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domingo, 5 mayo, 2024
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Morena: empatar retos con expectativas

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Todo indica que hoy el INE declarará que Morena ya ha logrado su registro como partido político nacional; ello ocurre en medio de una profunda crisis de la izquierda partidaria que provoca la expectativa (el deseo) de una opción que tenga algunos visos de autenticidad. La actual izquierda hace pensar en que la propia metáfora geométrica para clasificar posiciones políticas dejó de tener sentido, su vida interna  está llena de trampas, opacidad, autoritarismo, corrupción y la democracia está ausente en su seno.

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Se han separado de los sectores sociales cuyos intereses deberían representar y ahora son partidos cachalotodo con un discurso huero y lleno de generalidades, que no dice nada. Han borrado sus rasgos ideológicos, y con ello se acomodan al mejor postor; a eso le llaman ‘modernidad política’; es decir, justifican el cinismo señalando que son una ‘izquierda moderna’ que negocia, pero  termina como mercader. Si no tienen principios éticos o ideológicos, menos poseen programas de gobierno: los gobiernos estatales que ha ganado la izquierda han sido (con excepción de la Ciudad de México) una amarga decepción. Y ha sido así porque carecen de acción a partir de programas comprometidos con el desarrollo humano auténtico de las poblaciones que dicen gobernar. Se han sumado a la lucha pragmática del poder por el poder sin contenido, el poder que se ejerce con un único objetivo: mantenerlo.

Morena concentra una expectativa que, debemos decir, antes de la formalización de su registro (lo cual significa, antes de recibir dinero público) tiene luces y sombras. Las luces provienen principalmente de la lista de sus promotores, que tienen una alta autoridad moral en el país, cuya actividad en sus filas genera la esperanza de que efectivamente puedan construir el partido de izquierda que México requiere; también provienen de un programa que contiene ideas y estrategias que pueden ser síntoma de una sincera preocupación de sacar a este país de la persistencia de la pobreza y la mayúscula desigualdad en la que vivimos. Pero también existen  las sombras: el peligro del caudillismo que fue el que detonó en cadena los cientos de problemas del PRD, que ahora pueden ser los mismos peligros de Morena.

El caudillismo de Cuauhtémoc Cárdenas generó una dinámica que terminó por ahogar los mecanismos democráticos nacientes en el partido amarillo. Esto mismo puede pasar a Morena con López Obrador. Si Morena no logra convencer de contar con mecanismos internos de decisiones democráticas, podemos pensar que será otra pieza más en el museo de los fracasos. También será importante observar su capacidad de auto-crítica para mejorar los errores que se tengan; pero si ahora mismo una parte de la militancia del naciente partido es alérgica a la crítica, aún menos proclives a la autocrítica serán. Los ciudadanos no pedimos purismos políticos, eso no es más que expresión de ingenuidad, sino que esperamos una estructura partidaria que en lo fundamental pueda ofrecer al pueblo de México un programa orientado a gestionar la igualdad social que tanto necesitamos, pero desde la autoridad moral que su vida democrática interna les otorgue. Hay que empatar el reto con las expectativas y extraer de ahí un fruto: el beneficio de la duda.

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