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miércoles, 1 mayo, 2024
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Editorial Gualdreño 612

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Lo ocurrido en Zacatecas el 8 de marzo fue un acontecimiento que difícilmente olvidaremos. Escribo esto después de acudir a la segunda manifestación realizada en Plaza de Armas, realizada el domingo 10, convocada por un grupo de mujeres y a la que quise ir para registrar lo que sucedería después de las agresiones de dos días antes. Regresé a casa con el alma entristecida; pero vayamos por partes.

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Desde día anterior al Día Internacional de las Mujeres se preveía que algo diferente sucedería porque empezó a circular una serie de publicaciones en redes que de alguna forma anunciaban que la cosa no pintaba bien; los dueños de negocios y algunas casas este año tomaron más precauciones, con justa razón, porque en años anteriores las fachadas de los edificios, e incluso algunos vehículos, sufrieron daños -que un año después no han podido borrar-; cubrieron las paredes con madera, con láminas, y caminar por el centro el día 7 era como transitar por una ciudad que respondía a la alerta de un huracán.

Los ánimos estaban encendidos y hubo comentarios como el de “les dejaron leña para ser prendida” que contribuían más a la preocupación. El día 8 se reunió el mayor contingente de mujeres que haya podido imaginar, salieron adultas mayores, mamás con sus hijos -algunos en brazos o en carriola-, jóvenes y niñas de todas las edades. Si usted ve los videos y las fotografías de ese día podrá constatar que la marcha fluyó de manera organizada y se gritaron consignas en contra de una cultura patriarcal que ha generado, sobre todo, la normalización de las violencias en contra de las mujeres sólo por ser mujeres; hablo de violencias porque no sólo existe la física, hay muchas más como la sicológica, la económica, la laboral, por mencionar algunas.

Mucho se ha trabajado para que existan condiciones de igualdad y equidad y el que las mujeres salgan a manifestarse también es un derecho que se ha ganado con creces. En cuanto al contingente, es verdad que la mayoría de quienes marchan lo hacen de manera pacífica, pero también hay grupos organizados como el llamado “bloque negro” que se ha caracterizado por ser más radical; generalmente es el grupo que marcha al final. Mucho se ha discutido sobre las acciones que realiza este bloque, sobre todo cuando se trata de hablar del daño a los edificios que en nuestra ciudad son parte del patrimonio, o cuando se daña la propiedad de terceras personas -algunas de las cuales son precisamente mujeres-; la discusión puede seguir, pero primordialmente tenemos que trabajar para establecer un diálogo y para construir escenarios de paz, todos y todas.

El uso de la fuerza desmedida que se dio al finalizar la marcha, cuando prácticamente la plaza se iba quedando vacía, en contra de algunas mujeres que aún permanecían ahí, es, por donde quiera que se vea, inadmisible. No hay manera de justificarla. No la hay. El domingo 10 escuché a algunas de esas mujeres agredidas y sus testimonios fueron escalofriantes, no sólo porque narraron los golpes que recibieron para someterlas -seguro usted ya vio el video en el que arrastran por el piso a una mujer para detenerla, o el de una mujer que se escucha desesperada pidiendo ayuda-, sino por las amenazas que afirman les hicieron mientras las tuvieron retenidas en el callejón de las Campanas antes de llevarlas a los separos de la policía.

Hay en el muro del que fuera el palacio de gobierno una frase que dice “¿Nosotras somos las violentas?” y con relación a la frase quiero concluir. No se trata de una competencia, evidentemente los hombres tienen más fuerza física que las mujeres, a todas luces es verdad también que quien tiene un arma en las manos tiene más poder; se trata, por el contrario de los mensajes que se están generando, como el implícito estratégico de “si protestas te pego”, o “si te manifiestas recibirás un castigo”, que parecen regresarnos un siglo atrás. No debemos permitirlo.

Quienes construimos este espacio editorial semana con semana para abonar a la difusión de la cultura y las artes, desde aquí nos manifestamos para repudiar el uso desmedido de la fuerza contra las mujeres el 8 de marzo en Zacatecas. En La Gualdra repudiamos la violencia y estamos a favor de las acciones que promuevan la cultura de paz.

 

 

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