México, DF. Como un cronista de sueños urbanos y dibujante de ángeles y libertad, calificó Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), al caricaturista, dibujante y artista plástico mexicano Manuel Ahumada.
A través de su cuenta de Twitter, Tovar y de Teresa externó, además, sus condolencia por la muerte del reconocido cartonista, quien falleció ayer en la ciudad de México, a los 57 años de edad, a causa de un paro cardiorespiratorio.
Los retos del caricaturista son velados en una agencia funeraria del sur de la capital y serán cremados hoy, informó el Conaculta.
Manuel Ahumada nació el 27 de enero de 1956 en el Distrito Federal y creó una exitosa trayectoria artística de más de 30 años. Su trabajo se divide entre la caricatura política, la historieta, la pintura y la escultura.
Sus imágenes se caracterizaron por plasmar un vasto universo iconográfico protagonizado por ángeles, demonios, mujeres etéreas, astronautas que viajan en combi, pachucos sin rostro, espejos abismales, azoteas melancólicas y tendederos donde se orean diversos objetos.
Ahumada, egresado de la ingeniería agrícola en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Cuautitlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenzó a ejercer como cartonista en el periódico Melodía.
Además, colaboró en La Garrapata, en el suplemento masomenos del diario unomasuno, en el diario La Jornada y en el suplemento de La Jornada «Histerietas».
Fue cofundador de «El Papá del Ahuizote» y coautor de «El Tataranieto del Ahizote», así como autor de varias carpetas de dibujos y pinturas, entre ellas «Una mirada hacia abajo», «Del cielo a la tierra».
En 1981 fue reconocido con el segundo lugar del Salón Internacional de la Caricatura de Montreal, Canadá, y un año más tarde ganó el Grand Prix del mismo encuentro.
Escribió el libro visual «La ventana», auspiciado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). En él, como en mucha de su obra, resaltó la figura femenina.
Ahumada decía que su proceso creativo lo realizaba en cada momento de su vida: «Sufro cuando el lienzo está en blanco, cuando no sé bien por dónde empezar, porque no hago bocetos, pinto directo; pero una vez que sale la idea, lo demás es pan comido».
