23.8 C
Zacatecas
miércoles, 1 mayo, 2024
spot_img

El dengue y demás realidades

Más Leídas

- Publicidad -

Por: SIMITRIO QUEZADA •

  • El canto del Fénix

Se nos aseguró hace dos meses que Zacatecas estaba blindado contra el dengue y la chikungunya. Las lujosas camionetas oficiales, blancas de los Servicios de Salud rotuladas con letras rojas inversas, se dieron vuelo a 110 kilómetros por hora a través de las mejores calles y avenidas y carreteras de los pueblos sureños de la entidad. Vivan los vales de combustible, viva el programa de prevención, viva el presupuesto oficial. Muchos creían que este año sería como los anteriores: concientización, pláticas, carteles, recomendaciones. Nada más.

- Publicidad -

Lo advertí a mi esposa: “No están considerando a todas las escuelas para fumigarlas, los promotores conciertan citas con profesores para hablar sobre la prevención y a la mera hora no llegan. Las camionetas fumigadoras pasan por rutas irregulares y se brincan calles como la nuestra, que por la abulia del presidente municipal no están pavimentadas”.

Se nos aseguró que Zacatecas estaba blindado contra el dengue y la chikungunya y he aquí que tecleo a medianoche enfebrecido, con pocos leucocitos, pocas plaquetas, dos kilos y medio menos en mi humanidad tras días y noches de fiebres, inapetencias y muchísima borrachera. De los cuatro integrantes y germen que hay en esta familia, sólo el hijo mayor se mantiene sano.

El dengue no es la única realidad que encaja su mandíbula en mi hombro izquierdo y tumba la imagen de burbuja protectora que insisten en enjaretarnos en este país tan movido. Se nos aseguró que Zacatecas es el estado consentido por el presidente de la República, y no vemos ni las migajas de obra pública federal relevante. Aceptémoslo: no somos Estado de México, Veracruz, Puebla, Querétaro, Nuevo León… ni siquiera Aguascalientes. “Peña Nieto, amigo…” Cada sexenio podemos cambiar el apellido aunque no la porra, y Zacatecas sigue, en la realidad, igual de jodido, sin empleos, sin oportunidades para los pequeños y medianos empresarios, sin municipios con autonomía económica, sin obra pública relevante en el interior de la entidad.

Se nos aseguró cuando éramos niños que la única manera de salir adelante en la vida era estudiando. Yo lo he creído y quizá por eso (y otro poco por mis ganas de mejorar mi trabajo docente) continúo quitando ingreso a mi familia para pagarme un doctorado. Llevo más de tres décadas buscando el puerto de la estabilidad laboral tras la aventura académica y nomás no doy con bola. No puedo estar toda la vida como estudiante, debe existir una plenitud de quien busca mejorar el entorno mediante algún ámbito del saber humano.

Se nos aseguró a quienes nacimos en los años 80 que la vía académica era la mejor del progreso y sin embargo he atestiguado que el favoritismo de muchos poderosos estúpidos encumbra a gente más estúpida que ellos a puestos de poder incluso en la mismísima estructura educativa. ¿Quién dijo que la academia era una garantía? ¿Entendimos mal, entonces?

Se nos aseguró que el trabajo esforzado da resultados semejantes, si no en un corto, sí en un mediano plazo. Pero los años pasan y el adolescente envejece entre tanto picoteo a las piedras, a fuerza de recitar “ahora sí viene la mía, ésta que viene sí es por fin la mía”. Resulta falsa la subcultura del merecimiento, de la causa y consecuencia lógicas. En realidad si hablas de lo que te ha costado, eres un presumido. Si no lo haces, nadie reaccionará y todos te reclamarán por haber callado, por no exigir lo que mereces.

Se nos aseguró desde hace sexenios que la solución somos todos, que hable México, que hay bienestar para la familia, que la clave era sacar al PRI de Los Pinos, que vivimos en un México ganador, que estamos moviendo al país. En cada mañana que llega yo busco llevar a mi esposa y a mis hijos a esa nación destacada en el discurso, y nuevamente nomás no doy con bola. La realidad es el dengue, la chikungunya, la pobreza que avanza y las 40 familias que acaparan todo, el dólar de 16.50, las oportunidades que hay que esperar al inicio del próximo sexenio porque en este nomás nos dieron (otra vez) atole con el dedo.

La realidad es el kilo de azúcar a la alza, el bache en la calle, el litro de gasolina caro y pichicateado, la sala de urgencias donde no te pelan, el presidente municipal soberbio y sentido, los conspiradores, el gobernante que se creyó el chisme que le llevaron, la feria para la gente con feria en el bolsillo, las promesas que son el pan de cada día para los que no tienen pan suficiente. La realidad es el país más estúpido del mundo, con todas las riquezas posibles y toda la impunidad y todos los muertos y toda la corrupción y toda la desvergüenza y tanto por enorgullecernos y tanto más en la realidad para que se nos caiga la cara de vergüenza.

Viva este México de realidades insoslayables. ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -