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miércoles, 1 mayo, 2024
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El director Philippe Garrel, presente en la apertura de Quinzaine des réalisateurs

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

■ Proyectan L’ombre des femmes, cinta en blanco y negro que no permitió la improvisación de actores

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■ Precede la exhibición el cortometraje Actua 1, que trata de las represiones de mayo del 68

CANNES, FRANCIA. A sus 67 años de edad y más de 45 de director cinematográfico, el francés Philippe Garrel se puede permitir hablar con el público de la sala de cine y responder a todas sus preguntas, incluso a aquellas que busquen develar el secreto de su realización. Así lo ha dicho y hecho durante la apertura del programa de la Quinzaine des réalisateurs, sección paralela pero oficial, del 68 Festival de Cannes.

Un doble programa, con obras de Garrel, se presentó en el Théâtre Croisette del Hotel JW Marriott. El cortometraje Actua 1, de 6 minutos de duración y filmado en 1968, precedió la proyección de L’ombre des femmes. La sesión concluyó con una larga y amena sesión de preguntas y respuestas entre el público y el equipo del filme en competición.

 

La sombra de las mujeres

Comenzamos esta crónica retomando una de las preguntas del público dirigidas a Garrel: “¿Pensó que su película sería tan cómica, o creyó que el público reaccionaría con tanta risa, o pretendió en realidad hacer algo serio?”.

Respuesta de Garrel: “Yo llegué a la sala cuando la cinta estaba por terminar. Pero sí, pienso y creo que hace reír es algo que todos conocemos muy bien, y seguramente muy de cerca. El cinismo de la infidelidad siempre nos provoca risas nerviosas por lo bien conocido”.

L’ombre des femmes es una película que habla de la traición, o de la infidelidad, útil o quizás, necesaria, para respetar el tono expresado por el propio Garrel. Hace dos años, en el festival de Cine de Venecia de 2013, llevó a competición La jalousie en donde ya mostraba las huellas del cinismo en el amor, pero ahora lo ha vuelto hilarante.

Estelarizada por Clotilde Courau, Stanislas Merhar y Lena Paugam, la cinta cuenta dos historias en paralelo ligadas por el principio del engaño: el amor monogámico de algunas parejas que se ve traicionado por ambos miembros aunque siempre con la mordacidad machista; y la historia de los resistentes parisinos a la ocupación nazi que han falseado sus historias personales para pasarse por héroes cuando, en realidad, según los registros fueron traidores y denunciantes.

De tal forma que un esposo dedicado a la realización de cortometrajes sobre la Segunda Guerra Mundial se ve engañado -y es engañador- tanto por sus fuentes de trabajo como por su mujer. Los espacios respetan el principio de la historia, son enclos en las recámaras respectivas de los amantes y la sala de entrevistas. Sólo se respira un poco de aire a la salida del metro Bonne Nouvelle en París, ubicado en los grandes bulevares, para caminar a un café de encuentros clandestinos y que decantan el drama.

Esta sobriedad de espacios está ligada a la idea crear un filme de bajo presupuesto, situación que va precisamente a explicar la razón por la cual es una cinta completamente en blanco y negro. Explicó Garrel, “el blanco y negro permiten reducir los costos. Veamos por ejemplo en los actores, sin colores no es necesario maquillarlos, la monocromía ya lo hace. Lo mismo para los decorados y las luces del día, no me tengo que preocupar por movilizar grandes camiones de equipo técnico además de que toda la película está filmada en un perímetro de 800 metros cuadrados de un barrio céntrico de París. Los edificios, sus escaleras y habitaciones dan luz suficiente para los tonos del formato”. Es por eso que no permitió la improvisación de sus actores sino que partió de un escenario bien definido permitiéndole eficientar el tiempo y, de cierta manera, obtener el resultado que había imaginado en su cabeza, “son cosas tan básicas que no es necesario ir a los procesos de revelado o de película para ver los beneficios presupuestarios. Aunque por supuesto, se pierden otras ilusiones del color”.

Todo este entramado, escrito y descrito completamente en el guión de Garrel, sin libertad de improvisación para los actores, resulta en un cinismo que percute en el espectador, al menos así se sintió en la sala repleta.

 

El actuar de mayo del 68

La exhibición de L’ombre des femmes fue precedida por el cortometraje Actua 1 de 1968. La razón fue que se le acaba de encontrar, incluso el propio Garrel lo tenía por desaparecido. La versión presentada fue la integral montada, con sonido, voces e imágenes, por el realizador hace 45 años.

Es un testimonio de las manifestaciones y represiones del mayo del 68 en París. Las escenas muestran la movilización policial en puentes y en las principales calles de la capital francesa, mientras que una voz en off recupera la oratoria combatiente de la época mezclada con fragmentos irónicos de la obra del marqués de Sade y la asfixia que produce el mundo social aprisionado por la moral.

Gracias al descubrimiento se han organizado ya algunas proyecciones en la capital de la República aunque lamentablemente, comunicó el director, será difícil que parta a otras ciudades porque presentar un cortometraje aislado es complicado, sobre todo por dos razones: primero, se requiere de un programa de cortometrajes más o menos coherente para tener espacio en salas; o colocar el cortometraje como telonero de un largometraje, como fue el caso en Cannes; sin embargo, este formato se complica por la sobrecarga de trabajo que los proyeccionistas tienen tras los recortes presupuestarios justificados por la crisis europea.

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