Las nuevas autoridades universitarias están obligadas a encabezar un inmediato, intenso y participativo proceso de discusión para decidir el rumbo a seguir, no solo por sus autoridades sino por la institución en su conjunto. Claro que también es posible, aunque sería muy lamentable, que no se convoque a debate alguno y desde arriba se imponga el camino de la aceptación de los argumentos de quienes apuestan por el freno drástico al crecimiento de la matrícula y de la oferta educativa, así como a los ingresos de sus trabajadores académicos y administrativos. Avanzar por ese camino significaría dejar de lado los compromisos establecidos en los planes nacional y estatal de desarrollo para aumentar significativamente la cobertura de la educación superior pública, como elemento indispensable para que México y Zacatecas sean capaces de construir sus respectivas sociedades del conocimiento. Esos documentos oficiales no dejan lugar a dudas, o se abren puertas y ventanas para que se incremente el número de jóvenes, en especial en entidades como la nuestra que están por debajo de la cobertura media nacional, o seguiremos aportando mano de obra no calificada para las maquiladoras o ensambladoras que vienen a aprovechar la mano de obra súper barata como hoy ocurre. Superar la etapa manufacturera y la producción atrasada en el medio rural solo será posible con un impulso decidido una nueva oferta de estudios universitarios, a la investigación científica y la innovación.
El camino de iniciar un debate serio y comprometido implica, de entrada, asumir que en el fondo toca al pueblo de Zacatecas decidir el tipo de universidad que necesita, no sólo para que sus hijos sean bien recibidos en sus aulas, sino para elaborar colectivamente y aplicar un nuevo proyecto alternativo de desarrollo que tenga como propósito el incremento sistemático del índice de desarrollo humano estatal. Ello significa que para decidir el futuro de la UAZ hay que analizar la reforma que la institución requiere en el marco de la discusión del propio plan estatal de desarrollo que deberá elaborarse el próximo semestre, lo que significa el reto para el nuevo Rector y su Consejo Universitario de lograr un primer acuerdo con el gobierno entrante, en sus ramas ejecutiva y legislativa, para que la institución universitaria pueda participar formalmente en la elaboración del plan estatal de desarrollo 2017-2021.
Es bastante obvio que la Universidad sólo podrá ser tomada en serio si los propios universitarios se respetan a sí mismos y a sus propias instancias de decisión. Ello significa garantizar de inmediato el funcionamiento regular de los órganos colegiados de gobierno, y la consulta sistemática de sus integrantes a sus respectivas bases, a sus representados. Ese primer paso creará condiciones para iniciar un diálogo intenso con todos los sectores sociales, de manera que cuando las autoridades universitarias se entrevisten con las autoridades educativas y hacendarias de la federación, lleven la fortaleza que solo puede dar la participación directa del pueblo mismo. Por último hay que insistir en que nada se podrá hacer por la UAZ si sus autoridades siguen mostrando que no existe la voluntad necesaria para atajar los procesos de descomposición que asoman por todas partes.
