El anuncio de ligar estrictamente el Presupuesto al Plan de Desarrollo Estatal suena bien. Pero muestra una desdicha, porque eso debía ser la práctica normal, y si suena novedoso significa que venimos de una realidad desvencijada donde el presupuesto se aprobaba sin referencia a lo que se había planeado, lo cual significa que los planes eran papeles sin uso. Falta ver con cuidado la propuesta de egresos para constatar cómo hicieron la sincronización mencionada.
En cuanto a los ingresos, se proponen nuevos impuestos locales: bebidas alcohólicas (menos la cerveza), automóviles, nómina, ambiental (para las mineras) y para la UAZ. La propuesta de renovar o crear nuevas figuras impositivas en la actual situación no tendría tantos cuestionamientos si el uso del recurso estuviera exento de dudas maliciosas; es decir, si tuviéramos la certeza de que no habría corrupción (que el sacrificio adicional de los zacatecanos no terminará en los bolsillos de burócratas bribones), y de que su uso sea efectivo: que se convierta en móvil de crecimiento o desarrollo social. En una palabra: los fantasmas de la corrupción y la ineficacia son fuente del cuestionamiento a los nuevos impuestos. Por lo demás, si así fuera, podríamos proponer que se gravara (aún más) a toda la comida chatarra, con lo cual haríamos un favor a las metas de salud que implican bajar el nivel de obesidad de los zacatecanos. Sin embargo, muchos productos chatarra están protegidos por la legislación federal. En el caso del impuesto ecológico a las mineras tiene ese mismo problema legal y se está encontrando la manera de superar dicho escollo. También se puede buscar la forma de gravar con impuesto estatal la comida-basura que hace un daño enorme a la niñez y juventud, y dicho recurso destinarse a los servicios de salud del estado de Zacatecas. Pero insistimos, será vital que los recursos estén en una vitrina para tener la certeza de que no existen los riesgos que discutimos. Sobre todo ahora que el sexenio anterior está siendo severamente cuestionado justo por esos problemas.
Precisamente en el requisito de la certeza de la efectividad del gasto, entra la alineación Plan-Presupuesto. Por eso, deberá están técnicamente bien hecha esa sincronización para que la promesa sea verdad. Y el presupuesto de este año no puede ir al Plan Estatal en abstracto, sino a programas y proyectos anuales en concreto. Lo cual obliga a Godezac a presentar una clara estructura lógica de la planeación: Plan-Programa-Proyecto debidamente derivados. En estos días estaremos observando todos estos detalles que ahora mencionamos. Lo interesante es que, de verificarse la alineación, los gastos son perfectamente evaluables y, con ello, se tendrán los criterios sólidos para las modificaciones presupuestales del año próximo. Es decir, se podría pensar que a partir del año 2, el presupuesto zacatecano deja de ser inercial para ser efectivamente por resultados. Tenemos muchas dudas en torno a la aplicación efectiva de esta visión, pero si fuera el caso, estaríamos ante un avance muy importante. Por el bien del estado, hacemos votos porque así sea.
