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miércoles, 1 mayo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / Internet y rock

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

Nunca la frase “¡qué pequeño es el mundo!” había sido tan real. Jamás (creo) en la historia de la humanidad habíamos estado tan conectados, tan virtualmente cercanos; aquello de la “aldea global” es en la actualidad más tangible que nunca. La internet, que tan polémica fue en sus inicios, se ha convertido efectivamente en una especie de caja de Pandora ambivalente, ya que, si bien ofrece múltiples riesgos, tampoco deja de ser un universo de conocimiento, de información, de diversión y de recreación.

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Hoy resulta más común de lo que parece que los niños y los jóvenes jueguen y convivan con sus iguales de Estados Unidos, Europa, Suramérica o de otros estados de nuestro país ¡desde la comodidad de sus recámaras! Todo ello, gracias a las nuevas consolas de videojuegos conectadas a la red. ¿Hacia dónde se encamina todo esto? No me atrevería a dar una respuesta; hay estudiosos del tema que abordan el fenómeno a partir de las distintas disciplinas de las ciencias humanísticas, educativas, sociales y sicológicas. De cualquier manera, esta situación, insospechable incluso hace 30 años, no deja de ser, aun hoy en día, harto fascinante.

Actualmente, gracias al acceso a la red, podemos leer y, en el mejor de los casos, adquirir libros que tal vez ya no estén en existencia, u otros que son bastante difíciles de conseguir, si no es que prácticamente imposible (aunque debo confesar que, en lo personal, siempre preferiré la hoja impresa a las letras lumínicas). Del mismo modo, nos resulta más sencillo enterarnos de las noticias que suceden en otros lugares del planeta, aquéllas que vía la televisión abierta y pública ni en sueños veremos (y menos en México, donde tristemente el duopolio televisivo dice qué sí y qué no puede o debe transmitirse en “sus” medios), o también podemos enterarnos de alguna noticia o acontecimiento en particular, desde los distintos puntos de vista y perspectivas que ofrecen los cada vez más diversos medios de comunicación. Esas, para mí, son sólo algunas de las virtudes que nos pone la red al alcance de un clic.

Otro fenómeno interesante, que ha venido a trastocar de alguna forma las relaciones humanas, es el que representan las redes sociales. No son pocas las noticias, reportajes, programas de radio y televisión, e incluso las leyendas urbanas existentes, relacionadas con el tema. Lo cierto es que, si bien por un lado las redes sociales se prestan para la frivolidad, el chisme y el morbo (y todos somos morbosos en una u otra medida), también han provocado disfunciones sociales, familiares, e incluso situaciones tensas o con desenlaces trágicos, y es porque en realidad no es tan fácil mantener el control que se pretende dentro de ellas; uno sabe lo que quiere y piensa, pero nunca (y espero de verdad que así sea siempre) sabremos lo que desean o tienen en mente los demás. Por otro lado, tampoco podremos negar que es una de las herramientas de comunicación más eficaces de la actualidad, ni los gratos momentos que nos brindan cuando encontramos un comentario afable, un saludo, o cuando nos encontramos con amigos o familiares de los que no sabíamos mucho o nada desde hace bastantes años. A final de cuentas las redes sociales son eso, sociales, y resulta bastante complicado saber quién leerá en un dado caso lo que allí se publique.

¿Pero a qué viene todo esto? ¿Qué relación tiene con el tema de la colaboración? La que yo le encuentro es que, gracias al universo virtual (y no tanto) que ofrece la internet a una parte de la sociedad (recordemos que aún existe un importante índice de analfabetismo cibernético y falta de conectividad, pese a que ya se considera un derecho humano), hoy es posible acceder a una gran cantidad de propuestas musicales, y por supuesto, también dentro del género rock. A partir de que me fue posible acceder a la red, y de que pude navegar con cierta seguridad y tranquilidad por ella, he descubierto una importante cantidad de estaciones de radio de gran calidad, habladas o totalmente musicales, que programan no sólo lo que me gusta, sino lo que quiero escuchar en un momento determinado (hasta esa capacidad de cumplir caprichos tiene la internet), ya que están organizadas por estilos muy específicos. En la red me ha sido posible reencontrarme con grupos o canciones raras e interesantes que oí en mi infancia y adolescencia, pero que pensé que jamás volvería a escuchar. De la misma manera, he descubierto y escuchado más a detalle producciones discográficas y agrupaciones de décadas anteriores, algunas totalmente desconocidas y otras consideradas verdaderos clásicos imprescindibles; asimismo, he tenido la oportunidad de escuchar grupos recientes que pertenecen a “nuevos” subgéneros y estilos, algunos de ellos verdaderamente interesantes y sorprendentes.

Las propuestas musicales que nos ofrece en charola de plata la internet son en realidad abundantes y muy diversas. No estamos hablando, como lo hubiéramos hecho hace 10 ó 20 años, de un grupo por mes, o a lo mucho por semana, si estábamos muy metidos en el afán de descubrir propuestas novedosas que brindaran el placer que nuestras trompas de Falopio exigían (y siguen exigiendo); para nada. En la actualidad nos es posible conocer, y en su caso, escuchar canciones y uno o más discos por día, de agrupaciones que ni siquiera ayer sabíamos que existían, pero que resultan verdaderas revelaciones y nos llevan a pensar: ¿dónde habías estado? La disponibilidad es en realidad generosa, tanto que no es difícil saturarse de propuestas y alternativas. El reto ahora es saber qué vale la pena escuchar, cuáles propuestas son realmente genuinas, qué temas se perfilan para convertirse en clásicos (si es que el término sigue guardando la misma acepción que hace algunos años), cuántos de los grupos que escuchamos por medio de la red son realmente honestos o resultan ser el refrito de otros; de hecho, hay grupos y discos que existen sólo en internet, también agrupaciones de prestigio mundial que han producido discos para ser distribuidos únicamente por la red, incluso de manera gratuita (pienso, por ejemplo, en Nine Inch Nails); sin embargo, sobre eso deseo platicar, si me lo permiten, en mi próxima participación.

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