21.8 C
Zacatecas
domingo, 16 junio, 2024
spot_img

Las víctimas de desaparición en Zacatecas y el derecho a la memoria

Más Leídas

- Publicidad -

Por: Jairo Antonio López • MALELY LINARES •

Zacatecas vive una crisis profunda de desaparición y no localización de personas. Con más de 3.600 casos según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, es uno de los 8 estados que más ha sufrido este delito en México durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Peor aún, según su tamaño poblacional, ha sido el estado con más casos de desaparición de personas por cada cien mil habitantes desde el 2021 a la fecha. En este contexto, donde además prima total impunidad, las familias de las víctimas de desaparición suelen sufrir dolorosos procesos de estigmatización, criminalización, abandono y malos tratos institucionales. Sin embargo, en el estado viene creciendo la presencia pública de los colectivos de víctimas: Familias Unidas en Busca de una Esperanza; Siguiendo tu Rastro con Amor; Buscadoras Zacatecas; Amor, Esperanza y Lucha; Zacatecanos y zacatecanas por la paz; Ranadez. Dentro de las jornadas por la Conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada que estos colectivos organizaron, junto con acompañantes solidarios, destacaron la exposición “No lloraré tu ausencia. Porque busco tu presencia” y la elaboración del “Muro de la Memoria” en la Plaza Bicentenario de la capital del estado. Ambas acciones fueron muy importantes al ser las primeras de su estilo en el estado donde las víctimas reivindicaron su derecho a la memoria.

- Publicidad -

Por una parte, la exposición de la Casa Municipal de la Cultura consistió en la elaboración de peluches a partir de prendas que eran propiedad de los familiares desaparecidos, expuestos junto con fotografías de las víctimas. Esta acción fue un doloroso ejercicio de representación, pues quienes pudimos asistir a dicho espacio sentimos la fuerza de la evocación de las víctimas ausentes y la alusión a la recuperación de vínculos a través de objetos personales que sostienen la memoria, convirtiéndose los peluches en una extensión de su ser, otra forma en la que los ausentes hacían presencia e interactuaban con quienes les extrañan. De esta forma, el dolor se mezcló con el amor que se resiste al olvido. Lamentablemente durante la exposición fueron extraídos dos de los peluches, una acción sin duda de revictimización, que deja en evidencia los grandes retos que como sociedad tenemos para la sensibilización, respeto y comprensión del profundo sufrimiento que la desaparición de una persona genera. Este punto es, claro, una obligación del Estado.

Por otro lado, el Muro de la Memoria consistió en la pega de cientos de fichas de búsqueda en una de las paredes más visibles de la Plaza Bicentenario de la ciudad de Zacatecas, en donde transitan miles de personas a diario. Las fichas pegadas en dicho muro son sólo una muestra del total de víctimas de desaparición, y buscaron generar un mensaje de sensibilización y recuperación de la memoria de las víctimas. Esta acción se sumó a un conjunto de manifestaciones que a nivel nacional han impulsado el movimiento por los desaparecidos y diversos colectivos, como la Glorieta por Nuestros Desaparecidos de la Ciudad de México, o los Árboles de la Memoria que tristemente se expanden en todo el país ante la indiferencia que genera la aterradora cifra de más de 110.000 víctimas de desaparición. A pesar de la importancia de esta acción, dos días después de instalado el “Muro de la Memoria” éste fue retirado, sin ninguna justificación, sin ningún pronunciamiento de las instituciones acompañantes de víctimas (Comisión de Derechos Humanos o Comisión Local de Búsqueda), enviando el mensaje de que los desaparecidos no merecen ser recordados, que la “limpieza” de la Plaza está por encima del derecho de las víctimas a la búsqueda y la memoria.

A pesar de los tremendos esfuerzos de las familias de las víctimas por reclamar sus derechos y no rendirse ante el dolor y el miedo, las respuestas institucionales son ineficientes e ineficaces. Por un lado, las Leyes Federal y Estatal obligan a los gobiernos a implementar programas de prevención, con mecanismos de seguimiento y evaluación. En entrevista durante la marcha del 30 de agosto el Comisionado Local de Búsqueda aceptó que existe un rezago en esta materia y que sólo hay planes para “iniciar” dicha planeación. Mientras esperamos esos planes, en el estado crecen día con día las desapariciones de personas, manteniendo la impunidad que se traduce en permisividad para dicho crimen. Por otro lado, las políticas de búsqueda arrojan resultados mediocres, y por el contrario es común escuchar en las víctimas un gran desconocimiento sobre sus derechos, el nulo avance de las investigaciones sobre sus casos por parte de las Fiscalías y autoridades correspondientes, así como las justificaciones del congelamiento de las acciones de búsqueda por las condiciones de seguridad cuando, paradójicamente, el gobierno se jacta de tener control total sobre el territorio.

Y aunque las luchas históricas por la memoria nunca van a necesitar de la autorización estatal, pues justo muchas de éstas van en contravía de lo que el poder instituido quiere ocultar, en México las víctimas tienen reconocido su derecho a la memoria. En el Capítulo de los Derechos de las Víctimas de la Ley Estatal y Federal en Materia de Desaparición, el Capítulo I sobre las Medidas de Reparación señala como primera Medida Obligatoria: “construcción de lugares o monumentos de memoria”. Las víctimas por su propia cuenta hacen, como siempre, como cuando buscan, lo que el Estado está obligado a hacer. Y aun así las autoridades no son competentes para garantizar sus derechos.

La lucha digna de las familias de personas desaparecidas tiene un valor especial en un contexto de violencias generalizadas donde la población parece paralizada ante el miedo. Su reclamo por la memoria se empieza a constituir como un horizonte de esperanza ineludible, pues como recuerda Díaz Álvarez, “el hacer memoria es una forma de acción (…) estamos frente a quien toma la palabra, en primera persona, aquí y ahora, para conjurarnos contra el olvido”. Su reclamo de atención ante la justicia es, tal vez, uno de los más genuinos, y su resistencia al olvido genera reacciones autoritarias de parte de quienes por acción u omisión se sienten cómodos con el estado de cosas actual. 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -