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viernes, 19 abril, 2024
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Sol y sombra de un cacique

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

¿Ya muerto, alcanzará Raúl Padilla la estatura de caudillo cultural? En vida, cacique político ya lo era. Conocido su deceso, quienes más lo lamentaron e hicieron público su pesar, fueron aquellos que habían sido favorecidos. En especial lo lamentaron aquellos editores a los que dio a ganar dinero y escritores consentidos con el beneplácito de su invitación a la FIL, donde los apapachaban con una buena paga, viáticos y buenos hoteles, donde no faltaban los tragos. Si por lo anterior sus paniaguados lo llegaron a considerar un mecenas, nada más equivocado. No se puede ser tal cundo se presume con sombrero ajeno. Lo que se gastaba en la FIL y actividades subsidiarias tenía como fuente el dinero público aportado por los presupuestos federal y de Jalisco.

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Origen y trayectoria. Raúl Padilla López, que buscó su muerte al igual que su señor padre, por la vía voluntaria del suicido, pasando por la depresión y el desconsuelo de superar el cáncer que lo aquejaba, falleció enemistado con el gobernador de su estado, que había estado bajo su férula cuando fue rector de la U de G, y con diferencias con López Obrador, que no vaciló en tildarlo de cacique, políticamente no nació huérfano. Tuvo como terreno fértil, para dedicarse a la política, su apellido y el haber sido hijo del político Raúl Padilla Gutiérrez, quien también encontró la muerte mediante el suicidio, después de su frustrado intento por ser gobernador de Jalisco. Suceso trágico del que su hijo homónimo sería testigo presencial, cuando venía saliendo de la adolescencia a la edad de 18 años. Había nacido el 3 de mayo de 1954. De 1977 a 1979 fue dirigente de la FEG. Ese par de años le bastaron para preparar y consolidar su figura de cacique. 

Antes de ser rector y devenir en el muy destacado promotor cultural que fue, Padilla López, siendo heredero del apellido de su distinguido padre, se convirtió en el líder indiscutido de la entonces poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Guadalajara (FEG). Esto ocurrió en los setentas y ochentas del siglo pasado. Fueron los tiempos en los que el PRI, al frente del Estado mexicano, desató la guerra sucia y se dedicó a perseguir, reprimir y desaparecer a todos aquellos señalados como disidentes cercanos o ligados la guerrilla o la participación en organizaciones políticas, considerándolos subversivos y opositores al régimen y sistema. En la FEG de esos años, proliferó el pistolerismo. Se vivió un ambiente en donde lo mismo había células de alguna vertiente del marxismo variopinto, que proliferó por entonces; organizaciones populistas, y grupos de choque armados utilizados como porros. Estos servían lo mismo para reventar asambleas que para saltar el poder en las facultades y mantener el control de los grupos mafiosos con careta de académicos que se enquistaron en ellas.

De la rectoría saltaría a dirigir el estratégico Departamento de Investigación Científica y Superación Académica, cargo en el que iría habiéndose de una clientela y en donde no faltó la acusación de desvió de recursos que no le probaron. En el mítico para el magisterio nacional 1989 llegó a la rectoría ocupándola hasta 1995. Ya en el máximo cargo de su Institución, entre los méritos, que tirios y troyanos le reconocen, fue haber “despistolizado” a la U de G. Después vendría su ingreso al PRD, partido que lograría colocar a su gente dirigiendo la mayoría de los comités municipales del estado. Este mismo partido lo haría diputado.

Sol y Sombra. Convertido ya en cacique indiscutido del llamado Grupo Universidad aparecerá su faceta de benefactor de la cultura. Los caciques de este talante son sujetos dedicados por entero a la grilla. Grillos de tiempo completo son como los viejos cuadros partidistas. Viven en, de y para la política. Tan pronto y asoma la primera coyuntura que ven favorable a sus intereses, se asumen dueños de las instituciones educativas. Se consideran sus amos que ponen y quitan a su contentillo e intereses así sea en grandes universidades o establecimientos más pequeños y hasta intrascendentes. Crean, engordan y multiplican sus clientelas y con ellas crean y consolidan su poder, que no es otra cosa que control. Para ello, usan como mejores armas la movilización, la presión y el chantaje. Abundan. Piensen ustedes en la figura y apellidos que quieran. Son especímenes cortado con el mismo molde.

La sombra que cubrió a Raúl Padilla López se vio atenuada con la luz que le proporcionó la FIL y otras actividades de índole de la difusión de la cultura como lo sería también el Festival de Cine de Guadalajara. Estas empresas tan reconocidas y elogiadas fueron posibles gracias a su gestión y a que contaron con generosos presupuestos públicos, tanto por el lado de la SEP-Hacienda como del gobierno del estado de Jalisco. La FIL es una feria de alcance mundial no exenta de manchas, como el hecho de que los herederos del autor de Pedro Páramo les negaran y exigieron que dejara de llevar su nombre como distintivo del evento. Consideraron que la FIL ya se había comercializado y utilizaban el nombre de Juan Rulfo para consolidar el poder político de su principal promotor y servía a intereses muy ajenos a los que el autor de El llano en llamas hubiera querido.

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