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miércoles, 1 mayo, 2024
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Diccionario Lopezvelardeano, de Marco Antonio Campos

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Por: ZOAR ROMÁN •

La Gualdra 547 / Ramón López Velarde / Libros

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“Hace unas horas leí la última de las definiciones de tu diccionario, y debo decirte que no recuerdo cuándo fue la última vez que disfruté tanto de una lectura teórica.

Lo leí a pausas, en los ratitos libres que he tenido en estos meses. Pero me gustó leerlo así. Me daba tiempo de reflexionarlo, de retomar a Velarde, de disfrutarlo.

Me encantó, me hiciste reír y casi llorar. Aprendí mucho y me hiciste repasar cosas.

¡Ah! Y reí a carcajadas con tu historia sobre la viuda declamadora.

Agradezco infinitamente que me hayas hecho llegar un ejemplar, de verdad.

P.D. Especialmente hoy, se siente una frialdad unánime en el ambiente”.

 

Este es un correo electrónico que escribí hace poco más de un año, el 19 de junio de 2021. Decido compartirlo hoy con ustedes primero, por lo genuino que es (se trata de un correo escrito con la emoción de la lectura recién terminada) y porque creo que uno se acerca al arte y a la literatura desde lo personal y lo íntimo, en especial a autores como López Velarde y Marco Antonio.

Aproximarse a Ramón López Velarde requiere delicadeza y sensibilidad, escrupulosidad y persistencia, pues la poética velardeana es compleja: por su intertextualidad, por la tradición que le precede (y toda la que le sucede), por el léxico rico y en ocasiones rebuscado (al menos para nosotros), porque demanda un esfuerzo activo del lector. El poeta obliga a una lectura comprometida, por su dificultad, pero también muy íntima, como con quien compartiéramos secretos. “A López Velarde le interesaba escribir una poesía conversada y sincera” (Marco Antonio Campos, El tigre incendiado).

La lectura de Velarde se siente y cala hondo porque al confesarse él, somos nosotros quienes terminamos descubriéndonos. Los grandes poetas logran establecer intimidad porque no solo nos revelan al mundo, sino partes (muchas veces ocultas) de nosotros mismos. Es por ello que vale la pena el esfuerzo.

Tal vez esto explique por qué no se ha agotando en 100 años; uno pensaría que después de tanto se ha dicho casi todo sobre la vida de alguien, tantos estudios e investigadores no pueden ser en vano. Y, sin embargo, luego de un siglo, el autor continúa despertando tanto nuestro interés literario como nuestra curiosidad por husmear, pensemos en la cantidad de publicaciones del 2021, en el centenario luctuoso, entre ellas, por supuesto, este Diccionario Lopezvelardeano que hoy nos reúne aquí.

No nos culpo, pues incluso con todos los análisis sigue habiendo misterios sin esclarecer y, aun con todas las investigaciones, la vida misma de este autor nos guiña el ojo y nos incita a sospechar, sus versos siguen calando en el alma o suponiendo un enigma sin resolver. Es como si tanto su obra como su vida invitaran a la charla perpetua, una que se inició con el poeta vivo, que se intensificó con su muerte y que ha permanecido después de que los primeros en el diálogo se marcharon. Se trata de una conversación transgeneracional.

Ramón López Velarde es hoy el punto de confluencia de Marco Antonio, Jánea y yo, pero también lo ha sido de Villaurrutia, Paz, Neruda, de Canfield, así como lo es de Fernando Fernández, de Israel Ramírez y, por supuesto, de David Huerta y de Blanca Estela, a quienes estoy segura de que recordamos con cariño. Nuestro punto de encuentro (de choque, debería decir, por lo que logra mover en nosotros) ha sido el poema. ¿Qué ha hecho Velarde de nosotros?

Y es que Velarde no es solo alguien importante, es alguien trascendente y esencial, es universal porque construye desde su lugar en el mundo, pero entendiendo el resto del mundo. Instaura una poética con su obra, y una mítica con su vida.

Esta es justo la relación que explora el Diccionario lopezvelardeano de Marco Antonio Campos Álvarez. La conexión que establece entre la vida y obra de Velarde no es nueva, pero hacerlo de manera tan crítica a la par de sugestiva sí lo es. Parte de la obra hacia su vida y al revés, pero nos recuerda que la obra poética no es la vida del autor, aunque haya vasos comunicantes entre ambas, y es que concebimos al arte como una consecuencia directa de la vida, ¿y si fuera la vida consecuencia del arte?

Marco Antonio entrelaza la obra con la biografía de una manera tan documentada, que las suposiciones que se atreve a hacer se vuelven casi verdades, lo que llama la atención al tratarse de un autor rodeado de misterios y leyendas. Y cuando decide no obsequiarnos sus hipótesis, se asegura de dar todos los datos que necesitamos saber para atar cabos y sacar conclusiones propias.

El Diccionario es un excelente texto que guía sobre al menos 49 entradas/términos velardeanos (42 si quitamos 7 casi minucias curiosas), pero también sobre otros estudios. Afirmo que son al menos 49 porque evidentemente de esas casi 50 entradas se desprenden otros puntos y vertientes.

