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viernes, 17 mayo, 2024
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Contra el infierno que persiste en el país se opone su “gran creatividad”

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Por: ALMA RÍOS •

■ La labor de la literatura es testificar “una realidad incómoda, no cerrar los ojos”: Villoro

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■ Preocupante, depositar la esperanza en un líder si se le ve como una persona mesiánica

“En esta inmensa necropsia que es nuestro país, ¿cómo podemos nosotros sentirnos bien?”, dijo Juan Villoro Ruíz (Ciudad de México, 1956) sobre la tragedia que ya arroja más 30 mil desaparecidos. En este escenario la labor de la cultura es tratar de entender “la desesperanza en la que vive mucha gente, que habiendo perdido lo más valioso, decide sin embargo seguir luchando”, dijo en Acentos, el programa de La Jornada Zacatecas TV.

México es un país de “dos velocidades”, que presenta enormes desigualdades; una democracia imperfecta, corrupción, violencia, impunidad y ausencia de Estado de Derecho, pero al mismo tiempo una gran creatividad; donde “falla la sociedad, es decir, falla el país de las reglas, pero triunfa la comunidad”, la relación de los afectos, las emociones, las confianzas compartidas, agregó en la conversación con Carlos Navarrete, conductor de la serie.

Un país entre la paradoja del apocalipsis y el carnaval, sólo puede ser amparado por un nombre, el que diera Ramón López Velarde a uno de sus poemarios: Zozobra. Idea que también expresara en su mensaje de recepción al Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2016, el pasado 16 de junio en el Teatro Hinojosa de Jerez.

En México, la labor de la literatura es testificar “una realidad incómoda, no cerrar los ojos”. Algo que han hecho los grandes escritores de todas las épocas, pero al mismo tiempo, “demostrar que en medio del infierno, no todo es infierno”, dijo Villoro Ruiz.

Aquí, luego de la referencia a Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino, trajo otra más cercana, ésta de una tía del escritor Jorge Ibargüengoitia: “La vida quiso que fuera desgraciada, pero no me dio la gana”; que ofreció para señalar que aunque la realidad “conspira contra ti” y pareciera que lo más difícil del mundo es sentirse bien, puede lograrse y el arte sirve para ello, criticando la realidad imperante pero a la par, demostrando que hay otro mundo posible al que ojalá México “algún día se parezca”, dijo.

 

El México en Zozobra

El Premio Internacional de Periodismo Rey de España 2010 refirió su experiencia reciente en las fosas comunes de Tetelcingo, Morelos, primera de las cuales fue descubierta por una madre que luego de encontrar a su hijo en la morgue, tuvo que localizar el cuerpo nuevamente cuando las autoridades lo desaparecieron tras hacer las investigaciones periciales.

“Obviamente su desesperación fue inmensa, empezó a preguntarla a cualquier persona con la que pudo hablar y alguien le dijo: mire, allá en Tetelcingo parece que están tirando cuerpos”.

Para ubicar el cuerpo en el sitio que se encuentra a afueras de Cuautla, la mujer pidió a activistas, entre ellos, Javier Sicilia, cabeza del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y el Rector de la Universidad Autónoma de Morelos, apoyo, ante la negativa de recibirlo por parte del Ministerio Público.

“Tenemos nosotros personas que son deudos de las víctimas y que son victimizados, primero por la negligencia del MP y luego por tratar de buscar a sus hijos. Eso es México”, dijo al comentar la respuesta del gobierno de Morelos a la iniciativa de la ciudadanía que tomó la labor de buscar a sus muertos en sus manos, demandarlos.

Sobre el fenómeno que se repite en todo el país, refirió el libro del corresponsal de La Jornada Sinaloa, Javier Valdez Cárdenas, Huérfanos del narco, que habla de “las buscadoras”.

Acotó que la mayoría de quienes se han lanzado a rascar la tierra con tapas de lata en busca de los huesos de los seres queridos desaparecidos, son mujeres, exhibiendo un “mapa de tumbas. Esa es la gran tragedia que estamos viviendo”.

Convertido el país en una inmensa necropsia de más de 30 mil muertos, la cultura trata de entender esta situación de desesperanza en la que la misma gente ha decidido seguir luchando, dijo el autor de El testigo (Premio Herralde 2004), también sobre las caravanas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia, caravanas que no fueron “de la venganza” sino que pedían justicia, “fueron caravanas éticas” y en que se exige la memoria para los caídos pero sin una actitud rencorosa o justiciera.

“Lo cual me parece extraordinario porque ellos no quieren ser como sus verdugos (…) efectivamente, si algún nombre puede amparar a este México es el del poemario de López Velarde, Zozobra”.

Sobre el recurso a la venganza, en este contexto, Juan Villoro observó que existe una tentación hacia ello, “tipo Oeste”, que han encarnado figuras como Isabel Miranda de Wallace, pues luego de capturar a los secuestradores de su hijo de una forma valiente y entregada, se ha convertido en una “persona justiciera”.

Sostuvo que hay una gran diferencia entre la justicia y la venganza, que ubicó como un gran tema moral y que abonaría a la reconciliación del país “por pensar que nosotros podemos ser distintos a los verdugos, los criminales”, pero que también transita por “una de las grandes aventuras humanas que tiene que ver con el perdón”.

Comentó asimismo que el atlas de la memoria del México hoy, lo están haciendo los ciudadanos, pues el gobierno no ha hecho nada. Así la gente común está supliendo la labor que debería de hacer el Estado, lo que es “muy grave”.

