El 10 de abril de 2015 la Consejera Presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), Sylvia Schmelkes del Valle, durante la entrega al Senado de la República del informe 2015 “Los docentes en México”, reveló que la crisis educativa del país nace en las escuelas normales puesto que el 60 % de los egresados carece del perfil idóneo para ser maestro. El argumento, por demás injustificado es que tres de cada cinco alumnos provienen de familias cuyos ingresos están por debajo de la línea de bienestar, motivo por el cual solicitó la citada consejera a los senadores crear programas de apoyo económico para los jóvenes de las normales; creo este puede ser un factor que condiciona la mala formación de los docentes, sin embargo, no lo determina, evocaré una declaración hecha por Fidel Castro en algún Congreso Pedagógico realizado en Cuba “Mientras en algunos países de América Latina con cuatro pesos educan a un alumno, en Cuba con un peso educamos a cuatro alumnos”.
Continúa con sus declaraciones la Consejera Presidenta:
“Estos alumnos vienen de sistemas educativos más deficientes, probablemente de una escuela indígena o de una escuela rural pequeña o de un curso comunitario, de una telesecundaria, de un telebachillerato; entonces, tienen mayores dificultades para el éxito académico dentro de las normales”……… por demás desafortunada esta declaración puesto que el problema de la mala formación de los docentes es multifactorial, sin embargo, todos estos factores dependen de una política educativa mal establecida, que deriva en la implementación de modelos curriculares inadecuados de formación de docentes, promoviendo el formateo más que la formación propiamente dicha.
Quien preside el INEE, en reiteradas ocasiones asevera que para mejorar la calidad de la enseñanza hay que atender la preparación de los maestros dado que la crisis educativa del país nace en las escuelas normales. ¿Será que es necesario atender de manera prioritaria la formación de los maestros que forman maestros? Recuerdo en alguna ocasión que participé en un curso de “capacitación” de docentes, comentó un mentor –así se hizo nombrar- que él había salido con mención honorífica en los años ochenta de una escuela normal y que de siempre su mayor ilusión era irse a ejercer su profesión a una escuela rural; al cabo de un ciclo escolar de trabajar como maestro rural, regresa a su Alma Mater quien le dio el título honorífico a quejarse amargamente de los problemas a los que se enfrentaba con sus alumnos, que no le aprendían, muy por encima del esfuerzo que le ponía; le interpeló uno de sus maestros quien llevaba 40 años de servicio como formador de docentes, diciéndole que debía de sentirse orgulloso por haber sido el mejor alumno de su generación, que si sus alumnos no le aprendían es que eran burros por naturaleza.
¡Vaya paradojas! o tal vez contradicciones; para el caso creo que es lo mismo, el 18 de mayo de 2015 la Maestra en Investigación Educativa Martha de Jesús López Aguilar declara al Diario La Jornada Nacional que los egresados de las normales públicas son considerados como los más idóneos para ser maestros dado que así lo arrojó un estudio. En dicho estudio el referente fueron los resultados del primer concurso de ingreso al servicio profesional docente en educación básica 2014-2015; tal vez sean los más idóneos de los no idóneos. Lo cierto de todo esto es que nuestro sistema educativo se encuentra necesitado de muchas cosas, una de ellas es que quienes trabajamos en este sector incursionemos en una práctica realmente reflexiva, que trabajemos por el espíritu más que por la norma puesto que si lo hacemos por el espíritu, por añadidura fortalecemos la norma.
El problema de la formación de docentes obedece particularmente a lo siguiente:
Que no existe un programa de formación de docentes que estén destinados a desempeñarse como docentes frente a grupo; quienes particularmente se encargan de formarlos, son docentes que fueron formados como tales.
Los modelos curriculares de formación docente cuentan con una carga teórica excesiva, situación que en cierta medida limitan una formación contextualizada.
Los diferentes subsistemas educativos no cuentan con un programa de formación y actualización de sus docentes, simplemente ofertan cursos, estos por lo general son aislados, no sistematizados y lo que es peor, descontextualizados. ■
