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jueves, 16 mayo, 2024
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Lucía López Una guerrera Wirrárika

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Veo una publicación en el muro de Facebook de Paco Elizondo referente a una hermana perteneciente a la etnia Wirrárika de nombre Lucía López, quien busca apoyo institucional para solventar los últimos estudios médicos y determinar si ha vencido el cáncer de médula que ha padecido por dos años. Me comunico con ella, acordamos una cita y damos atención a sus requerimientos; Lucía se hace acompañar por uno de sus hijos, Alexander de 9 años, un niño algo tímido y a la vez muy valiente pues ha tenido la entereza de acompañar a su madre en este peregrinar dónde algunas veces, ha faltado la comida pues han sido días de aguacate con tortilla y sal y, noches de dormir en el suelo. Lucía me comenta que hace poco más de dos años y estando en los campos agrícolas de una comunidad de Fresnillo, empezó con mareos y vómitos por lo que fue atendida en el hospital general de aquel municipio, donde le hicieron estudios y análisis que resultaron en cáncer en la sangre; el panorama inicial no era nada halagüeño, dice Lucía, ya que le daban pocos días de vida si no recibía una debida atención médica. Afortunadamente el servicio y la atención fue oportuna y logró sobrevivir, inició con sus quimioterapias y después de haber sido internada varias veces en el hospital general de Zacatecas, ha ido evolucionando positivamente aunque ha sido un ir y venir a su comunidad en Huejuquilla el Alto, Jalisco, dónde la espera su esposo y sus otros dos hijos, uno de 5 años y otro de 4. Al platicar con Lucía, me doy cuenta de su inteligencia y su capacidad de comunicarse, me comenta que le hubiera gustado estudiar Derecho, aunque se lamenta de no haber podido con todo y que recién ha terminado la educación secundaria y, continuará con la Prepa en línea pese a las dificultades de encontrar un cyber para las clases. Lucía tiene 25 años y considero que es una guerrera ya que ha venido a los campos agrícolas de Fresnillo como jornalera junto con su esposo, para comprarle una cama a sus hijos, sin embargo, ya estando acá la enfermedad le dio otro giro a su vida; me dice que solo busca un poco de apoyo y que no viene así nomás, por eso trae sus pulseras y collares artesanales que ella misma hace para apoyar también con los gastos de su tratamiento, lo cual tiene mucho valor y representa la grandeza de nuestra cultura, de nuestras mujeres indígenas que cómo Lucía, luchan cada día por sus hijos, por su familia y, que muchas veces, su pelea diaria encuentra muchos más obstáculos que los que enfrentan las mujeres mestizas, ya que su condición de ser indígena la lleva a sortear discriminación y falta de oportunidades. Así pues, Lucía recibe ya, el trato institucional que merece ya que en la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños, Adolescentes y Familia, ha sido bien recibida, le estamos brindando una atención personalizada, pues además, la sensibilidad que caracteriza a la Señora Sara Hernández de Monreal, nos lo mandata, ya que ella es muy empática con este tipo de situaciones. Lucía, dormirá hoy en un especio muy digno, me dijo: a ver si no me hace daño la cama, pues llevamos varios días durmiendo en el suelo; le hemos dado algo de ropa, juguetes y tendrá una comida más adecuada a sus necesidades de salud y Alexander, acorde a su desarrollo. Lo aquí narrado no tiene como finalidad vanagloriarnos de nada en absoluto, pues estamos haciendo lo que por Ley y por humanidad nos corresponde; solo pretendo exponer un caso de tantos que sirve de radiografía respecto a las condiciones y circunstancias que afrontan heroicamente nuestros pueblos y comunidades indígenas que a la postre, han pasado inadvertidos por las administraciones pasadas. En los hechos, la historia de Lucía nos habla de anhelos y sueños de superación como cualquier otra mujer; nos narra los sacrificios que hace una madre para mejorar las condiciones de vida de sus hijos, nos da idea de ser ejemplo para sus pequeños, pues esta guerrera va superando con mucho esfuerzo, su condición de salud, sus limitaciones para acceder a un esquema educativo que no está traducido en su idioma y que no brinda las mismas oportunidades que a las mujeres mestizas, nos muestra que pese a querer estar acostada por las reacciones a las quimioterapias, sale a vender sus artesanías para costearse sus tratamientos y sostener a su familia. Sin duda, Lucía es una verdadera guerra Wirrárika.

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