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sábado, 1 junio, 2024
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En la instrucción pública también “acátese, pero no se cumpla”

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Retomamos, para La Jornada Zacatecas, nuestras colaboraciones sobre la historia de la educación de Zacatecas en el tránsito del siglo 18 al 19. 

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La instrucción pública, tanto en el Reino de la Nueva Galicia del que formaba parte Zacatecas, y siendo ésta ya una Intendencia novohispana, sobre todo a nivel elemental a lo largo de todo el periodo colonial, estuvo muy descuidada. No obstante, la cantidad de reales cédulas, órdenes e instrucciones que los monarcas giraban para dotar a los pueblos de escuelas y preceptores, a fin de instruir a la niñez y juventud, dichas disposiciones se quedaban en los buenos propósitos. En la educación, como en otros ramos de la sociedad novohispana, a lo largo de toda la época colonial subsistió, en la práctica, la política de “acátese, pero no se cumpla”, esto en virtud de que las pocas escuelas de las que se tiene conocimiento de su existencia en los centros de población de las subdelegaciones o partidos que conformaron la intendencia de Zacatecas. El que no siempre tuvieran aplicación las órdenes del monarca obedecía a las precarias condiciones económicas por las que atravesaron los diferentes centros de población, aunque también influyó para ello la carencia de personas preparadas para ocuparlas como preceptores. Sin embargo, no faltaron, a lo largo de todo el antiguo régimen colonial, las solicitudes y reclamos de vecinos y autoridades que demandaban, ante las autoridades, poner fin al estado de abandono en que se encontraba la educación. También es cierto que, tanto en Zacatecas como en otros puntos del virreinato novohispano, no faltaron ilustrados filántropos, como fue el caso del cura de Tianguistengo en la Provincia de México, D. Juan de Bustamante, que, con el  fin de “poner algún remedio a los males de que adolecía la instrucción de la juventud, por la falta de escuelas de personas aptas para enseñar, no solamente en el lugar referido, sino también en otros muchos del país” (1), dirigió al virrey de la Nueva España una representación en la que lo ponía al tanto de la situación que guardaba dicho pueblo en el ramo educativo.

Sensible y consciente de la situación de que lo enteraba el cura Bustamante, el virrey Venegas, “persuadido del abandono en que se encontraban las pocas escuelas primarias de aquella época, así como de la necesidad de atenderlas y de aumentarlas”, estableció comunicación con todos los intendentes de las provincias del virreinato, solicitándoles le hicieran saber, por medio de “informes acerca del número de escuelas existentes y sus alumnos, de los libros de texto que usaban y de los recursos con que se sostenían”. La recomendación del virrey Venegas se sustentaba en el argumento de que: “[…] el motivo y el progreso de la instrucción tenía su principal asiento en la ignorancia del pueblo, incapaz de conocer y practicar sus principales deberes sociales, morales, religiosos y políticos, sin la necesaria o indispensable instrucción”.

La carencia de escuelas y de maestros no era privativa de la provincia de México, era más bien la constante en todo el territorio novohispano, sin faltar, desde luego, la intendencia de Zacatecas. El historiador zacatecano, Elías Amador, que nos proporciona la noticia del pueblo de Tianguistengo y de su cura, preocupado por llevar las luces a su juventud, da los pormenores de la situación que observaba la instrucción de las primeras letras en el territorio zacatecano por el año de 1796. Retomaremos este asunto en una próxima colaboración… 

Notas:

1 Amador, Elías (1982), Bosquejo histórico de Zacatecas, México, p. 107.

2 Loc. cit.

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