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martes, 30 abril, 2024
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Desayuno en Tiffany’s, mon ku. El profesor de violín

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Por: ÉVELYNE COUTEL •

Es muy probable que el argumento de la cinta del director brasileño Sérgio Machado nos resulte familiar ya que todos hemos visto alguna vez una película en la que un profesor cargado de diplomas y altamente cualificado se ve obligado, por un motivo u otro, a dar clases a unos alumnos difíciles, indisciplinados y reacios a cualquier forma de enseñanza. Un profesor excepcional que, por obra del milagro, consigue que esos chavales empiecen a volcarse en los estudios y mejoren de forma exponencial. Así ocurre en El profesor de violín donde Laerte, un violinista de gran talento que acaba de fracasar en las pruebas de ingreso en la Orquesta Sinfónica del Estado, no tiene más remedio que dar clases a adolescentes en una escuela pública de Heliópolis, la favela más grande de São Paulo.

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1Aunque este argumento se basa en una historia real al ser una adaptación de una obra de teatro de Antonio Ermírio de Moraes inspirada a su vez de la experiencia de la orquesta fundada por Silvio Bacarelli en los años 90 –la cual favoreció efectivamente la integración social y cultural de los jóvenes de Heliópolis–, no podemos dejar de subrayar sus flaquezas por la gran dosis de idealización que conlleva. De hecho, la cinta parece vacilar constantemente entre dos vertientes, la del retrato fiel de la vida cotidiana en una favela donde la educación y la enseñanza se ven fuertemente perjudicadas por la escasez de medios, la delincuencia y la pobreza, y la de la superación idealista de dichos obstáculos mediante la magia y el poder transformador de la música.

Hasta cierto punto, los grandes planos generales combinados con unos zooms hacia atrás que muestran la favela en toda su amplitud y sin disfraz contribuyen al carácter documental y auténtico de la película. Sin embargo, esta dimensión realista se desvanece cuando los chavales se convierten al poco tiempo en unos virtuosos capaces de interpretar talentosamente a Bach. Quizás esta vacilación entre afán realista e idealización se deba a la voluntad de juntar dos ambientes cultural y socialmente opuestos, pero al tratar de combinarlos y reconciliarlos la cinta acaba perdiendo su credibilidad para caer en el tópico. Por muy laudable que sea su intento de reforzar la idea de que la escuela y la educación pueden ser un ascensor social para los jóvenes desfavorecidos, difícilmente resultará convincente por la manera como lo hace.

Las reacciones que despertará este largometraje podrán ser variadas dependiendo del público que lo vea, pero a pesar de sus puntos fuertes la interpretación carismática y entrañable de Lázaro Ramos quien hace el papel de Laerte y, por supuesto, la banda de sonido, nos parece más probable que se acerquen más a la perplejidad y al fuerte rechazo que al consentimiento y la aprobación.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/256

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