En francés la expresión cucul-la-praline sería el sinónimo de “cursi” o “ñoño”, pero con una fuerte connotación a lo “femenino-maricón”. Entonces cuando les dije a mis amigos que vendría el 8 de julio al 50 Festival de Jazz de Montreux a ver el concierto de Quincy Jones y Simply Red –juntos- ese fue el calificativo general que me pusieron (hubo otros como, música de viejos, anticuado, popero, etc. Ninguno animador). Pero a los que les pesan poco los encasillados llenaron el Auditorio Stravinski (cuatro mil lugares) pagando desde 110 hasta 300 euros por boleto (2,200 y 6,000 mil pesos aproximadamente).
Quincy Jones, el mítico jefe de orquesta, compositor y productor, llegó con la Big Band del saxofonista Pepe Lienhard (que acompañara a Frank Sinatra, Sammy Davis Jr y Shirley Bassey) y dejó que su querido pianista de jazz, Jon Batiste, abriera el concierto con una reprise del rey Charles. Dos canciones fueron el marco para que su lugar fuera ocupado por Al Jarreau (seis decenios de carrera le han granjeado tres Grammys en tres categorías diferentes, pop, jazz y R&B), seguido de Patti Austin, Rashida Jones (hija de Qunicy), Sunny Levine, Alfredo Rodríguez, Jacob Collier y una intervención especial de Mick Hucknall (cantante de Simply Red). Una hora y media de concierto, desde las 20 horas hasta las 2130 (puntualito muy, diríamos, al suizo style), que terminaron con un reconocimiento a Quincy Jones otorgado por Mathieu Jaton (Presidente del Festival desde 2013 tras la muerte del fundador Claude Nobs) para reconocer las múltiples participaciones del compositor durante estos 50 años de vida de Montreux.
Veinte minutos de pausa, tiempo suficiente para que la gente salga a la terraza del palacio del festival a tomarse una cerveza o un vino y refrescarse con el airecito del Lago Leman. Y en punto de las 22 horas, en el escenario aparece Simply Red que se ha vuelto a unir tras haberse separado en el año 2010. El grupo británico, liderado por el pelirrojo Hucknall, no privó al auditorio de sus éxitos: pasaron por ahí Sunrise, You make me feel Brand new, Something got me started, Never never love, It’s only love, Money’s Too Tight, Stars y, cerrando tras dos horas de concierto y dos remontadas al escenario, con If You Don’t Know Me By Now.
Estos conciertos confirman la internacionalización del que, según algunas fuentes, es el tercer festival de música Jazz más grande del mundo y de los más reputados por la exclusividad de las presentaciones organizadas.
Es verdad –y vuelvo a la idea con la que abrí este comentario- fue un concierto para cucupralineros. Canturrear, tararear o ouasshaousshear (versión de la canción con inglés imperfecto) las canciones de Simply Red no está autorizado para los machos y novios-esposos, brincar y bailar todavía menos, hay que ser muy “femenino” para hacerlo. La prueba está en las pantallas del Auditorio en donde las tomas al público solo recaen en los rostros femeninos: los machos quedamos en la oscuridad porque eso no va, no va con los derechos de nuestro modelo. Afortunadamente el auditorio es oscuro y el concierto dio para que algunos se contagiaran de lo que a otros da poco pena, echarle emoción a la música.
