No deja de sorprender la paradójica situación de los migrantes latinos en Estados Unidos: pagan cerca de 60 mil millones de dólares de impuestos y aportan un poco más de 30 por ciento del PIB norteamericano, y sin embargo son tratados con enorme hostilidad por las autoridades de aquél país. Es decir, ¿por qué tratan mal a quien les aporta tanta riqueza? La pura pregunta nos llena de perplejidad. Además, debemos tener en cuenta que se trata del principal país capitalista del mundo, y el Capital no tiene ideología ni raza. Así que las explicaciones que aluden a fundamentalismos racistas por parte del gobierno norteamericano se antojan falsas. Al capital le interesa la ganancia, y no mezcla la ideología con los negocios. De tal manera que el motivo de la hostilidad tiene que ver con eso: criterios de utilidad. Y llegamos pronto a la respuesta: la discordia mostrada en la política migrante de ese país provoca el abaratamiento de la fuerza de trabajo; esto es, con las restricciones puestas pueden pagar el trabajo muy por debajo de su valor. Y cuando la situación se aprieta, como el caso de las secuelas de la crisis de 2008 en el mercado de trabajo, donde aumentó el desempleo, se vienen las olas de deportaciones (Obama ha deportado a más de millón y medio de personas) como medida para equilibrar dicho mercado.
Pues de igual forma los exabruptos del señor Trump: ¿son expresión de fobias ideológicas contra los migrantes mexicanos? ¿O es un cálculo de estrategas electorales? Justo ahora que está en la ruta a la Presidencia es que hace los desplantes que lo han colocado en el centro de atención, y por lo tanto, con la posibilidad de difundir la narrativa que le conviene, a saber, que el problema del empleo y los déficit en la atención de los derechos sociales de la población residente se debe a las olas migratorias. El enfrentamiento lo convierte en un polo de definición. Además, la población a la que abiertamente perjudica no es parte de su mercado electoral, así que en realidad políticamente no pierde nada. Y lo muestran las últimas encuestas. No es un mero loco queriendo ser candidato, sino de la ultra derecha republicana que quiere recuperar la presidencia, y usan el tema migrante para potenciar sus pretensiones. En suma, la conducta de Donald Trump se debe a la búsqueda de utilidad electoral, y no a meros arranques de un desquiciado.
Como toda lucha política, la población atacada también debe ver la manera de salir exitosa del ring al que los han subido: si logran posicionar en los votantes norteamericanos la verdad respecto a las enormes ventajas que generan a ese país, podrán revertir las intenciones de Trump y lograr (en contrapartida) mayor reconocimiento de sus derechos. Es decir, la estrategia que puede funcionar, más que el discurso de los derechos humanos (los electores no se han visto movidos por ese tema), es el discurso de la utilidad migrante para EU lo que puede traer dividendos políticos. Y en esa estrategia la academia y el gobierno mexicano pueden contribuir de manera decisiva. A la academia se le ve dispuesta, pero al gobierno se le ve lento y torpe. Pero es la organización inteligente de los propios migrantes la que defina esa posibilidad de victoria.
