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miércoles, 1 mayo, 2024
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Cuídenme las manos

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Por: ALBERTO HUERTA* •

La Gualdra 306 / Río de palabras

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Glorioso apóstol San Judas Tadeo, ruega por nosotros.

 

Para Octavio Vázquez

 

¡En nombre del Padre… del Hijo… del Espíritu Santo… Amén! Y con un chorrito de agua marca en el piso sus límites. Y no le quiten la mirada a mis manos. Cuídenme las manos… Porque las manos son más rápidas que la mirada. Y muestra las palmas de las manos a la gente que se acerca. Yo no soy mago… ni brujo… ni hechicero… ni mi mamá es la bruja Escaldufa… Yo no vengo a venderle nada… No soy comerciante. Yo vengo a regalarles a San Judas Tadeo que se venera cada veintiocho días. Y se los doy de corazón. Y lo que se da de corazón vale más que ninguna otra cosa. El regalo sólo se lo voy a dar a unas pocas personas. Yo les vengo a brindar de regalo una protección… una protección contra el amigo del alma que te invita una cerveza… y eso no está mal… lo que sí está muy mal son las malas intenciones que esconde detrás del regalo. Una protección contra la amiga que viene a sonsacarte para que andes de nalga floja… Una protección contra la vecina que de oquis se pone verde de coraje en cuantito te ve, cegada por la envidia y el rencor… protección contra la enfermedad que te provocaron con el muñeco vudú, con el muñeco que te fabricaron con las pantaletas que se robaron del tendero de tu casa… clavándote siete alfileres de cabeza roja si eres mujer… y siete alfileres de cabeza negra si eres hombre… Protección contra las siete gotas de menstruación que te dieron a beber en el café, en la cubita, mezcladas con toloache… ¿Sabes lo que es el toloache? Es una hierba que allá, en mi pueblo se les da a las personas para quitarles la voluntad… una hierba que apendeja… Que quita la voluntad al cristiano… Cómete un plato de verdura y no de amargura. ¡Siete días tiene la semana! Y siete monedas de a diez pesos son las que pido de ayuda. Pero piénsalo bien. Regálamelas sólo si no van a desacabalar para comprar la leche y los huevos para que desayunen tus hijos. Pero que a mí me van a servir para pagar mi pasaje, para que me coma un taco, para una botella de agua. Si me los vas a dar… que sea de corazón, que te nazca… ¡A ver, alcen la mano los que me quieren de corazón dar una ayuda! Aquéllos que si voy a tocar a su puerta me ofrezcan un plato de comida, un jarro de agua… de café… Las manos se levantan primero con timidez, luego con resolución. El hombre va tomando las monedas, los billetes al tiempo que va diciendo a cada uno: Acepto tu regalo, porque me la das de corazón, acepto tu regalo, porque me lo das de corazón. Cuando termina mira a toda la concurrencia y dice: Vamos todos a rezar… ¡En nombre del Padre… del Hijo… del Espíritu Santo… Amén!

 

 

 

 

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