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domingo, 16 junio, 2024
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Isabelle Stengers: en compañía del pensamiento crítico y creador la encrucijada del presente

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 586 / Filosofía

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La existencia humana es un periplo excesivo, enigmático e incierto, cuya única certeza es la muerte que también es una certeza de vida. Estar vivo sin más, sin por qué ni para qué, estar arrojado al exilio de pequeñas creaciones y recreaciones cotidianas. El sentido de la existencia está dado por su apertura radical de mundo. No hay sentido sino exigencia de búsqueda de sentido. El saber vivir es un conocimiento carnal, sensorial, sensitivo que nos deja el cuerpo henchido de memorias y recuerdos –como añade el gran poeta Kavafis en un poema: “cuerpo, recuerda no sólo como fuiste amado…”.

El saber vivir se impone hoy como saber y sabor vivir con, con-junción de diferencias y diferendos. La exigencia de una sabiduría común y comunitaria es hoy una tarea crucial para afrontar la debacle del mundo contemporáneo desde una perspectiva crítica creadora que no niega o reniega de la necesidad de crear un mundo habitable compartido, con asideros, referentes y horizontes comunes –como sugiere Isabelle Stengers (Reactiva el sentido común, 2022) repensando libremente el espíritu de Whitehead. Empero se trata de una nueva, o mejor dicho ancestral ya, comunidad ampliada que incluye todos los reinos y estratos de la tierra y del cosmos.

Saber vivir y convivir desde otra vida nueva y renovada que quizá no sea sino la vida más ancestral y originaria, la vida como apertura del misterio y lo sagrado que habita en el corazón de la inmanencia, esto es, propiciar la creación colectiva y comunitaria de otros estilos de vida allende el modelo hegemónico del pensamiento y de la sociedad híper-moderna capitalista –según ahonda la pensadora belga:

 

[…] una vida que explore conexiones con nuevas potencias de actuar, de sentir, de imaginar y de pensar. Modificando formas de vivir y convivir de manera efectiva pero también política. Es decir, asumiendo lo que significa entrar en lucha contra lo que fabrica esa asignación, y aprender concretamente a reinventar modos de producción y de cooperación que escapen a las evidencias del crecimiento y de la competencia (Stengers, En las ruinas de la catástrofe, NED, 2017, 17).

 

Una de las tareas de nuestro tiempo es repensar la posibilidad compartida y dialógica de otro porvenir. De ahí también la exigencia y necesidad (¿terca necedad?: tal vez) de ensayar de forma radical e intempestiva en y desde nuestra convulsa contemporaneidad. Y aquí el trío fantástico de Stengers, Latour y Viveiros de Castro cobra una inusitada actualidad porque nos interpela desde un presente abierto a una multiplicidad de posibilidades que se bifurcan como el jardín de los senderos borgesianos que se bifurcan. Ensayar sería arriesgar otros estilos de dicción e interdicción acordes con los tiempos venideros y experiencias emergentes. En las ruinas de la catástrofe, la reinvención lingüística y existencial se impone como tarea colectiva de rehacer el mundo y la (inter)subjetividad humana.

Tampoco estamos inventando el agua tibia o descubriendo el hilo negro, como el búho hegeliano de Minerva, asumimos que el pensamiento crítico es una creación tardía, apenas una herramienta que posibilita una praxis revolucionaria creacionista. La filosofía contemporánea no es sino un intercesor de ideas, un pequeño catalizador existencial de experimentaciones inéditas, tampoco es menos. Cobrar conciencia de dicho papel humilde y honesto, pero insustituible es una cuestión crucial para atisbar otro horizonte porvenir.

 

 

 

 

 

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