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miércoles, 24 abril, 2024
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Entre agujas y romances: ‘Juventud (Primavera)’ de Wang Bing

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Por: SERGI RAMOS •

La Gualdra 575 / Cine / Festival de Cannes 2023

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Juventud (Primavera) se presentó en la competencia oficial del Festival de Cannes, es el último documental del realizador chino Wang Bing, hecho destacable ya por tratarse de un género muy poco presente en el festival, y porque viene a reconocer una carrera profesional considerable que lo ha convertido en uno de los más importantes documentalistas actuales en el ámbito internacional.

 

Un retratista de la nueva China

Al oeste de los raíles, su ópera prima, se extendía durante más de nueve horas para contar la decadencia de la histórica industria minera y siderúrgica de la región Shenyang a principios del nuevo milenio. Las grandes fábricas cerraban unas tras otras al dejar de recibir las ayudas del Estado, que abandonaba el intervencionismo y el financiamiento público para echarse en brazos de la economía liberal. En aquel momento, la película conseguía mostrar las consecuencias de esa transformación en los obreros y la población de la región, que quedaban desamparados y se veían incapaces de ofrecer cualquier resistencia frente a las transformaciones económicas que estaban cambiando brutalmente sus vidas y dando un vuelco radical al modelo de sociedad, y en particular en las relaciones entre el individuo y el estado.

La película definía ya los rasgos de lo que se iba a convertir en el dispositivo documental del realizador: un rodaje de largo recorrido (entre 1999 y 2001), una cámara de video al hombro dotada de una gran movilidad, capaz de escabullirse para seguir a un personaje, y una extrema capacidad para mimetizar el entorno filmado, consiguiendo borrar su presencia para capturar situaciones de pura intimidad, o para convertirse en cómplice de sus confesiones.

Desde entonces, Wang Bing ha ido retratando las contradicciones acarreadas por la modernización de su país, a través de la economía, la difícil convivencia de distintas minorías o los cambios societales, alternando entre formatos largos y proyectos más modestos.

Circulando entre talleres

Con Juventud (Primavera), Wang Bing propone un retorno al fresco histórico de grandes dimensiones, con un rodaje que se extendió entre 2014 y 2019, y con más de 2600 horas de tomas para un montaje final de tres horas y media. Esta vez, Wang Bing decidió filmar los talleres textiles de Zhili, a 150 kilómetros de Shanghái. Esta ciudad se ha especializado en la producción de ropa, en particular para el mercado interior infantil, confeccionados en pequeños talleres de propiedad privada. Estos talleres emplean una mayoría de mano de obra joven, femenina pero también masculina, compuestas en general por emigrantes de las zonas rurales próximas, y en las que a veces están presentes dos generaciones de una misma familia.

Como en sus anteriores trabajos, la película se divide en grandes unidades, a la vez temáticas y espaciales, que crean un circuito circular entre un pequeño número de estos talleres. Gracias a esta estructura, la presencia coral y relativamente anónima de personajes al principio va cuajando alrededor de una serie de jóvenes, que cada uno a su manera, representan las esperanzas y dificultades de las jóvenes generaciones. Esta circulación entre talleres permite también mostrar la omnipresencia y generalización de las condiciones de trabajo.

 

Romances y sueldos

La película se construye temáticamente en dos movimientos. El primero se centra más específicamente en aspectos específicos propios de la edad de los protagonistas, sus flirteos y la dificultad para proyectarse en una vida amorosa. El espacio se convierte en el marco de esos romances: pasamos sin cesar de los talleres a los dormitorios que ocupan los trabajadores, ya que éstos están a menudo en el mismo edificio. Los dueños de los talleres ofrecen alojamiento a cambio de recortes en los sueldos, pero encierran también a los trabajadores en el marco mental del trabajo.

También despunta ahí la permanencia de unas estructuras tradicionales que ponen trabas en la vida amorosa, en particular la necesidad del matrimonio, y su coste oneroso. A pesar de ello, el documental está atravesado por la frescura de la juventud, que da pie a numerosas escenas llenas de gracia -y a alguna bronca-, que florecen en medio de las vertiginosas cadencias de trabajo. “No puedo parar. Soy como una máquina”, afirma uno de los jóvenes confeccionistas en un metraje marcado por el incesante ruido de las máquinas de coser.

A medida que avanza, la película deriva hacia el tema de las condiciones de trabajo, y en particular las permanentes negociaciones entre los trabajadores y los dueños de los talleres para llegar a un acuerdo sobre el precio de confección de cada prenda. Ahí vuelve a manifestarse la permanencia de la sumisión del trabajador frente a la autoridad (esta vez ya no estatal sino privada).

A pesar de todo, los talleres ofrecen la única posibilidad a estos emigrantes rurales para realizar el sueño del liberalismo: ganar una suma considerable de dinero a cambio de un trabajo a destajo. Una perspectiva no tan alejada de la que apuntaba el documental reciente del brasileño Marcelo Gomes, Estou me guardando para quando o carnaval chegar (2019), rodado en la ciudad de Toritama, especializada en la confección de vaqueros. Distintos continentes, mismas expectativas generadas por la economía globalizada imperante.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_575

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