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miércoles, 1 mayo, 2024
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“La fotografía es mi vida, mi pasión y mi pareja; me casé con la fotografía”: Gustavo Rivas Medina

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ Tengo mis fotos preferidas, pero todavía no tomo la mejor. A lo mejor muero en el intento”

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■ A mes y medio de haberse jubilado, siente nostalgia por su taller de fotografía en la UAZ

A más de 40 años de que se fundó el taller de fotografía en el Centro Cultural de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), ubicado en la Alameda de la capital, la nueva administración de la Rectoría busca desaparecer este espacio.

Quien se ha encargado de darle vida a este taller desde sus inicios es el fotógrafo zacatecano Gustavo Rivas Medina, quien ha dedicado parte de su vida en formar a los nuevos profesionales de la fotografía. Menciona que a nivel nacional, y haciendo una comparación con otras universidades, la UAZ cuenta con el privilegio de tener un espacio de formación cultural.

Destaca que varias generaciones de zacatecanos se han formado en este lugar, entre ellos destacados fotógrafos, no sólo universitarios, pues estaba abierto al público. Opina que al quitar la actividad cultural y formación artística se deja desamparada a la comunidad universitaria.

Considera que la cultura ayuda a complementar la formación académica de cualquier individuo, no sólo de un niño o joven, pues hasta los adultos mayores buscaban clases en este centro cultural.

Según autoridades de la Rectoría, no se contratará a alguien más para esta plaza, lo cual, dijo, es preocupante, pues se deja morir una tradición cultural universitaria de muchos años y no se toma en cuenta el interés de universitarios y ciudadanos de tomar clases.

Incluso, el fotógrafo y director de la Fototeca, Pedro Valtierra, ha buscado al Rector para saber cuál será el destino de dicho taller. Gustavo destaca que en un semestre se llegaba a tener una matrícula de hasta 70 alumnos.

Gustavo Rivas ingresó a la UAZ como docente en fotografía el mes de mayo de 1983, con Eduardo Román, y durante varios años trabajaron atendiendo a diferentes grupos, aunque no de manera colectiva, pero cada quien con su forma de enseñanza.

Comenzó tomando talleres con destacados maestros fotógrafos siendo adolescente. Pero su formación profesional fue en Kodak Mexicana, en la maestría en Fotografía Profesional, en la Ciudad de México.

Para el ex docente, conocer la fotografía fue algo sorprendente y una hermosa casualidad. Todo empezó porque tenía unos amigos que siempre andaban apurados por llegar a clases de fotografía, “hasta que me comentaron que trabajaban con otros amigos en un taller de la Universidad”.

Recuerda que entró al cuarto oscuro, donde había gente trabajando. El olor y la luz roja fueron cosas que le impresionaron. Se le explicó el proceso de colocación del negativo, el tipo de papel para imprimir su foto, entre otras técnicas, lo que le dejó cautivado.

“Me entregó una hoja en blanco, la poso debajo de la ampliadora, prendió un switch, y apareció la imagen en la misma. Se hizo una prueba, pasó la hoja a una charola con químicos, vi que apareció una imagen y quedé como en shock. Para mí fue magia, y ese momento me marcó; ahí fue cuando decidí dedicarme a esto”, dice el fotógrafo.

En 1977, por conflictos de la UAZ, se suspendieron las clases en el taller. Había fotógrafos con experiencia, como Cuauhtémoc Padilla, Raúl López y Ciro Robles, quienes tenían más experiencia. En 1980 regresó a trabajar a la Universidad en el área de difusión cultural.

Cuenta, que su primera cámara fue una telemétrica Yashika, y se la había prestado una hermana, y comenzó haciendo ejercicios relacionados con el fotoperiodismo. Elaboró reportajes, uno de ellos enfocado a la manera de vivir de los pepenadores, en el relleno sanitario.

Asimismo, participó en una exposición de pintura basada en arte del siglo 18, la cual fue realizada en el ex templo de San Agustín, y su trabajo fue documentar con su lente esta muestra.

Menciona que no está peleado con el color, pero la técnica que le gusta manejar es el blanco y negro. Le apasiona tomar imágenes en este formato, pues le gusta la manera de poder transformar el claro en lo oscuro.

Menciona que a finales de los años 70 ya se comentaba sobre la llegada de la fotografía digital, y aunque por bastante tiempo de resistió a usar esta técnica, por la rapidez del trabajo, comenzó a usar una cámara digital hace apenas 4 años.

Reconoce que con esta última se ha llegado a abusar de las tecnologías que existen actualmente, pues muchos jóvenes utilizan el Photoshop para poder mejorar sus fotos. Considera que primero se debe dar valor a la imagen, a la composición, al equilibrio o a los tonos.

También se cae en el tema de la fotografía conceptual, ya que muchas de las convocatorias que se lanzan sobre fotografía están enfocadas a la foto conceptual, aunque sigue practicando con el digital, busca otras opciones.

En estos años, se ha hecho amigo de sus ex alumnos. Entre ellos se encuentran fotoreporteros que han trabajado en medios de comunicación internacionales y fotógrafos de la sección de Sociales; algunos otros han cambiado su residencia a la Ciudad de México.

Hace mes y medio, se jubiló. Aún siente nostalgia al recordar su taller de fotografía, pero reconoce que su ciclo en la Universidad ya concluyó. “La fotografía es mi vida, mi pasión, mi pareja. Me casé con la fotografía y me ha brindado experiencias increíbles. Aunque también me involucré en cine, donde documentales, y trabajé en la radio”, dice el universitario.

Entre las anécdotas que lo han marcado como fotógrafo, recuerda una ocasión que en la Universidad Autónoma de Guerrero los estudiantes se pusieron en huelga de hambre para exigir que no se les retirará su estación de radio universitaria y de la UAZ se envió a Gustavo y a otra persona a llevar un mensaje de solidaridad.

Sin embargo, cuando iba a dar su mensaje en micrófono a los compañeros, el Rector dijo que Gustavo se unía a la huelga de hambre, de manera que duró 22 días sin probar alimento. La experiencia que como fotógrafo vivió aún no la olvida. Ese momento lo hizo que valorara el poder de la imagen en los medios de comunicación y el hecho lo motivó a seguir adelante con su proyecto profesional.

Actualmente busca salir a las calles para hacer reportajes y recientemente tuvo una exposición individual en el teatro Calderón, en la que presentó imágenes que ha captado en los últimos 4 años con su cámara digital.

Quiere seguir capturando imágenes, incluso abordando la denuncia; pretende salir a las calles y seguir como docente de manera particular. También disfruta charlar con compañeros fotógrafos, algunos de ellos pertenecientes a algunos medios, para intercambiar conceptos no sólo de técnicas, sino de la vida misma.

“Hay fotografías que no he captado porque en ese momento no traigo la cámara. Aunque a veces creo que es mejor que esas imágenes se queden en mi cabeza, porque hay situaciones que tal vez debieron ser denunciadas, pero no me tocaba. Tengo mis fotos preferidas, pero todavía no tomo la mejor. A lo mejor muero en el intento”, dice Gustavo.

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