Como cada inicio del ciclo escolar las cifras de aspirantes a ingresar a la educación superior rechazados es alarmante; la UNAM rechaza poco más de 90 por ciento de aspirantes, mientras en Zacatecas este verano son más de 4 mil jóvenes los que sufren esa condición. Si ello no fuera alarmante, el INEA recientemente advirtió que los principales lastres para superar el rezago educativo son las condiciones de pobreza y marginación que enfrentan los zacatecanos y que la geografía del analfabetismo en el estado se corresponde con la de la pobreza; a lo que hay que agregar las graves deficiencias estructurales por parte del Estado para garantizar el derecho constitucional a la educación, en especial a la educación superior.
La crisis de la UAZ, cuyas causas internas deben resolverse a la brevedad, tiene su origen en una política de contención de la educación superior pública para abrir paso a la educación privada que ha venido creciendo rápidamente con base a instituciones orientadas únicamente por criterios mercantilistas y pragmáticos; a lo que se suman los alegatos sobre una supuesta inviabilidad financiera de las instituciones públicas, como los que se han escuchado últimamente en Zacatecas y en años recientes en voz de funcionarios de la SEP, SHCP o en países como Chile, España o bien como los que suelen preconizar organismos multinacionales como la OCDE.
Esa política se ha visto reflejada en severas restricciones presupuestarias para las instituciones públicas de educación superior, que causan la exclusión de decenas de miles de jóvenes de ese nivel educativo, y malas condiciones laborales y salariales para su personal, además de apoyos insuficientes para la investigación científica y tecnológica.
Para un estado como Zacatecas la continuidad de esa visión tecnocrática y equívoca de la educación superior se traduce en una sociedad con serias dificultades para insertarse en la globalidad como economía competitiva y rentable, donde la inversión extranjera se limita a realizar la búsqueda y contratación de mano de obra no calificada, porque la mayoría de la población vive marginada del conocimiento y, para colmo, hundida en un grave proceso de descomposición del tejido social.
Un proyecto de desarrollo viable para un estado como Zacatecas pasa por el fortalecimiento del sistema de educación superior y del posgrado, y por su compromiso con el desarrollo local y su vinculación con la estructura productiva de la entidad. De ello dependen las posibilidades de un desarrollo rural sustentable, la generación de proyectos productivos viables e incluyentes con enfoque transnacional y, en general, la formación del capital humano necesario para construir nuestra sociedad de la información y el conocimiento.
Frente a la realidad se vuelve perentoria la recuperación y saneamiento del sistema de educación superior de Zacatecas como bien común y social, accesible a todos los sectores de la población y basado en criterios de calidad, equidad, autonomía y transparencia. La ausencia de estos elementos denota una lamentable falta de visión de todos, tanto del Gobierno Federal que desea intercambiar su apoyo a cambio de autonomía, como del Gobierno estatal que observa inmóvil una problemática tan relevante.
