■ Partidos políticos aceptaron su imposición sin algún tipo de cuestionamiento: Ibarra
■ Esta reforma es la más lesiva para el pueblo mexicano, señala director de Ciencias Sociales
La aprobación de la Reforma Energética evidencia una crisis en la democracia representativa, puesto que los partidos políticos y sus grupos parlamentarios aceptaron su imposición sin algún tipo de cuestionamiento y a pesar de la inconformidad social, aseguró Rubén Ibarra Reyes, director de la Unidad Académica de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
Explicó que el rechazo social es comprensible, pero al tratarse de una reforma impuesta, que obedece a los intereses de las empresas internacionales, era evidente que los grupos parlamentarios la aprobarían.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), por ejemplo, era el principal promotor de la reforma. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) fungió como oposición pero de forma limitada, al grado que aprobaron algunas de las reservas que supuestamente iban a defender. El Partido Acción Nacional (PAN) se mostró como un grupo dividido, pensando más en cómo reestructurarse que en tomar una posición clara respecto a la reforma.
Sin embargo, “los legisladores también tienen intereses económicos personales y la oligarquía que gobierna este país en este momento también tiene interés económico. En consecuencia hay una reforma inconclusa, porque quedaron muchas cosas sueltas, y en las leyes secundarias trataron de apuntalarse y de cerrar lo que había de dudas”.
En ese sentido, Ibarra Reyes indicó que la izquierda en México es “de juguete” puesto que poco representa los intereses que defendió en el pasado, cuando jugaba un papel importante en los procesos electorales y toma de decisiones.
Sin embargo, desde el año 2000 hasta ahora la izquierda ha perdido fuerza en la credibilidad de los ciudadanos, mientras que la aprobación de la Reforma Energética evidencia que los partidos están divididos, fragmentados y con posicionamientos muy débiles.
No obstante, reiteró que la reforma era una imposición del exterior y por tal motivo fue adoptada por las élites y las cúpulas de los partidos políticos, cuyos acuerdos datan del Pacto por México.
“Esta reforma es la más lesiva al pueblo mexicano porque era el único respaldo que nos mantenía a flote en la época de crisis y lo que permitía destinar recursos al gasto público, y ahora al privatizarse Pemex, tendrá que sacar recursos de otros lados, como los impuestos”, agregó.
Enrique Peña Nieto, dijo Ibarra Reyes, juega su credibilidad, su imagen pública y en cierta medida su futuro político con la Reforma Energética, puesto que la sociedad en su conjunto la rechazaba y a pesar de ello logró cumplir con los intereses de las grandes empresas internacionales.
