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sábado, 4 mayo, 2024
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Año nuevo, mismos viejos errores

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

  • INERCIA

“Feel like a brand new person” dice el coro de una canción de Tame Impala, mientras que una voz en off repite “but you make the same old mistakes”… Desde luego que Kevin Parker habla sobre las fortunas amorosas, pero bien se puede aplicar los mismos versos a temas sociales ¿O es que acaso no somos como adolescentes enamorados cuando se trata de nuestro destino político y económico? Es un año nuevo pero seguimos cometiendo los viejos errores.

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Dicen por ahí que nadie aprende en cabeza ajena; y claro, uno puede ir por la vida escuchando las grandes revelaciones que los demás han tenido respecto a sus aprendizajes vitales, sin embargo, sólo queda la lección superada una vez que se experimenta en carne propia.

Ezequiel A. Chávez decía que el México del siglo XX, cuando finalizó  la guerra de la Revolución, se había querido calzar el traje de la modernidad, tratando de imitar lo que las grandes potencias mundiales habían hecho; por supuesto que esta pretensión fue un rotundo fiasco, pues como el mismo Chávez explica: “sabemos que un simple traje bueno para un sajón no puede avenirse a un mexicano sin hacerle sufrir modificaciones considerables.”

 

Tiempo de recapitular

Comienza un nuevo ciclo, y todos quisiéramos creer que es un nuevo inicio, que todo ha quedado atrás, como en una pesadilla de la que se despierta uno por la mañana. Obviamente todo sigue siendo real y palpable. Asesinatos, desapariciones, violencia… Siguen y al parecer seguirán en nuestro presente.

Nuestro Estado sigue siendo un estado de guerra, pues las disputas por el territorio entre los clanes el crimen organizado se escucha en los convivios familiares con cotidianeidad. Las muertes ocasionadas tangencialmente por los efecto de los gobiernos corruptos son la nota diaria de los noticieros… ¿Acaso tendrá algún día esto un final feliz?

Sin duda no. Dejando de lado el poético hecho de que los finales felices no son posibles, es difícil visualizar que, con nuestra economía, los efectos de la violencia y la corrupción disminuyan; y hablo de disminución en un sentido realista, porque como he dicho en columnas anteriores, son condiciones humanas y siempre estarán en nuestra naturaleza, son incluso necesarias.

Pensemos por ejemplo, en el recién aprobado presupuesto de egresos de nuestra entidad para el 2016, que asciende a la no muy modesta cantidad de 2 mil 50 millones de pesos que se pagarán a la banca privada en un plazo de 15 años… Es decir, la actual administración liderada por el flamante gobernador Miguel Alonso, no se hará cargo de dicho pago, sino que lo dejará en manos de quién sabe qué maquiavélico plan. Con las elecciones estatales a cuestas es complicado entender los movimientos ajedrecísticos que se están ejecutando, pero no es descabellado inferir que esta deuda tiene relación directa con los precios tan elevados que requieren las campañas políticas… Lo realmente grave es eso, que tal suma de dinero no está destinada a cubrir necesidades de desarrollo social que la reditúe; en este sentido, la deuda será pagada por triplicado, es decir, la pagará la sociedad en seguridad, la sociedad en educación y la sociedad en cultura.

 

Saltos en el tiempo

Hemos escuchado decir a nuestros dirigentes, cuán importante es estar a la vanguardia, como los países primermundistas, y nos han hablado de la privatización, de las reformas, de las deudas como los cambios que nuestro país requiere para salir del atolladero. Siguiendo con la idea de Ezequiel A. Chávez, nuestra nación no saldrá del hoyo en el que se encuentra por hacer lo que otros hacen. Lo que realmente hacemos bien como sociedad es repetir los mismos errores de siempre.

¿Recuerdan a aquel joven perredista con futuro prometedor en la política mexicana? ¿Recuerdan que cuando no le dieron oportunidad de contender en las elecciones gubernamentales del 2010 cambió de partido político, a aquel bando que se suponía representaba los intereses opuestos a los de la izquierda? Por si no logran recordar, el tiempo ha hecho un saltó tempo-espacial y ahora ocurre algo parecido: Misma familia, mismas ambiciones, mismos partidos involucrados…

Que una persona cambie de partido político como de calcetines, parece no ser algo grave, porque estos clanes ya no representan nada a nivel de ideales, ni siquiera en el sector social. Lo endemoniadamente terrible es que ocurra otra vez lo que ha estado sucediendo en los últimos 6 años de gobierno: Nada.

Es tiempo de valorar nuestro pasado; pasarle examinación como si de un microbio ante el microscopio se tratara, y analizar con cuidado lo que podemos realmente cambiar.

Desde que comencé a escribir esta columna, he intentado que el eje primordial quede de lo más claro: La sociedad es la única que puede cambiar y si no lo hace es porque encuentra beneficios implícitos en ese estancamiento. He intentado mostrar cómo la comprensión de la idiosincrasia nacional es un elemento clave para entender nuestro entorno y a nosotros mismos. Con el mismo tono me preparo para criticar lo que el 2016 nos traiga y con el dedo en la llaga sé que dentro de un año estaré diciendo que no hemos cambiado.■

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