La desigualdad y la pobreza han acompañado a nuestra entidad por décadas. Sin embargo, la política social, la política pública destinada a moderarlas data apenas de la penúltima década del siglo pasado, con la implementación del modelo neoliberal, que condujo a la transformación de un Estado rector a uno regulador, y de una economía cerrada a una abierta. Los promotores del neoliberalismo esperaban una mayor estabilidad económica y un crecimiento económico superior, y con esto una reducción de la pobreza, y que la apertura comercial disminuyera la desigualdad y que las reformas en materia de precios y subsidios mejoraran la eficiencia y la equidad. Nada de ello ocurrió. Zacatecas continúa distinguiéndose como una de las entidades de menor desarrollo del país. En 2010, según datos del INEGI, por su aportación al producto nacional ocupaba el lugar 28 entre las 32 entidades federativas, y el 27 por su producto per cápita. La contribución de su producto al nacional, casi no crece pues en 1980 fue de 0.8% y en el 2012 sólo llegó a 0.9%. El PNUD ubica a Zacatecas entre las ocho entidades federativas con menor índice de desarrollo humano.
Si comparamos los datos de pobreza de nuestra entidad con los nacionales, vemos que los de aquí son siempre superiores, y que la población vulnerable por carencias sociales pasó de 20.4 a 24.4 por ciento, entre 2012 y 2014, mientras la vulnerable por ingresos de 6.4 pasó a 7.3 por ciento. El reto que enfrenta la sociedad zacatecana es enorme: disminuir significativamente el 84 por ciento de su población que es pobre o vulnerable. Sabemos que la severidad de la pobreza es mayor en las zonas rurales que en las no rurales. Datos superiores al de la entidad completa resaltan en: La población vulnerable por carencias sociales (35.5 por ciento); la población al menos con una carencia es del (96.5 por ciento); población con al menos tres carencias sociales: 62 por ciento. Respecto de las carencias sociales, las diferencias con los datos estatales son más claras y contundentes, por ejemplo, en la de seguridad social es de 85.3 y 66.4 por ciento, respectivamente; en la de calidad y espacio de la vivienda es de 41.7 y 5.9 por ciento. La población en situación de pobreza en el área rural es del 61 por ciento, similar al dato estatal. Como se ve no sólo en el medio rural viven las personas más pobres, también las más vulnerables y carentes de sus derechos sociales básicos.
Por consiguiente, la estrategia de la lucha contra la pobreza debe de considerar como alta prioridad la prevención de los impactos de la crisis económica, protegiendo los programas que benefician a los pobres, y hacer que el gasto para ese sector tan vulnerable resulte anticíclico, especialmente con programas de generación de empleo. Hay que mantener el programa “Hambre Cero” en Zacatecas, cambiando el enfoque asistencialista, para propiciar la funcionalidad e interconexión entre la economía campesina, el desarrollo comunitario y la economía social en las zonas urbanas. Las fuerzas políticas progresistas y las organizaciones sociales de Zacatecas deberían unir sus voces para exigir que la política social sea de Estado, que no se le someta a la política económica de austeridad y que se armonicen las políticas universales con los programas focalizados.
