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miércoles, 1 mayo, 2024
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Reconstruir o innovar la práctica docente (segunda parte)

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

La innovación educativa solo tiene sentido
si creemos en nosotros como maestros,
pero en especial, si tenemos fe en nuestros alumnos.
Jerónimo

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En el sistema educativo podemos plantearnos muchas preguntas, sin embargo, no todas pueden tener respuestas que socialmente sean convincentes, la complejidad en dar respuestas satisfactorias radica en que la tecnología ha llevado a los educandos a generar un modelo completamente diferente al esquema de pensamiento de los maestros; esto quiere decir que el uso de tecnologías en el aula ha rebasado y con mucho la habilidad del docente, ello hace que los alumnos no vean a “su maestro” como el que los enseña, sino como el que los instruye. ¿Y la educación?, ésta ha perdido el rumbo puesto que hoy día nos encontramos en una sociedad que, en términos de Paulo Freire, diría echada a perder. Sin embargo, existe la posibilidad de que se cambie el rumbo de forma tal que, a la educación se le vea como una de las mejores alternativas para reconstruir este tejido social, creo que la única alternativa para que esto suceda, es que los docentes se conviertan y sientan que una manera de profesionalizarse como tal, es innovando su propia práctica.

No se trata de rechazar o relegar a la tecnología educativa, sino más bien, encontrar una nueva relación a manera de que los docentes entendamos que las prácticas pedagógicas iguales propician desigualdades, evoco a los estilos propios de ejercer la docencia, ¿Cómo podemos entender la práctica de un docente que ejerce su profesión en una ciudad, una metrópoli o en una comunidad rural?, esto es difícil de comprender dado que la actitud de un gran número de alumnos así como de docentes, es de indiferencia; la tecnología es, sin lugar a dudas, una herramienta de aprendizaje, aunque no es la tecnología la que hace aprender al alumno sino es solo la capacidad que tiene para usarla. Reitero, la tecnología no ha servido para educar sino es solo para considerarla como una herramienta de aprendizaje.

Tal vez haya necesidad de recurrir al sistema lancasteriano (pero sin castigos severos), donde se pueda hablar de una tutoría al mismo nivel, que los alumnos con mayor desempeño puedan auxiliar a sus iguales pero que han demostrado un desempeño insuficiente. Incluso, podemos encontrarnos con alumnos que rebasan al maestro en cuestión de conocimientos. Ante el avance de la tecnología, el maestro debe dejar el esquema de encargar actividades a las cuales los alumnos no le encuentran sentido y, a lo más que pueden recurrir es a realizar un trabajo a manera de copiar y pegar, esto quiere decir que, si el maestro, en los planteamientos que haga sobre un tema en específico, se limita solamente a que los alumnos hablen de las causas, eso ya se encuentra en la literatura, más bien habrá que plantearle al alumno que haga el análisis de las consecuencias de las causas; ahora, el otro problema es que el maestro no puede leer puntualmente todos los trabajos de los alumnos.

Recuerdo aquel alumno de nivel medio superior que, cierto día, me mostró su “libro de texto” donde se planteaban ciertas preguntas, mismas a las que solo se les debería de dar respuesta, en medio de una de las respuestas, el alumnos escribió “el maestro es un pendejo” y, éste, le dio la respuesta como válida poniendo una palomita. Es por ello que se hace necesario que el docente haga uso de entornos virtuales para crear ambientes de aprendizaje que sean atractivos y significativos para los alumnos y se puedan así, garantizar las condiciones de aprendizajes; no todos los alumnos deben pensar y aprender lo mismo –aquí no hay sincronía-. Ante esta aseveración, el Investigador Educativo Ángel Díaz Barriga argumenta que debemos generar una pedagogía a la que se le denomina de la co-asociación, misma que consiste en que tanto docentes como alumnos deben sentirse responsables de lo que están haciendo.

Reconstruir, reconfigurar o innovar la práctica docente, es cuestión de cómo se conciba, ejerza e interprete la práctica de cada docente, lo cierto es que existen acciones que identifican al docente como tal, sin embargo y, particularmente en educación media superior, se cuenta con docentes que tienen varios grupos, si a ello le agregamos que éstos le apuestan a los exámenes casi como la única vía para “calificar al alumno”, el problema se agudiza. Se ha demostrado que la pedagogía de los exámenes a gran escala solo ha servido para que los alumnos respondan lo mismo ante una determinada pregunta –pensamiento sincrónico-. Tal vez, una de las alternativas para hoy, es que el docente haga uso de las redes virtuales, algo que los alumnos manejan con demasiada facilidad, esto abre la posibilidad de que tanto educando como educador manifiesten un pensamiento diacrónico.

Hasta ahora, se han expuesto las características del ser docente y, lamentablemente las del docente, ante esta situación tan compleja, considero que la labor docente es difícil puesto que, éste debe contar con una doble personalidad –si es permitido decir esto-, la personalidad de ser docente y la del docente como ser. ■

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