Para Teresa, Alberta y Jacinta,
mujeres, orgullosamente indígenas,
pobres y privadas de su libertad
gracias a la corrupción y decadencia
del estado mexicano
México es un país grande que padece a una clase política inepta y de élite que solo ve por sus propios intereses; damos una enorme vergüenza a nivel mundial pues es evidente que el pueblo soporta y elige a los mismos gusanos que luego le carcomen las entrañas. En lo personal, no me siento representado por ningún personaje ni por ningún partido político, peor aún, me averguenza como mexicano que todavía en pleno siglo 21 nuestros hermanos indígenas sean tratados como ciudadanos de tercera, degradados a simples elementos de ornato que dan sustento a la cultura y las tradiciones cuando éstas son necesarias cuando viene el turismo extranjero para admirarlas o saquearlas. Teresa, Alberta y Jacinta pasaron de vendedoras de muñecas de trapo, verduras y aguas frescas a secuestradoras de elementos de la ya agotada Agencia Federal de Investigación, pues para el gobierno mexicano, estás mujeres de metro y medio de altura, contaban con la fuerza, los motivos y los medios para privar de su libertad a 6 policías, por lo que fueron sentenciadas a 21 años de prisión, aunque solo estuvieron en la cárcel 1335 días por un delito fabricado por las autoridades. Así es la justicia en México, de privilegios y de injusticias pues hay muchos indígenas que se encuentran privados de su libertad a consecuencia de su ignorancia o por ser pobres, pues en la pirámide de los agraciados, nuestros hermanos de los pueblos originarios han sido colocados en el subsuelo como tapetes de los de arriba. En nuestro país, los más blanquitos y de apellidos extranjeros son los que ocupan los mejores puestos aunque sean los más estúpidos e ineficaces. Le recomiendo dar una pasada por los apellidos de los altos funcionarios de la Administración Pública, por ejemplo, el titular de Semarnat es Rafael Pacchiano Alemán y, excepto por haber sido diputado por el Partido Verde Ecologista, creo tener más currículum y experiencia que él. Volviendo al caso de mis hermanas indígenas, la PGR tuvo que disculparse a producto de gallina, por que definitivamente el conjunto de funcionarios mediocres, ineptos, corruptos e inconscientes, fabricaron el delito de secuestro e inventaron que Jacinta era delincuente; hoy queda demostrado que ser pobre mujer e indígena no es motivo de vergüenza, esto lo dijo en conferencia de prensa Jacinta Marcial. Por su parte, Teresa tuvo que parir a su hija en la cárcel pues la detuvieron cuando tenía 8 meses de embarazo y con toda razón ha dicho: “mi hija no merecía haber nacido en ese lugar”. La petición que ellas hacen es que si las autoridades no saben hacer su trabajo RENUNCIEN y deje de hacer tanto daño a México y a su pueblo, esto último lo digo yo. En este contexto me pregunto: ¿Cuántas cosas más tienen que pasar para garantizar la justicia a nuestros hermanos de los pueblos originarios? ¿Qué hace el gobierno mexicano con los indígenas Rarámuris que esperan sentencia en estados unidos por cruzar droga a cambio de unos tenis nike? Sin duda, pasaran más hechos lamentables e inocencias perdidas en las prisiones del país a consecuencia de la corrupción del sistema jurídico mexicano. Aquí en Zacatecas, hemos logrado que Lucio López de la etnia Wixárika ingrese a estudiar a la Unidad Académica de Derecho y, estamos motivando para que más hermanos indígenas se integren a la escuela para formar una nueva generación de abogados que defiendan sus causas y, próximamente estaremos integrando una asociación civil que representa a varias etnias que habitan en nuestro territorio con el fin de asesorarlos en la promoción de sus productos y artesanías, defender sus derechos humanos fundamentales y crear en la sociedad una nueva conciencia de inclusión de dichos pueblos en la vida económica, política y social, pues está visto que por sí solas, las autoridades no actuaran y menos aún, darán cumplimiento a lo que señala el artículo 2º de la Constitución Política Federal; así, requerimos de estrategias y políticas públicas que integren a los índigenas al progreso y al desarrollo, donde aprendamos de ellos y constituyamos una hermandad con aspiraciones afines, solo así podremos decir: “en Zacatecas también nos chingamos al estado”. ■
*Integrante del Consejo Mundial para la
Defensa de los Derechos Humanos
