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viernes, 14 junio, 2024
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Alternativas a la fétida condición de los Partidos Políticos

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

No dudamos que al interior de algunos partidos políticos exista gente honesta que tenga buenas intenciones en su militancia. Pero cuando afirmamos que dichos institutos navegan en la decadencia, lo hacemos en tanto que organizaciones políticas. Por tanto, las exculpas de algunos militantes están fuera de lugar, porque no es lo que se debate. Y la bola de nieve sigue su camino: el PRD declara que es posible que para las próximas elecciones hagan alianza con el PAN; es decir, continúan como si nada hubiera pasado, con la misma conducta hiper-pragmática que los ha llevado a incorporar candidatos no confiables, con tal de elevar su reserva de votos y ocupar espacios en la dirección del Estado. Y lo más grave: muestran cómo su centro de gravedad es la próxima elección y los cálculos para ello, y no las víctimas que provocaron con sus decisiones pragmáticas. Han perdido el contacto con la realidad social, y viven en el mundo de la Matrix de la especulación política. La movilización ciudadana deberá ahora plantearse eliminar todo depósito de legitimidad del proceso a través del cual se hacen estos señores del poder: las elecciones. ¿Qué ocurre si hubiera 80 por ciento de abstención? Pues los electos serían nominados con menos de 10 por ciento de votantes. Esto significaría la crisis total del sistema de partidos en México. Es una de las posibilidades del creciente movimiento estudiantil: llamar a la abstención electoral, y convertir la indignación en abierto rechazo de los mecanismos de ingreso al poder. Ahora mismo no hay oposición política. Existe la duda fundada de Morena, ya que el argumento de que son distintos porque los militantes y personalidades que componen este partido han mostrado solvencia moral (al menos en términos de corrupción) parece ser cierta; sin embargo, insisto: no se trata sólo de la solvencia moral individual de los militantes, sino de lo que se hace con el partido político: el tipo de gobiernos y legisladores que elige, su vida democrática interna, y las propuestas políticas que promueve. Y es cierto que es un partido nuevo, y tiene el derecho de duda; pero en la crisis actual deberemos ver su comportamiento. Un indicador lo constituyen las propuestas que salgan en estas semanas en torno al tema de los derechos humanos. La propuesta de la Comisión de la Verdad es algo, pero insuficiente (aunque puede ser mucho respecto al fétido cinismo del PRD).

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¿Qué han propuesto los partidos en estos días en torno al tema urgente de Derechos Humanos? Nada. ¿Qué acciones han emprendido para resguardar los derechos de las víctimas no sólo directas, sino las indirectas? Nada. ¿Se han volcado para exigir y vigilar el tipo de búsqueda que se realiza de los estudiantes normalistas? No. Lo único que se les ve haciendo es un serial de cálculos para manejar la estrategia mediática que les afecte menos para su presencia en la elecciones de 2015. Ahora mismo es la postura, análisis y propuesta sobre el tema de los derechos humanos en este país. Porque que las violaciones a derechos humanos no son producto de acciones aisladas atribuibles únicamente al comportamiento de funcionarios corrompidos, sino que son conductas sistemáticas derivadas de condiciones estructurales permisibles a las violaciones cotidianas.

El problema con la protección de los derechos es que hasta el momento se les ha visto como un atributo aislado y no como una condición para el ejercicio mismo de la vida democrática. No puede haber una política pública de seguridad (mucho menos una “estrategia”) que sea efectiva si no incorpora como uno de sus ejes transversales el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales. La seguridad pública no es un fin en sí mismo. La protección de la seguridad de los individuos; es decir, el derecho a la seguridad personal, es una condición indispensable para el ejercicio de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales. Sin embargo, ninguno de los gobiernos federales que hemos tenido recientemente ha diseñado una política de seguridad que incluya a los derechos humanos como un eje transversal. Y ninguno de los partidos se ha comprometido con el tema. Hasta ahora la agenda de los derechos humanos ha estado en manos de la sociedad civil. El gobierno y los partidos ha sido incapaz de impulsar una agenda efectiva de acompañamiento a las víctimas. En general se percibe un desprecio en la clase política a reconocer sus errores y dignificar a las víctimas.

Por tanto, si los ciudadanos no observamos un cambio de conducta de la clase política bajo el indicador del manejo del tema de la protección de los derechos humanos tendremos que llamar a la abstención electoral y a medidas concretas de desobediencia civil; no podemos no hacer nada para rescatar de la garras de los poderes fácticos y de las gavillas de políticos profesionales,  lo que constituye la condición de posibilidad de las libertades y derechos de los mexicanos: el Estado Social. ■

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