Puede incluso funcionar como estado de la cuestión de varios temas por el recuento que se hace sobre quién los ha tratado antes. Por ejemplo, Marco Antonio realiza un recorrido rápido y preciso sobre la influencia o falta de esta de Baudelaire para con el zacatecano. Da seguimiento a la relación con Madero, su compleja amistad con Saturnino Herrán (quien por cierto es el autor de la pintura que acompaña a la portada), incluso hace un recuento de las divas aparecidas en la obra velardeana. Habla también sobre la admiración que Neruda le profesaba al poeta, pero lo hace desde una perspectiva crítica, dudando de las inexactitudes del chileno, cuestionando si se trató de equivocaciones o de socarronería.

No toma los conceptos que uno encontraría obvios, como Modernismo, por mencionar alguno, pero sí los infaltables como nacionalidad y Madero, olfato, Baudelaire, Margarita. Y, algo que me parece maravilloso, toma también datos que son casi curiosidades, pero son justo estas las que nos acercan tanto al poeta y vuelven la lectura infinitamente amena. ¿Se imaginan un diccionario que no define sino a partir de emociones y anécdotas para dejar de lado lo acartonado y despersonalizado del nombre masculino/femenino singular/plural?

Agradezco el libro en 3 sentidos, seguro hay más:

Puede leerse en el orden en que nos dé la gana, pues es un diccionario.

Funciona como una colección de pequeños ensayos (a veces incluso de micro ensayos, si me permiten usar ese término) que ahondan lo suficiente y están vastamente documentados, pero que no cansan, sino que nos dejan deseando más. Por otro lado, hay conceptos a los que les dedica menos de una cuartilla y con eso basta para interesar al lector.

Por último, y me parece que lo que más agradezco, es el tono con el que explica los temas, pues estudiar y desmenuzar a Velarde exige (mucha) disposición, energía, bagaje cultural, lecturas de referencia y un largo etcétera. Lograr integrar todo lo anterior en su vasta complejidad y convertirlo en entrada de diccionario aparentemente simple, definitivamente no es tarea fácil.

Sin embargo, me parece que cuando nos topamos con un verdadero experto sobre un tema, con alguien que conoce a fondo algo, uno de los rasgos más característicos será su capacidad de explicar ese conocimiento de la manera más sencilla posible. El experto real, logra simplificar el tema (en el mejor de los sentidos) para hacerlo accesible a cualquier interesado.

Traducir a un autor como Velarde, diseccionarlo tan concienzudamente y lograr aparentar que sus temas son fáciles de abordar fue una compleja tarea que Marco Antonio logró con habilidad y pericia.

Su pluma ágil y afilada, a ratos, explica de manera amigable y digerible los detalles de un autor que no ha dejado de decirnos cosas con todo y sus más de 100 años. Marco Antonio incluso encuentra espacios para bromas e ironías, siempre elegantes, por supuesto.

Estas divertidas anotaciones acompañan también la ardua investigación realizada por el autor. Sé del gran trabajo que realizó Marco Antonio durante varios años y, aunque él afirme que los hallazgos fueron productos del azar, estoy segura de que ese azar fue ayudado por el enorme acervo y facilidad para la escritura que tiene.

Se trata de una lectura, un acercamiento y un estudio íntimo y personal, como lo es la misma obra velardeana, pero es que ¿hay otro modo de acercarse a la poesía? No hay una lógica racional para explicarla.

“Uno encuentra de súbito, sorpresivamente, datos en autores que uno ha seguido con fervor, que no dejan de causar una incomodidad en el pensamiento y en el alma. El juez que expide el acta de defunción de Ramón López Velarde tiene mis dos apellidos: Campos Álvarez”. (Marco Antonio Campos, Diccionario lopezvelardeano)

(Y es que) me parece que cada que nos disponemos a hablar sobre López Velarde, la realidad nos regala gestos que nos lo reafirman y nos lo recuerdan. Gracias a las investigaciones de Marco Antonio, supe que Jesús, hermano de López Velarde cumplía años el mismo día que yo. Y estas coincidencias tan maravillosas que solo nos concede el mundo literario son pequeños milagros íntimos en esta realidad tan caótica que cuando uno se las encuentra en la literatura no se puede más que sonreír; y, por increíble o irreal que parezca, eso hace que nos sintamos aún más conectados con un autor con el que de por sí ya es muy fácil hacerlo.

Estas casualidades tan chiquitas y tan bonitas no hubiera podido descubrirlas sin el trabajo de Marco Antonio. Pues si tú no te hubieses puesto a investigar sobre el acta de defunción no te hubieras dado cuenta de la coincidencia de apellidos, si yo no hubiese leído el Diccionario lopezvelardeano no me hubiera enterado de la fecha de cumpleaños de Jesús.

Eso prueba cómo lo personal y lo subjetivo no tienen por qué apartarse de lo académico y de la investigación formal. Por el contrario, este tipo de acercamientos no hacen más que enriquecer la experiencia lectora y es que, repito, a la poesía (y a la literatura y al arte) debemos aproximarnos así, personal e íntimamente. Al menos, esa ha sido la manera en que yo he leído a ambos autores, pues son sus textos los que me invitan a hacerlo de ese modo.

Velarde es una presencia que no me abandona y comienza a estar acompañado siempre de Marco Antonio Campos. Hoy, agradezco, no solo el ejemplar que recibí hace un año, sino también la invitación a conversarlo aquí.

 

* Zoar Román es maestra en literatura y apasionada velardeana. Le gusta nadar, ver series y leer. Este texto fue leído en la Petroteca del ex templo de San Agustín el 13 de octubre de 2022 durante la presentación del Diccionario Lopezvelardeano, en presencia del autor.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_547

 

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