Los mensajes optimistas del gobierno en torno a la expectativa de creación de empleos en Zacatecas ha llegado a su fin: se revela la realidad de esos planes en los datos crudos del Inegi. Las medidas de fondo han quedado vacías, y los resultados muy por debajo de las metas que el propio gobierno se puso a sí mismo. No digamos respecto a las necesidades reales de empleo actual y del acumulado histórico del estado. Después de tanta publicidad sobre los logros incontenibles del gobierno en materia económica, llega la verdad: no hay tal. La naturaleza de toda propaganda es el arte de las apariencias y de la ilusión: disimulo y embeleco. Y los mensajes del gobierno se han convertido no en actos informativos, sino en propaganda. Es notorio que los mensajes gubernamentales no son hechos con formatos informativos, sino con las hechuras de la mercadotecnia. La cosa es que de los 8 mil empleos programados para crearse por año, apenas se cruza la mitad de los mismos. Se viaja al extranjero para atraer inversión, con la idea de que el empleo llegará de otros países, especialmente asiáticos. Pero no es así: se emprenden acciones sin tomar en cuenta los propios análisis que dieron origen al plan estatal de desarrollo.
La idea de atender la estrategia económica de acuerdo al examen de la estructura productiva zacatecana, en el sentido de transformar la especialización de ramas primarias, a construir polos de agronegocios o agregar valor a los productos agropecuarios, y las cadenas productivas alrededor de la agricultura y la minería. Pero nada de eso ha ocurrido. El sector terciario ha crecido, pero con empleos informales o de mala calidad. La industrialización de cadenas regionales tampoco ha tenido lugar como era de esperase. No hay proyectos estratégicos de corte regional (enlace con la zona centro-occidente), ni estrategias basadas en el desarrollo local. La formulación de modificar la estructura productiva de la entidad, que debe ir enlazada de tácticas orientadas a la innovación científico-técnica es un puro vacío; por ello, la política de innovación no ha logrado tener impactos efectivos en la relación ciencia-economía en Zacatecas.
No negamos que los equipos de Cozcyt hagan grandes esfuerzos, pero el lado de las políticas económicas está sin enlace con las áreas de la innovación. Es decir, las competencias de coordinación al interior de las diversas áreas gubernamentales responsables del desarrollo del estado dejan mucho que desear. No digamos la relación desarrollo agropecuario-innovación. El desarrollo agropecuario está sin brújula. Con este escenario descalabrado en la conducción del desarrollo, no debe extrañarnos el fracaso en la creación de empleos decentes en Zacatecas. Hay potencias naturales, competencias técnicas, mercado y ventajas comparativas muy claras; ¿Qué hace falta? Hace falta algo que tuvimos la esperanza que ocurriera en esta administración y no ocurrió: conducción con rumbo al desarrollo humano.
