El 2016 fue un año sangriento. Los asesinatos aumentaron como macabra espuma de lavadora. En el 2010 hubo 110 homicidios y en este año rebasamos los 300. Cosa curiosa en diez años: los presupuestos a seguridad crecieron 300 por ciento y (en los 6 últimos años) los homicidios también crecieron en ese mismo porcentaje. No es una relación causal, pero sí un contrasentido. Y todos los asesinatos suponen víctimas directas e indirectas, y en este aspecto se pone de manifiesto una cadena de atropellos, violaciones de derechos humanos, nulidad de investigación y, finalmente, la omisión: no-pasa-nada. Estado nulo. Sangre sin respuesta. Y además un año que agudiza lo que no se hizo en 5 los años anteriores en donde se negaron las causas y formas de atemperar la violencia. Se construyeron bases militares regionales y los hombres armados circulan sin obstáculo alguno. Nada de lo construido ha servido: los costosísimos insumos han sido absolutamente inútiles.
En 2016 se digieren los incumplimientos de los Objetivos del Milenio que se evaluaban al 2015, y en este año se rediseñan otros objetivos (los del Desarrollo Sostenible). Como en educación no se cumplieron las metas de tener el 100 por ciento de cobertura de educación básica, ahora es tiempo no sólo de reconstruir la meta, sino de replantear la estrategia. El 39 por ciento de la población mayor de 15 años en el estado no ha terminado sus estudios de primaria, de secundaria o bien se encuentra en condición de analfabeta tradicional. Año de rezago.
Sin duda, el 2016 ha sido uno de los años estelares de la corrupción. La generación de gobernadores megacorruptos se ha graduado este año. Aún está la duda y la investigación si el de Zacatecas entra en esta cohorte. Y dicha generación se hizo acompañar con las deudas que ahora mismo ahogan los estados gobernados por estos personajes. En el país observamos un paquete económico que en este año se construyó agudizado por la crisis del endeudamiento, la cual provoca un pago a su servicios que es mayor al presupuesto conjunto de desarrollo social, educación y salud. La crisis de la deuda ha explotado este año.
El presente año cierra con un panorama más que negro para el país y el estado de Zacatecas con la elección de Trump en Estados Unidos; que pone en duda la estabilidad del comercio exterior del país y la recepción de remesas del estado. Y en estos días se puso también de manifiesto la mediocridad de las autoridades que tienen que actuar ante dicha crisis: ni siquiera pudieron proceder correctamente ante una familia de zacatecanos migrantes asaltados en Durango, menos podrán hacer algo certero en un caso como el arriba descrito. Negro panorama nos espera.
En suma, en economía, seguridad, educación, y los demás temas agudizaron su situación. En el 2017 sabremos de qué estamos hechos los zacatecanos, los retos y desafíos son muchos y difíciles. Sobre todo los gobiernos que estrenamos: estatal, municipales y universitario. Las definiciones que se tendrán que hacer el próximo ciclo mostrarán si las expectativas con estos últimos fueron una ilusión más o el inicio de la salida. Pero una cosa es clara: este año se agudizó la oscuridad.
