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martes, 23 abril, 2024
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El libro y la lectura en el mundo de los pájaros

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte •

Con la escritura inicia la historia. Sin el lenguaje el hombre no tiene historia. Con la escritura se pueden poner los pensamientos sobre las piedras y hacer a estos perennes, pueden trasladarse a otros lugares y viajar en el tiempo. La escritura es, de cierta manera, la petrificación del lenguaje; con ella, aprendimos a guardar el pensamiento en algunos soportes, al inicio fue lodo seco o cocido, después pieles y arbustos desenrollados o machacados, hasta llegar a la celulosa y a la tinta corriente. Los que escribían eran pocos, y los que leían también, lo que no impidió la aparición de grandes bibliotecas en la Mesopotamia de Hammurabi y la Alejandría de Alejandro. Algunas religiones sentaron su ritualidad alrededor de un libro (judíos, cristianos y musulmanes);  y el proyecto civilizatorio de Roma se ordena en la Ley contenida, claro está, en un libro que se paseaba entre las calles de la ciudad eterna como objeto de veneración, aunque la lectura seguía siendo privilegio de gobernantes y sacerdotes.

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En la edad media los libros se reproducían en los famosos Scriptorium, donde un lector dictaba un libro y una docena de monjes reproducían el texto; para después llevarlo a otros monasterios. Luego vienen los tipos móviles y la imprenta, y la lectura se abre a todo mortal: escritura secular que difunde la cultura más allá del palacio y el templo. De manera que, si tomamos como referente el origen de la escritura, su difusión masiva es un fenómeno muy reciente y en pocos años hizo que el mensaje escrito fuera hegemónico.

No cabe duda que nuestras necesidades son eventos históricos: ahora la habilidad lectora es una necesidad de primer orden en las sociedades de la información, pues sin lectura estamos fuera, marginados. Por ello mismo, en esta sociedad global-total, el desarrollo de las naciones depende de los niveles de lectura de su población, porque son señales de la capacidad que tienen estas sociedades de apropiarse de nuevos saberes. Una sociedad lectora tiene potencias para un alto desarrollo, y una sociedad analfabeta está en el montón de grupos humanos segregados.

Ahora la información circula en soportes inmateriales, y pueden acumularse en un pequeño dispositivo más volúmenes que la biblioteca de Alejandría. Y un libro digital puede reproducirse infinitas veces porque no depende de soportes materiales que obstaculicen su multiplicación.  Las posibilidades técnicas para que todo mundo tenga una biblioteca son totales, circunstancia inédita en la historia. Pero el obstáculo ahora no es técnico, sino cultural y político; por ello requerimos una educación formadora de lectores y políticas orientadas a este objetivo. Nuestro país es aún analfabeta funcional: un pájaro que tiene espacio y alas, pero no vuela… porque no sabe. Y un mundo en donde todo ocurre en los aires es vital saber volar, pero no hay escuelas que enseñen a desplegar las alas y viajar por el ciberespacio. Faltan estadistas apasionados del saber y la lectura, y no por la codicia de los tesoros públicos.

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