18.7 C
Zacatecas
viernes, 19 abril, 2024
spot_img

Crisis ecosistémica, gobernanza y corrupción

Más Leídas

- Publicidad -

Por: RICARDO BERMEO •

Deberíamos elucidar, de manera persistente y continua, en el debate y la reflexión pública, es decir, propiamente política, en el más pleno sentido del término, como interrogación de la institución de la sociedad -tout court- considerada globalmente… ¿A dónde va el mundo? O, ¿cuáles son las tendencias y líneas de fuerza que estarían definiendo el curso de la historia dentro de la cual nos encontramos inmersos? Qué tipo de organización será la que “construiremos”, en Zacatecas, o en México, o en Europa, o a nivel mundial, ya en el 2030, o para el 2040, o en el 2050?, sabemos que de continuar las actuales tendencias tendríamos, además de los problemas hoy ya persistentes, y suficientemente graves, pre-anuncian un panorama global ahora y por venir que nada tiene que ver con las proyecciones desfasadas ya, con relación a la historia efectiva, real, en vías de realización, de, por ejemplo, la Agenda 20-30. Esas tendencias realmente “críticas” continúan creciendo sin que las políticas estatales a nivel local, nacional, internacional, -mundial-, sean capaces de revertir la proliferación de los efectos negativos que no solo se acumulan linealmente, sino que en su desbordamiento, generan dinámicas que escapan a las proyecciones, con que a través de la modelización, buscamos anticiparnos a las mismas, en el próximo futuro, aunque -evidentemente- podemos utilizar toda esa información para imaginarnos la extremadamente dura realidad que nos espera.

- Publicidad -

El principio de responsabilidad deberá conducirnos a prender las alertas, muchos de los problemas que enfrentamos están ya, o muy cerca, de ser considerados como cuestiones que deberíamos considerar en “semáforo rojo”, solo pensamos en la crisis climática, o en la continuidad de esta suerte de tercera guerra mundial larvada entre las principales potencias en lucha por determinar quién tiene la hegemonía económica, política, militar, del que la invasión de Rusia a Ucrania, estos y otras cuestiones, la crisis energética, alimentaria, etc., cuyas complejas concatenaciones apenas estamos explorando, son solamente una parte del sistema-mundo, pero -donde podemos ver cómo la destrucción ocasionada por la guerra se muestra en toda su crueldad, sufrimiento, muerte y capacidad destructiva. Junto con otros conflictos bélicos en curso, pre-anuncian un panorama global dominado por la crisis eco-sistémica, que nada tiene que ver con las proyecciones desfasadas ya, con relación a la historia efectiva, en vías de realización, de, por con ejemplo la Agenda 20-30. Esas tendencias continúan creciendo sin que las políticas estatales a nivel local, nacional, internacional, -mundial-, sean capaces de revertir la proliferación de los efectos negativos que no solo se acumulan linealmente, sino que en su desbordamiento, generan dinámicas que escapan a las proyecciones con que, a través de la modelización, buscamos anticiparnos al próximo futuro, aunque podemos utilizar toda esa información para imaginarnos la extremadamente dura realidad que nos espera.

Es dentro de ese contexto histórico efectivo donde habría que situar los distintos esfuerzos en términos de políticas estatales, y de las coaliciones de actores que las impulsan, por ejemplo, para supuestamente impedir que el cambio climático no rebase los 2C° (ya podemos “leer” su fracaso total) o para lograr que el derecho internacional de los derechos humanos sean un marco normativo vigente y efectivo, que garantice la universalización de los mismos, garantizando la dignidad de los más de 7 mil millones de habitantes, más los esperados o el de la movilización mundial generalizada contra la corrupción con nuevos reglamentos, convenciones y medidas, una cruzada o “guerra contra la corrupción, que en ese contexto de crisis ecosistémica se revela como “problemática”, solo basta recordar, también, la forma en que prolifera irrefrenable, la economía ilegal, las redes de macrocriminalidad, el tráfico de armas, y en el que la impunidad impera, para advertir ese desfasamiento, entre un mundo ideológicamente construido, que cada vez tiene menos que ver con el mundo efectivo -real-.

Cambiando de registro, o de nivel de análisis, sin olvidar el contexto global anterior, nos encontramos con una de las principales apuestas para revertir las tendencias arriba apuntadas, depositada en la participación ciudadana. Una “ciudadanización” que en el plano político-institucional se encuentra vinculada a los modos de gobernanza. Estos modos se pueden sintetizar desde la perspectiva de una agenda ciudadana anticorrupción, como dirigidos a aumentar la legitimidad política democrática de la acción pública, entre otras formas: al definir quiénes y cómo participan en la toma de decisiones de los asuntos públicos, así como en la vigilancia y control de dichas acciones.

Un esquema de gobernanza, entendida como producto de la interacción entre acciones institucionales, políticas públicas y arreglos sociales, gracias a cuyas mediaciones se relacionan mercado y estado. En este tipo de gobernanza, la participación ciudadana es el núcleo de la legitimidad. Transitando de lo puramente consultivo (o de la simulación) hacia modos de participación vinculante, efectiva, en las distintas fases del ciclo de las políticas públicas, y en especial, en las formas en que se procesa la toma de decisiones (garantizando la democratización/ ciudadanización, así como el modo en que en ese marco de gobernanza se solucionan los conflictos (porque la participación genera conflictos, pero estos no deben considerarse como “enfermedades” a extirpar, sino como parte necesaria y vital de una vida democrática efectiva-).

En Zacatecas, la actual administración utilizó el concepto de “nueva gobernaza” para autodefinir su gestión, pero de acuerdo con los dos tipos arriba expuestos, la gobernanza, en sentido fuerte, debe ser una forma de “democratización de la democracia”, lo que implicaría redefinir las acciones programáticas, articuladas al propio marco de gobernanza, revisando las formas en que se articulan procesos y resultados, revisando cuáles son los arreglos políticos que prevalecen entre los actores sociales y las instituciones de gobierno, y también cómo influyen entre ciudadanos (actores sociales) e instituciones en las interacciones vinculadas a las políticas públicas del combate a la corrupción y a la impunidad.

En el contexto de crisis ecosistémica arriba expuesto, (que incluye también la dimensión económica legal- e ilegal-), crisis global entre cuyas turbulencias estamos ya inmersos, debemos preguntarnos si estamos implementando efectivamente una gobernanza fuerte, y si este tipo de marco político-institucional tiene la potencia suficiente para cambiar el rumbo de la sociedad que somos hacía que continuamos enfilados, y si no es así, cómo debemos replantear la lucha contra la corrupción y la impunidad, de tal forma que sea parte de la verdadera transformación que en las distintas escalas requerimos emprender con urgencia.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -