la obra de Shakespeare, crea una obra que recrea y exalta el acontecimiento, allí el sauce y ortigas indicarían dolor, llanto y tristeza; las margaritas, inocencia y fidelidad; el lirio, virginidad; las orquídeas, sexualidad; y la amapola, seducción. En la pintura de colores brillantes, Ofelia en posición horizontal sobre el lecho del río, su frágil y virginal figura apenas flota, rodeada de flores; mostrándonos un rostro único de ojos entornados, su mirada fija en el infinito, el mentón elevado y la boca entreabierta revelan el último soplo de vida. Su cuerpo y los velos del vestido solo se perfilan, se diluyen entre la flora y el agua invitándonos a pensar en la serenidad protegida de un transparente ataúd.

 

III

El canto de Rimbaud a Ofelia nos revela, eso que ahogó sus palabras: “Hace ya miles de años… en las aguas profundas que acunan las estrellas, Ofelia flota como un gran lirio… recostada en sus velos. […] ¡Oh, tristísima Ofelia… Te fundías… como nieve en el fuego, tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra. –Y el terrible infinito espantó tu ojo azul”.

Ofelia, has viajado entre la literatura, la pintura y la poesía, presa de las aguas del tiempo aún vives perdida en ti misma, reencarnado la eternidad. ¡Oh, Ofelia!, solo en ti, morir es… tal vez soñar.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_561 

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