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miércoles, 1 mayo, 2024
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La calle del dólar

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Por: Rodrigo Reyes Muguerza • admin-zenda • Admin •

En más de una ocasión este espacio se ha dedicado a hablar sobre la pobreza en México y en Zacatecas. Se trata de un tema complejo cuyo entendimiento requiere de un bagaje extenso en el tema y que además es caracterizado por un gran dinamismo. En México, la medición y análisis oficial de la pobreza corre a cargo del Coneval quien determina las líneas de bienestar mínimo y con ello el porcentaje de personas viviendo en condición de pobreza y pobreza extrema. Incluso cuando podamos ser capaces de entender los conceptos, dimensiones y cálculos que se requieren para tener una idea sobre la situación de la pobreza en México, resulta sumamente difícil entender qué tan distinta es la vida de una familia pobre a la de una rica.

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Hace una semana, asistí a la conferencia de Ola Rosling quien junto con su padre y esposa fundó Gapminder. Se trata de una organización que desmenuza temas complejos para explicar de manera sencilla la realidad en la que vivimos. Uno de los temas centrales que Ola y su organización manejan es como el nivel de ingreso determina nuestra salud, nuestro nivel educativo y la forma en la que vivimos. En el centro de su proyecto más reciente – Dollar Street – se encuentra la idea de mostrarnos como diferentes niveles de ingreso se reflejan en estilos de vida tan distintos que una persona promedio no podría imaginar. Para lograrlo, Gapminder nos muestra el interior de hogares pobres, promedio y ricos.

En el caso de México, Gapminder visitó tres diferentes hogares con diferentes niveles de ingreso. El primer hogar es el de la familia Martínez Rodríguez. Se trata de una familia compuesta por tres miembros en donde cada uno puede gastar alrededor de 847 dólares mensuales. En este hogar – situado por encima de la media mundial – los muebles son sencillos pero suficientes, cada integrante del hogar tiene un cepillo de dientes, hay acceso a agua potable y todos tienen un espacio para dormir. En otro de los hogares mexicanos, el de la familia Ortiz, cada persona puede gastar 6342 dólares mensuales colocándose en la parte más alta de la distribución del ingreso. En este hogar los muebles son más ostentosos al igual que la decoración y las instalaciones con las que cuentan.

Ambos hogares se encuentran muy por encima del mínimo requerido para no ser considerado pobre en México (alrededor de 67 dólares mensuales). Lamentablemente el ejercicio no contiene una familia mexicana con este nivel de ingreso. Sin embargo, podemos utilizar esta información para aproximarnos a la forma de vida de una familia en otro país que percibe un ingreso similar. En India, los integrantes de una familia que perciben 67 dólares al mes se ven forzados a compartir los cepillos de dientes. No cuentan con escusados en buenas condiciones y ni siquiera tienen el poder adquisitivo para poder tener un candado en su puerta. Incluso cuando la cultura es totalmente diferente, existen bastantes similitudes en las condiciones de vida entre una familia tan pobre en India y en México. Se trata de condiciones específicas de cada grupo de hogares las cuales resultarán difíciles de entender si limitamos el análisis de la pobreza a cálculos complejos.

Precisamente, uno de los retos más difíciles para las políticas sociales es el poder llegar hasta las poblaciones más pobres, entender las necesidades de las personas y poder inferir en su forma de vida. En México, existen dos maneras de diseñar políticas sociales. La primera es aquella donde se hace lo que un tomador de decisiones considera coherente y la segunda – más incipiente – es aquella donde se utilizan grupos piloto para probar la efectividad de cada política.

Actualmente, la Secretaría de Desarrollo Social de Zacatecas planea desaparecer el programa de uniformes escolares y al mismo tiempo reformular sus funciones. Probablemente se trata de una buena idea. En una sociedad donde un porcentaje importante de personas no tienen acceso a agua limpia, resultaría útil analizar el efecto que tendría el desparasitar a los niños en su asistencia a la escuela para compararlo con el efecto que tiene entregar uniformes. La política social no puede seguir diseñándose con base en lo que creemos que resulta, se deben de analizar las variables que afectan la condición de vida de las familias para después mejorarlas.

Esfuerzos como el realizado por Gapminder, nos muestra que para combatir la pobreza se necesita mucho más que discusiones metodológicas, se necesita entender que es ser pobre desde una óptica objetiva y no solamente desde una posición privilegiada en donde muy probablemente nuestra visión se encontrará alejada de la realidad. ■

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