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martes, 30 abril, 2024
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‘Sing Street’, el lugar donde se fabrican los sueños

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 283 / Cine

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Dublín, Irlanda. El año es 1985. A través de imágenes de archivo transmitidas en una vieja televisión somos conscientes de la deprimente situación económica y social del país en ese momento y de cómo a causa de ella muchos jóvenes parten a Londres en barco, un sitio totalmente desconocido para ellos donde, a pesar de no tener dinero ni pertenencias, esperan contra de todo pronóstico encontrar esperanza. Este sentimiento de juventud, de poder lograr lo que sea y donde los sueños realmente tienen un significado en la realidad es el motor principal en la más reciente cinta del realizador John Carney (Once, Begin Again).

Connor (Ferdia Walsh Peelo) es un chico de 15 años, quien inicialmente estudiaba en un colegio jesuita, es obligado a cambiar sus estudios a una escuela pública cristiana ubicada en la Synge Street, como resultado del mínimo ingreso que sus padres reciben a raíz de la pobre economía irlandesa en esos días, es un intento por reducir gastos en la familia.

En dicho lugar los sacerdotes son tan estrictos y el resto de los estudiantes tan violento, que lejos de parecer un lugar de enseñanza luce más como un centro correccional juvenil. Como si fuera comida para los leones, Connor rápidamente se transforma en el blanco preferido del matón principal de la escuela. Cuando no está siendo golpeado ni humillado públicamente, Connor se sienta en la sala de su casa cada noche y ve videos musicales en la televisión con su hermano mayor Brendan (Jack Reynor), el cual también es de muchas maneras una gran influencia en Connor: funge como su gurú musical.

Una tarde después de clases y de su paliza habitual, Connor conoce afuera de la escuela a la hermosa Raphina (Lucy Boynton) de quien se enamora instantáneamente. Raphina asegura trabajar como modelo, ante lo cual de manera instintiva Connor le propone que actúe en un video musical en una banda inexistente de la que menciona es líder y compositor. Es así como Connor deberá armar una banda de rock de la manera más rápida posible para poder filmar un video musical y así finalmente demostrar lo que vale, darse a respetar en su escuela y tal vez con mucha suerte conquistar el corazón de Raphina.

Fotograma de Sing StreetEl crecimiento y madurez personal del protagonista, la manera en la que se desarrolla la historia, la evolución de sus personajes (física y emocional), la creación y composición de temas pegajosos y llenos de efectos y sonidos sintetizados y la filmación de videos musicales de bajo presupuesto, son los elementos que dan una excusa para que Carney nos exponga una melancólica carta de amor a la juventud y el modo en que percibimos las cosas a nuestro alrededor, viviendo despreocupados y recordándonos que sólo se vive una vez.

La cinta es de igual manera un homenaje a grandes grupos y artistas musicales de la década de los 80, tales como The Clash, Duran Duran, The Cure, A-ha, Spandau Ballet y The Jam, por mencionar algunos.

Todos y cada uno de estos grupos terminan siendo una influencia directa en la composición y arreglos musicales de los integrantes de la banda ya no tan ficticia de Connor, así como en su vestimenta, reflejando la enorme influencia en el imaginario colectivo de la época.

El guión es el resultado de un cúmulo de ideas y experiencias personales de Carney, que tienen como base la idea de tener una vocación y cumplir nuestros sueños a pesar de que la realidad se muestre cruda, fría y poco comprensible a ellos pero también recordándonos que las cosas rara vez suceden como deseamos o esperamos.

De tal manera que, si bien hay situaciones que tal vez parezcan demasiado fantasiosas, o poco realistas, Carney rápidamente nos pone los pies en la tierra, con altas dosis de sinceridad y franqueza, esto aunado al buen ritmo que tiene la cinta, así como un gran y muy ingenioso sentido del humor.

Así como hay personajes que lo hacen todo para lograr sus sueños, conocemos a otros que jamás lo lograron y se quedaron estancados a medio camino, por temor a aventurarse y fracasar, como si fueran una banda de covers que nunca tuvo la valentía para componer canciones originales.

Más allá de simplemente encasillarla como una ordinaria feel good movie del montón, Carney es directo con su discurso, logra recordarnos que hay oportunidades que se deben aprovechar en el momento para alcanzar lo que deseamos, pues después puede ser demasiado tarde.

Sing Street resulta ser una película imprescindible para todo melómano, ya que cada idea que el realizador busca plasmar de una manera totalmente personal termina cobrando matices universales y con los que todos nos podemos identificar en mayor medida, teniendo algo que decirnos a todos y cada uno al momento de verla.

Esto es posible ya que el idioma que utilizan los personajes no es otro que la música, mostrando el efecto que ésta puede tener en nuestras vidas y de cómo cada experiencia que tenemos, ya sea feliz o triste (o como se menciona en la cinta, un poco de ambas) nos puede generar la materia prima para crear algo que valga la pena, como si de canciones con sintetizadores estuvieran hechos los sueños.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_galdra-283

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