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miércoles, 15 mayo, 2024
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Los problemas (y una ventaja) de la Cartilla Moral del gobierno

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

En días pasados aparece la llamada Cartilla Moral del gobierno de López Obrador. Es la reproducción (resumida) del texto original de Alfonso Reyes. Se anunció como parte de una estrategia de moralizar la vida pública de México. Las exposiciones de motivos tanto de la Cartilla como de la así llamada Constitución Moral, es “darle relevancia a los valores que mejoren la convivencia de los mexicanos”. Pues bien, la cartilla tiene una serie de problemas que aquí señalaremos.

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No hay acción sin valor. Todo lo que hacemos implica un acto estimativo: lo hacemos porque consideramos valioso el resultado o el acto mismo. Entonces, siempre hay valores en todas nuestras acciones. Por tanto, no se trata de ‘impulsar los valores’, sino de elegir cuáles valores impulsar. El individualismo es un valor y la solidaridad es otro, el tema es saber por qué debemos elegir estimular uno y no otro. Con qué criterios le decimos a los grupos sociales que asumen al individualismo como una forma de vida buena, que su valor está en un error; y que el ‘verdadero’ valor es la solidaridad. Pues bien, el asunto es que estamos en una sociedad crecientemente plural, y la pluralidad justamente consiste en diversidad de propuestas de ‘formas de vida buena’. ¿Podemos tomar una forma de vida buena e imponerla al resto de la población? En suma: ¿cómo pensar la promoción de los valores desde el Estado, frente a una sociedad plural?

Veamos el caso del contenido de la Cartilla. El contenido expresa una ética específica: el naturalismo axiológico. Pensar que hay valores naturales que prefiguran deberes universales. Es exactamente el enfoque que usan los grupos conservadores para defender a la ‘familia natural’ y oponerse a las familias homoparentales, a las cuales se les califica como ‘relaciones anti-natura’. Con el predicado de ‘natural’ se erigen como universales deberes que no son más que la expresión de ciertos grupos sociales o etapas históricas. Y generalmente son producto de previas relaciones de poder. El naturalismo o esencialismo ético fue siempre la bandera de las derechas conservadoras, contra la cual han ido las expresiones culturales de izquierda que abogaban por un enfoque no-naturalista, sino constructivista. El constructivismo axiológico nos dice justamente que los valores no son algo natural, sino constructos históricos. No son algo que está ahí, sino algo que se produce en el transcurso dela vida humana. Por este motivo me extraña que un gobierno que dice ser de izquierda impulse una cartilla que abandera el naturalismo moral.

Pues bien, si aceptamos que la sociedad es plural y los valores diversos, ¿qué debemos pensar de las formas que puedan regular la convivencia de la sociedad en su conjunto, por encima de las ideologías particulares y sus valores específicos? Pues hay una salida que se ha propuesto como posible: una ética cívica que parta justamente de tener enfrente una sociedad con pluralidad de valores. Esa ética cívica consiste en una serie de procedimientos para formar acuerdos que puedan ser asumidos por todos. Ahora bien, en el fundamento de esos procedimientos existen valores, como por ejemplo, los que soportan a los llamados derechos humanos.

Así las cosas, la pregunta es, ¿la cartilla promueve una ética cívica (general) o valores de un sector social particular? Me parece que esa cartilla está lejos de promover una ética cívica como la que aquí comentamos. Me da la impresión que ese documentito lo eligió el PES y el conservadurismo evangélico de las iglesias pentecostales.

Lo que me parece bien es que provoquen debate de los valores y la moral pública. Puedo no coincidir con el contenido de la cartilla, pero eso nos obliga a debatir sobre el tema. Así, lo que me parece bien es justo el debate que nos obligan a hacer. Es parte de la educación cívica. La idea de sacar una constitución moral implicará, así lo entiendo, un ejercicio deliberativo donde justamente se pondrá de manifiesto la pluralidad que arriba mencionamos. Eso si es muy relevante. Discernir la moral pública y las definiciones éticas que orientarán las políticas públicas es de la mayor relevancia. En el ámbito ambiental hay valores que impactan en la economía, el valor de la naturaleza junto al valor del trabajo; en las opciones de la hacienda con la equidad; en los derechos civiles de las minorías; los valores de la multiculturalidad; y así: nos obligarán a debatir a fondo. Siempre y cuando no se quede en la publicación de libelos que pretenden adoctrinamiento desde arriba, sino de propuestas que sean sometidas a discernimiento y discusión que se incorporen en la llamada constitución moral. El camino del libelo doctrinal está a la vista por los actores que vemos conduciendo este proceso, pero esperemos y dicho proceso se convierta en un ágora de alta esgrima a fuerza de participación. Si la experiencia se queda en lo primero será no sólo sintomático de las definiciones en términos de libertades civiles, sino será un aburrido dictado de aburridos dogmas. Esperemos y no.

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