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domingo, 5 mayo, 2024
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¿De qué calidad educativa estamos hablando?

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Calidad educativa, calidad en educación, calidad para la educación, calidad desde la educación; en todo este juego de palabras existen dos términos por demás polémicos: calidad y educación. Tatiana Coll, Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional y autora de la obra “El INEE y su dilema: evaluar para cuantificar y clasificar o para valorar y formar” asevera que mucho se ha escrito sobre la calidad educativa y que cuanto más se escribe, menos se precisa.

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Desde la perspectiva didáctico-pedagógica se dice que prácticas pedagógicas iguales a desiguales propician desigualdades, lo mismo sucede con la evaluación, al aplicarse un instrumento único para evaluar a desiguales, los resultados que se obtienen consecuencia de ello nos habla de una realidad que mecánicamente  adoptamos pero que no la desentrañamos. Hoy día la evaluación que el docente realiza a los alumnos ha generado mucha polémica dado que los modelos curriculares de los diferentes niveles educativos llevan la finalidad de evaluar los aprendizajes para potenciar y valorar el nivel de competencias que los alumnos en lo particular desarrollan, lamentablemente esto no sucede así puesto que una forma de evaluar los aprendizajes es mediante exámenes, situación que hace medibles y tangibles los resultados………esto no es educación, son simplemente acciones instruccionales, misma que, el estado, el INEE y la organización mexicanos primero mediante la coerción, desean que se implementen.

Lo mismo sucede con la evaluación a los docentes, este asunto lo han materializado en una ley por demás contradictoria ya que establece que la única manera de determinar la calidad es con la evaluación y que la única forma de concebir la evaluación es mediante la objetividad; esto se ha convertido en un paradigma puesto que solo se puede hablar de calidad si hay indicadores medibles; creo que todo lo medible es el resultado de prácticas cognitivas memorística y reproductivas.

Recapitulando, la evaluación que un gran número de maestros aplica a sus alumnos es exactamente la misma que el estado aplica a los maestros, los sienta en el banquillo de los acusados para exhibirlos, pensando que con una serie de preguntas por demás irrelevantes asegurarán la calidad de la educación. Con esto, lejos de poder garantizar dicha calidad, ponen en riesgo el futuro de la educación dado que, a lo único que orillan es a motivar en los docentes descontentos generalizados; así como algunos docenes atacan a los alumnos cuando estos manifiestan problemas, en vez de atacar a los problemas, el estado ataca a los docentes y no precisamente a los problemas que estos manifiestan…….. ¿No será más productivo evaluar al sistema educativo en general?

Estamos viviendo una educación instruccional que surge de acciones más burocráticas que académicas, donde los docentes subordinan su práctica profesional a exigencias meramente academicistas dejando de lado muchas necesidades contextuales; esto hace suponer que los docentes requieren instituir su propia práctica educativa y evaluativa desde abajo, que retomen a su centro educativo como su principal referente y a los estudiantes como los que directamente deben verse beneficiados con este proceso. Expongo dos razones principales por las cuales el tema de la evaluación se ha vuelto polémico y hasta cierto punto conflictivo: 1) la mala calidad educativa del país es una verdad que ha sido señalada por varios sectores de la sociedad, esta es una poderosa razón que seguirá augurando malos resultados en las diferentes evaluaciones que se apliquen y, 2) la campaña orquestada por los medios de comunicación para desacreditar a todas luces la labor del docente, campaña que se encuentra carente de todo pensamiento crítico y que lo único que impera son las declaraciones ligeras, verticales, de poco análisis y de una carga enorme de autoritarismo.

No puedo dudar que las impresiones de un servidor en torno a este tema puedan ser sesgadas, parciales y hasta equívocas, sin embargo, mi postura obedece a las recurrentes y avasalladoras declaraciones de políticos, empresarios, autoridades gubernamentales y educativas en general; declaraciones que no abonan a la unidad magisterial, por el contrario, provocan descontento y confrontación. Ante todo el estado de cosas que en materia educativa vivimos, debe surgir la necesidad de darle otra variante a este problema, creo que las propuestas institucionales son por demás triviales, no se fundan en un saber didáctico y pedagógico sino obedecen a la acción coercitiva de organizaciones no gubernamentales con visos meramente empresariales y a la entrega y subordinación de un estado que se dice “rector de la educación”.

No hay alternativas idóneas para superar este conflicto que hoy día vivimos en el ámbito educativo, sin embargo, lo más adecuado es impulsar un diálogo nacional por la educación fundado en un saber pedagógico y social donde quienes intervengan entiendan que la única manera de fortalecer al sistema educativo es abordando dicho sistema desde una perspectiva eminentemente social y con responsabilidad de igual naturaleza. En este ejercicio colectivo, lo que imperaría sería la reflexión, el análisis y, por supuesto, las propuestas consensadas para convertirlas en proyecto educativos de nación. ■

 

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