 

La desilusionante “democracia”

Luego de la recomposición de la derecha exhibida en las recientes elecciones y rumbo a las que renovarán la presidencia del país en 2018, y ante la pregunta de Carlos Navarrete sobre la falta de una épica o heroicidad que deriva de la respectiva de liderazgos, tema para el que trajo la referencia a un tema siempre de interés en Juan Villoro, el futbol mediante la reciente conversación entre Maradona y Pelé, donde los astros del balompié referían a Messi como un jugador estupendo pero sin madera de líder, el escritor observó que es preocupante y peligroso depositar la esperanza en un líder, si se le entiende como una persona mesiánica  “que nos puede salvar de todo”.

Dijo que una de las cosas más graves que pueden pasarle a un país es estar en una situación oprobiosa o angustiante, y además sin salidas.

Recordó el contexto de 1988, cuando ciudadanos como él mismo votaron por Cuauhtémoc Cárdenas, pues vieron en la figura una esperanza. Pero hoy día, sostuvo, “desgraciadamente no hay ninguna formación ni líder político, “que pueda representar una alternativa válida, suficientemente ilusionante o esperanzadora. No la hay”.

Así el pueblo de México está condenado “a votar no por el menos malo sino por el menos pésimo”, dijo.

Las recientes elecciones fueron significativas porque castigaron a gobiernos locales, algunos que “rozan en lo criminal” como el de Veracruz y Tamaulipas, y en que los votantes viraron hacia el PAN, pero en otras donde hubo una gestión “no tan mala”, refrendó su triunfo el PRI.

Hubo asimismo un crecimiento en 80 por ciento de Morena, aún sin obtener puestos. Y está también el caso de Javier Corral, “un panista atípico”, que logró la victoria “para muchos sorpresiva”, en el fuertemente priísta estado de Chihuahua.

No obstante el interesante reacomodo, reiteró, sigue faltando una alternativa fundamental, pues antes de que se diera la alternancia en el país “repetíamos mucho aquella frase que se decía en España: estábamos mejor contra Franco”, acá adaptada como “estábamos mejor contra el PRI”.

Entonces se entendía que cuando cambiara un sistema que estaba mal, el del viejo PRI, todo mejoraría, “pero está visto que con la alternancia democrática puede ganar el peor candidato; el PAN ha demostrado que si pierde el PRI hay algo peor”.

Respecto de la épica ciudadana, los liderazgos desde la sociedad civil a la que Navarrete hizo referencia, y que se desarrolla en medio de la desconfianza generada también por la situación de zozobra en el país, observó, que vivimos en “una República del descontento”, que ha generado muchos y diferentes movimientos que pretenden transformarlo.

“El caso Ayotzinapa articuló emocionalmente a muchísimas personas y hubo una muy clara indignación, incluso de personas de distintos medios manifestándose en contra de esto”, dijo.

Entre otros el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Raúl Vera –muy cercano al Papa Francisco-, y católicos progresistas que están luchando por un cambio o los zapatistas, que ya manejan cinco municipios “reinventando un país allí”.

Hay asimismo movimientos de colonos, de ecologistas, y estudiantiles como el YoSoy132, “que pueden desvanecerse pero también recuperarse”. Se han sumado también empresarios descontentos con un país de monopolios donde se concentra el capital, algo que exhibió el informe de Oxfam preparado por Gerardo Esquivel.

México “va a contrapelo de la historia mundial”, pues mientras que la brecha entre ricos y pobres en el contexto internacional no se abre radicalmente, aquí se sigue ensanchando “de forma avasallante”.

Todas estas condiciones harían pensar en la posibilidad de unificar el descontento articulándolo en un movimiento cívico que pueda cambiar las reglas del juego, “eso sería deseable pero no sé si es posible”.

Dijo le encantaría que cambiaran estas reglas para que se privilegie la legalidad, para luego proponerse defensas de carácter ideológico, pues actualmente los partidos políticos “se dedican a hacer negocio y a protegerse a sí mismos entre todos ellos” dejando al margen a la ciudadanía.

“Tenemos poder el día en que votamos; al día siguiente el partido se desentiende de nosotros, hace lo que le da la gana”, dijo.

 

Buscar lo que no es infierno

Del libro Las ciudades Invisibles, de Ítalo Calvino y para tocar el tema del arte y la cultura “sin cargarle la responsabilidad” de transformar la realidad y suturar las heridas abiertas de México, Carlos Navarrete citó un fragmento de su última parte:

“El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay, de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”.

Contra el infierno que se hacer persistir en el país con su democracia imperfecta, sus enormes desigualdades, su inseguridad y su violencia, Juan Villoro opuso “su gran creatividad”.

“Es un país extraordinario, en que falla la sociedad, es decir, falla el país de las reglas, pero triunfa la comunidad, triunfa la relación de los afectos, la relación de las emociones, de las confianzas compartidas”, dijo.

Este México al mismo tiempo “entre el apocalipsis y el carnaval, es un país muy paradójico, muy extraño”.

“Entonces tenemos esas dos posibilidades. Y yo creo que la labor de la literatura es por un lado ser testigos de una realidad incómoda, no cerrar los ojos, y eso lo han hechos los escritores de todas las épocas, pero al mismo tiempo como tú muy bien dijiste, se trata de demostrar que en medio del infierno no todo es infierno, de abrir una ventana hacia otras posibilidades”.

“Mucha veces la realidad conspira contra ti, parece que lo más difícil del mundo es sentirte bien y sin embargo puedes lograrlo, y el arte también sirve para eso. O sea, no para anestesiar a la gente sino para criticar la realidad imperante, pero para demostrar que hay otro mundo posible. Y ojalá alguna vez nuestro país se parezca a ese mundo posible”.

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