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domingo, 5 mayo, 2024
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Análisis político del contexto preelectoral: febrero 2021

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Por: Carlos De Santiago* •

En reiteradas ocasiones hemos analizado en estas páginas la compleja situación en que quedó la oposición luego de la elección de 2018. Cuando la ciudadanía mandó un mensaje, más o menos claro sobre el cambio que requería de la representación política, la oposición decidió apostar por lo mismo: su propio círculo, disminuido por las pugnas internas que derivaron de aquella elección. Frente al 2021, en el que se urge a la división de los poderes federales (y aún de muchos locales), particularmente en lo que se refiere a la Cámara de los Diputados, no parece haber muchos cambios, salvo la aglutinación de estos círculos empequeñecidos. Es altamente probable que la alianza a la que dio origen la unidad de los otrora adversarios, Revolucionario Institucional, Acción Nacional y Revolución Democrática (éste último ya casi desvanecido), permita una oportunidad que no tenían en ciertos distritos y algunas gubernaturas. Probablemente, más allá del gesto que produce la incoherencia ideológica y la anulación de sus identidades partidarias, como las primerizas alianzas del PAN/PRD, la conjugación de sus estructuras, experiencias y operadores políticos, les permitan ser competitivos en latitudes donde se veían imposibilitados frente a la expectativa del Movimiento de Regeneración Nacional. Es cierto: el día de campo que para Morena sería la próxima elección se le acaba de nublar, más no se ve chaparrón posible de anular la popularidad a prueba de balas (y del covid-19) del presidente López Obrador y su ejercicio de comunicación mañanero.

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Me ha llamado poderosamente la atención la encuesta publicada por El Financiero el pasado 4 de febrero1 respecto a intenciones de voto, según la cual mientras que al pasar de los meses el partido oficial a nivel federal ha tenido altos y bajos (su más bajo en marzo de 2020, sus más altos en septiembre, octubre y noviembre del mismo año), la oposición representada por el PAN y el PRI han tenido una evolución que no pasa de 12 puntos para el primero y de 11 para el segundo. La gráfica demuestra así, dos líneas horizontales sin muchos altibajos, y dos líneas en zigzag: la del propio Morena y la de los indecisos. Es decir, para el porcentaje más alto de mexicanos encuestados por Alejandro Moreno hay dos opciones: el partido del presidente o la indefinición; en dichos meses (de junio de 2019 a enero de 2021) los integrantes de la Alianza Va por México no lograron romper con esa relación aceptación-decepción. Así, si la elección hubiera sido en el peor momento de Morena, descartando a los indecisos, la Alianza mencionada hubiera ganado por un punto; sí hubiera sido en el mejor momento del partido oficial, la diferencia su favor hubiera sido de 16 puntos; si la encuesta reflejara el momento de la elección en junio, y cediendo a un ejercicio de simplificación no serio, como los anteriores aquí descritos, Morena obtendría 38 puntos y la alianza 24, con un 33 por ciento de indecisos.

Más allá de los ejercicios aquí descritos, que hay que insistir, son de una simplificación exagerada y por lo tanto no revisten de seriedad, hay un elemento informativo para el análisis que no se puede desdeñar: la obviedad de la oposición demostrada por la encuesta. Ningún actor, propuesta, debate o polémica, logró atraer a los mexicanos hacia sus opciones, sino acaso (muy acaso) decepcionarlos y alejarlos de la opción política que los arrasó en 2018. Ésa no es una buena noticia para un frente político cuya principal oferta a la sociedad será la oposición a la propuesta que apenas logran desprestigiar o abollar, pero no sacar ventaja en el ejercicio.

Más allá de la lucha por los conceptos (que en la oposición siempre revisten importancia, y una vez en el poder, parecen perderla en la práctica), para convertirse en opción política en esta democracia compleja, hay que elevar la participación social, la sensibilidad frente a la cotidianeidad de la ciudadanía y la serie de problemas originados en nuestra permanente desigualdad, que han terminado por vulnerar y en muchos casos anular la ruta de perfeccionamiento institucional y burocrático requiere nuestro Estado Constitucional para el grueso de los mexicanos. El asunto es que el futuro se ve ciertamente acotado, al constatar que ni a las bases de sus respectivos partidos parecen haber logrado convencer de la idoneidad de aliarse para defender instituciones, valores y conceptos, más allá de derechos y de las identidades partidistas. Esta elección la habrán pasado con altas y bajas a costa de su militancia y esa realidad invalida el buen augurio.

Notas:
1 Disponible aquí: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/con-menos-estudios-y-mas-edad-el-mayor-apoyo-a-4t

@CarlosETorres_

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